El corcholatour de los aspirantes del partido Morena para competir en las elecciones presidenciales de 2024 se convirtió en buena medida una competencia para elegir al mejor imitador de las poses y frases de Andrés Manuel López Obrador. Es decir, para asegurarle al Gran Elector (el que tendrá la última y definitiva encuesta, es decir la suya) que accederán sin hacer gestos ni pucheros a un Nuevo Maximato que se ejercerá desde La Chingada.
Es Claudia Sheinbaum quien ha hecho la mejor imitación en cuanto a repetir las mismas frases de su mentor político, los ademanes, los gestos y lenguaje corporal, aunque evidentemente con mucha menos gracia y presteza que López Obrador… llegando incluso a montajes propios de la Ópera Bufa al intentar hablar con “tonito tabasqueño”. Se trata del esfuerzo de la exjefa de gobierno para erigirse como la “gran favorita” del inquilino de Palacio Nacional aunque —como se ha informado en esta columna— su gasto excesivo en propaganda no está dentro del gusto de su Jefe Máximo.
La búsqueda de la afinidad y el favor presidencial, así como muchas de las prácticas de simulación de propaganda a gran escala y movilización “popular” mejor conocido como acarreo, son parte del mejor repertorio precámbrico que el Partido Revolucionario Institucional utilizó para mantener la homogeneidad de pensamiento político y el ejercicio centralizado del poder. Sheinbaum está inserta como beneficiaria, la precandidata favorita, del andamiaje propio de una elección de Estado.
Cosa diferente es Adán Augusto López, que siendo del grupo más cercano a López Obrador, sin embargo, no imposta la voz con frases hechas ni simulando una austeridad franciscana.
Adán, empresario
Hijo de Payambé López Falconi y de Aurora Hernández Sánchez, el exsecretario de gobernación no niega la luz de su parroquia. Su padre fue un eficaz notario público en Tabasco, en la Notaría 27 de la ciudad de Villahermosa, en la cual se involucra en 1994 luego de su paso por la política local y cargos públicos, e incluso ser parte del esfuerzo de la Corriente Democrática que, liderada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Díaz, rompió la estructura monolítica del PRI precámbrico en la transición de poder entre la de Miguel De La Madrid y Carlos Salinas de Gortari.
Quienes lo recuerdan como notario público lo evocan como un joven entusiasta, astuto y capaz de formar alianzas para impulsar negocios. De ahí su riqueza personal. La relación de negocios con empresarios tabasqueños como Juan Carlos Fong, Arturo Quintanilla, Juan Armando Jiménez Magaña , Manuel Santandreu Hernández y Alejandro Calzada, así como los provenientes de Veracruz, Campeche y Chiapas, le permitieron formar un sólido y diversificado peculio personal.
Por eso es conocido en el sureste, así como por afición a usar autos muy elegantes, ropa fina y relojes de alta gama. Buenos restaurantes, casas hermosas, como la que hoy habita en la alcaldía Coyoacán de la Ciudad de México. Incluso cuando coordinó en el año 2000 la campaña electoral del priista Manuel Andrade (recordado con admiración por buena parte de los habitantes de ese estado), no mostraba complejo alguno por ser un empresario con intereses políticos… por lo que en 2001, dada la segregación al interior de un PRI que había perdido la presidencia de la república a manos de Vicente Fox, se suma al PRD para escalar en los cargos de elección popular locales y estatales.
Asume la derrota de Andrés Manuel López Obrador en el 2006 ante el panista Felipe Calderón, y lo acompaña en sus protestas. No hay testimonios de su presencia en el repudiado plantón con que López Obrador asfixió la Ciudad de México alegando un fraude inexistente, por lo que se intuye —por los resultados políticos— que Adán Augusto optó por el trabajo político para hacer viable el movimiento “del licenciado” una vez agotada la protesta.
Más que un activista, Adán Augusto se convirtió en una de las piezas indispensables de López Obrador en la construcción de lo que sería Morena, tanto en la movilización territorial como en los acuerdos políticos y empresariales. Poco duró al frente del gobierno de Tabasco (a donde ascendió en 2018 por Morena) para ocupar la secretaría de gobernación y dar por concluida la gestión gris de Olga Sánchez Cordero.
Los desayunos con empresarios —o cenas con tamales de chipilín— en Palacio Nacional tenían una agenda de acciones que se continuaban en Bucareli y que, de ser necesario, se instrumentaban como iniciativas en el Poder Legislativo…. a veces con éxito, como el de la permanencia del Ejército en Labores de Seguridad hasta 2030, otras con sonadas derrotas como el del Plan B para reducir a su mínima expresión al Instituto Nacional Electoral.
Las reuniones de seguridad y de gestión de riesgos a la gobernabilidad, luego de las sesiones de gabinete de seguridad efectuadas de madrugada, decantaban en medidas concretas en las oficinas de López Hernández quién, sin mayor preámbulo, se asistió de quien fuera la sombra de López Obrador durante los años de opositor, César Yáñez. Si, Yáñez, relegado injustamente a un cargo ínfimo de presidencia luego de su boda en octubre de 2018.
Y la presencia indispensable de Adán Augusto también “intra muros”: ofreció cobertura al amigo más longevo de su paisano, a Ignacio Ovalle que fuera el primer jefe laboral de López Obrador y actualmente epicentro del escándalo de fraudes y saqueo en Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex).
Sheinbaum puede ser favorita. López Hernández ha resultado indispensable.