Jonathan Nácar
El alza en los precios de los combustibles, el gas y la tarifa de energía eléctrica, se podría convertir en el motor de una movilización social nacional sin precedentes en la época moderna y con consecuencias aún inciertas.
El enojo social que provocaron los incrementos han detonado brotes de ingobernabilidad que no se habían presentado de forma tan amplia, y pudieran tener una escalada violenta en el país, advirtieron politólogos y empresarios.
En un contexto donde la corrupción parece no tener límites, en medio de un clima de inseguridad y violencia, y una economía que apenas alcanza el 2% del PIB anual, el historiador Lorenzo Meyer Cossío consideró que esos son “muchísimos motivos para que la sociedad esté insatisfecha, y pueden esperarse mayores reacciones (…) Elementos para que esto escale sí hay. El inicio de la ingobernabilidad ya lo tenemos, estamos en esa fase desde hace tiempo, pero este puede ser un aumento en la intensidad”, dijo a EJECENTRAL.
Y es que los bloqueos, manifestaciones y protestas en contra del “gasolinazo” han subido a tal grado que ya se registran actos violentos y de rapiña en el país. A sólo cuatro días de iniciado el año, grupos y organizaciones de transportistas, del transporte público, ciudadanos, simpatizantes del PRD, el PT y Morena, e integrantes de la CNTE, el Barzón, entre otros, han colapsado las vías de comunicación, bloqueado casetas y gasolineras en al menos 21 entidades.
El martes 3 de enero, en el Estado de México se reportaron actos vandálicos y de saqueo. En Naucalpan ocurrieron destrozos y robos en la plaza comercial de San Esteban. Un grupo de 300 personas, la mayoría con el rostro cubierto, saquearon una tienda de autoservicio y otra de conveniencia en esa zona.
“Son manifestaciones espontaneas que terminan en rapiña, a nadie le puede extrañar eso en una sociedad tan desigual, con tanta pobreza. Donde el presidente manda un mensaje de año nuevo de esperanza, solidaridad y luego se va a jugar golf. Bueno, qué se puede esperar de una clase política que toma esas decisiones sin explicarlas, sin enfrentar directamente a la ciudadanía, y explique que, aunque se comprometió a que no habría más gasolinazos, los hay”, sentenció Meyer Cossío.
Hasta el cierre de esta edición, las manifestaciones en contra del alza de la gasolina alcanzan el 65% de la República, y se anuncian mayores movilizaciones para este jueves y el próximo lunes. Para Jesús Padilla, presidente de la Coparmex en la Ciudad de México, eso se traduce a “brotes de ingobernabilidad ante una evidente descomposición social, un malestar, un hartazgo por un conjunto de temas que han sucedido uno tras otro. El más singular, el que más tiene cansada a la población, es el tema de la corrupción e impunidad, que están pagando impuestos para que un sin número de gobernadores se los roben y que se lleven más dinero que el crimen organizado, que el narcotráfico, eso es algo que la población ya no está dispuesta a tolerar”, consideró.
Para Ivonne Acuña Murillo, académica de la Universidad Iberoamericana, uno de los indicadores que muestra el porqué del descontento social es la caída de popularidad del presidente que a finales de 2016 llegó al 24%. Es decir, 8 de cada 10 personas desaprobaron su gobierno.
Un factor que para Gerson Hernández, consultor político, debería considerarse para evitar que estas movilizaciones se tornen más violentas, “es que la clase política de oposición intente sacar provecho y capitalizar el momento al generar alguna declaración que se saque de control, y que grupos subversivos aprovechen y terminen por causar alguna muerte en esas expresiones”.
Para Víctor Manuel Reynoso Angulo, académico de la Universidad de la Américas, las manifestaciones masivas no pueden ser factor de presión para que el Gobierno Federal dé marcha al incremento en gasolina y servicios. Sería “premiar estas movilizaciones que están fuera de la ley”.