Banderas con la leyenda de “evidencia, no tocar” se encontraban a los pies de una multitud que caminaba esperanzada por encontrar algún objeto que le diera nombre a un familiar o amigo desaparecido tras la terrible explosión en Tlahuelilpan, Hidalgo, el pasado viernes por la tarde. Un olor a gasolina que molestaba la nariz no era suficiente para detener a aquellos hombres y mujeres que se dedicaban a enterrar palas y picos en la zanja que alojaba todo tipo de restos, después de que autoridades dieran permiso de pasar a buscar por propia mano los restos de algún conocido.
Cientos de familiares y vecinos acudieron a “rastrear” los restos de las víctimas que se mantienen desaparecidas después de la explosión en la toma clandestina.
Zapatos, carteras, monedas, prendas y restos humanos siguen apareciendo en el lugar.
Al obtener acceso a la zona acordonada, se escucha la voz de la gente al teléfono: “Vénganse para acá, ya nos dejaron pasar, traigan palas y guantes”.
Y algunos otros habitantes se han organizado para abastecer de alimentos y agua a los familiares que continuan la búsqueda a la par de los peritos.
Guantes y cubrebocas son repartidos entre los asistentes pues en el ambiente se percibe todavía un fuerte olor a gasolina fresca.
Algunos de los vecinos, mostraron interés en acudir al lugar solo por curiosidad y admiran la jornada que apenas comienza.
A pesar de la tragedia, algunos niños se encuentran en el lugar acompañados de sus padres e intentan ayudar con la búsqueda que encabezan los mayores.
“Los que no estén ayudando, muévanse de la zanja... para que se despeje el olor a gasolina”, se escucha decir entre los pobladores que tienen pico en mano
Gracias a avisos y llamadas, familias completas siguen llegando al enterarse del acceso otorgado por las autoridades.
Los restos de Hugo Antonio Godoy son recogidos por su primo, quienes identificaron de inmediato los restos de su mochila con la que iba a trabajar.
En espera de encontrar restos en mejor estado, la gente se mantiene alerta ante el aviso de los que trabajan dentro de la zanja.
En bolsas de papel los peritos recolectan restos útiles para el reconocimiento de cuerpos.
Ante la incertidumbre y con mucho cuidado, los pobladores caminan entre las evidencias encontradas por peritos que se encuentran en el lugar.
Un hombre mira atento la labor de cientos.