Dentro del Pozo 4 de la mina El Pinabete, el silencio es angustia. El agua que inundó los conductos y llevó a su paso piedras, maderas y revolvió la tierra, no deja ver más allá que la superficie. Al fondo, más allá de 30 metros, en alguna burbuja de aire se espera que estén los 10 mineros, aguardando por la ayuda.
›El colapso del pozo de carbón ocurrió a las 13:30 horas del 3 de agosto en ese rincón de Coahuila, y las horas mostraron que no sería una tarea sencilla, porque es una mina que nunca debió explotarse por el alto riesgo. Pero ninguna autoridad estuvo allí para impedirlo, ni las secretarías del Trabajo estatal ni federal, tampoco Protección Civil, la Comisión Federal de Electricidad o la de Economía. Nadie. Pero el tiempo, ya 223 horas, también han demostrado que los cuerpos de seguridad y rescate no están entrenadas para atender estas emergencias. Todos llegaron tarde, y los esfuerzos todavía no son suficientes.
Las imágenes de cada uno de estos nueve días, de las familias, de los mineros, de las autoridades y la comunidad, sólo reflejan la angustiosa espera.
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