MARÍA IDALIA GÓMEZ Y GABRIELA RIVERA
Con una crítica a quienes excluyen a los indígenas, a los que sufren, a los ancianos, a los jóvenes y a los menos favorecidos, y exigir a los ciudadanos y a la Iglesia que se coloquen a su servicio y sean solidarios, pronunció su primera homilía del Papa Francisco en México y en la Basílica.
A partir de la figura de María y de Juan Diego, en su mensaje Francisco sostuvo que Dios se hace presente a todos, pero especialmente a “todos aquellos como él (Juan Diego) sienten que no valían nada”.
“En ese amanecer Dios despertó y despierta la esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y de los descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en esta tierra. En ese amanecer, Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos”.
Este fue su primer mensaje desde la celebración de la misa y tras visitar a la Virgen de Guadalupe en su casa, y en la que estuvieron presentes el presidente Enrique Peña Nieto, su esposa y sus hijos; así como el secretario de Gobernación.
El Papa habló nuevamente de esperanza y de la fuerza de los que menos tienen, que no pueden quedar excluidos de la comunidad, de la sociedad, la cultura y la propia Iglesia.
“Todos somos necesarios, especialmente aquellos que normalmente no cuentan por no estar a la ‘altura de las circunstancias’ o no ‘aportar el capital necesario’ para la construcción de las mismas”, expresó en la homilía.
Al final, envió un mensaje de esperanza y una convocatoria para la solidaridad, ante el dolor que en México se experimenta por la violencia y la injusticia:
“No te dejes vencer por tus dolores, tristeza, nos dice. Hoy nuevamente nos vuelve a enviar; hoy nuevamente nos vuelve a decir, sé mi embajador, sé mi enviado a construir tantos y nuevos santuarios, acompañar tantas vidas, consolar tantas lágrimas.
“Tan solo camina por los caminos de tu vecindario, de tu comunidad, de tu parroquia como mi embajador, levanta santuarios compartiendo la alegría de saber que no estamos solos, que ella va con nosotros. Sé mi embajador, nos dice, dando de comer al hambriento, de beber al sediento, da lugar al necesitado, viste al desnudo y visita al enfermo. Socorre al que está preso, perdona al que te lastimó, consuela al que está triste, ten paciencia con los demás y, especialmente, pide y ruega a nuestro Dios”.
FRANCISCO LLEGA LA BASÍLICA
Luego de casi una hora de trayecto, el papa Francisco arribó a la Basílica de Guadalupe para oficiar por primera vez una Santa Misa, en dicho templo.
Minutos antes de las 16:00 horas, el Papa Francisco salió de la nunciatura Apostólica y saludo a los feligreces que allí le esperan.