El programa de incorporación de mujeres trabajadoras del hogar al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha fracasado.
En la segunda fase de su implementación —a tres años de su arranque—, únicamente el 1.8% de las mujeres que se dedican a esta labor de forma remunerada ha sido inscrita por sus patrones al Seguro Social.
Aunque la tendencia de incorporación ha crecido, el esfuerzo ha sido insuficiente para atender a la totalidad de las trabajadoras.
De acuerdo con un informe publicado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, en noviembre de 2020 había 26 mil 193 personas trabajadoras del hogar inscritas ante el IMSS y, para febrero de 2022, subió a 43 mil 823.
“Empero, las 43 mil 823 inscritas al 28 de febrero de 2022 equivalen a poco más del 1.8& de las dos millones 336 mil 518 personas trabajadoras del hogar contabilizadas por el Inegi”, se expone en el informe.
El 68% de las personas son mujeres y el 32% restante son hombres, mientras que el 24% del total se concentra en la Ciudad de México y el estado de México.
“En distribución por edades, en promedio, el mayor número de registros se daba en mujeres de 50 años y hombres de 55 años, lo que se explica porque este segmento de la población es el que tiene mayor interés por contar con asistencia médica, entre otras prestaciones”, detalla el informe.
A lo anterior se agrega el bajo salario otorgado. “Por su parte, el salario reportado mantuvo una tendencia similar a la de la primera fase, pues se ha mantenido por debajo de los dos salarios mínimos, al registrar un mínimo de $194.80 pesos en diciembre de 2020 y un máximo de $230.50 pesos de enero y febrero de 2022”, se precisa en el documento.
La mayoría de las personas trabajadoras del hogar inscritas a este programa tienen un solo empleador, siendo que la mayoría del gremio en todo el país lo conforman quienes trabajan por días u horas para más de un patrón, por lo que deben generarse mecanismos para incentivar la inscripción de quienes laboran bajo esa modalidad.
Los principales obstáculos a los que se ha enfrentado dicho programa son los prerrequisitos de ingresos, que no contemplan las condiciones actuales del sector; desinformación sobre el programa en los distintos niveles de atención a la ciudadanía; falta de difusión suficiente y diferenciada por público; desconfianza en las instituciones e incentivos insuficientes para personas empleadoras.
68 por ciento de las personas dadas de alta son mujeres, y el promedio de edad es de 50 años.
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