Fox, Calderón y Peña, los fracasos digitales

14 de Enero de 2025

Fox, Calderón y Peña, los fracasos digitales

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Los programas del actual gobierno para incorporar tecnologías de la información a las escuelas han resultado experimentos costosos y de poco impacto, igual que los de anteriores gobiernos

Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto tienen algo en común: los tres fracasaron en su intento por incorporar la tecnología digital a las escuelas de educación básica, concluye un estudio de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), el cual subraya que la falta de planeación ha sido el denominador común en las políticas de infraestructura escolar.

Primero fue Enciclomedia, durante la administración de Fox; luego Habilidades Digitales para Todos (HDPT), con Calderón, y más recientemente los programas peñistas de Laptops para alumnos de 5o. y 6o. grados de primaria, el Programa de Inclusión y Alfabetización Digital (PIAD) y el Programa de Inclusión Digital (PID).

Todos esos esfuerzos funcionaron bajo el principio de la modernización: “si se utilizan medios digitales, los estudiantes de educación básica ampliarán sus competencias para afrontar las necesidades productivas de la sociedad del conocimiento”, pero el peso de las condiciones reales los hizo naufragar, refiere la investigación denominada Evaluación de la política de infraestructura y equipamiento en educación básica.

“La desigualdad social, la insuficiente infraestructura para la conectividad, la falta de una cultura digital basada en los preceptos metodológicos de la academia, y docentes preparados en el antiguo modelo educacional —sostiene— fueron elementos clave para entender las restricciones del logro de la promesa de la modernidad en el país, además de que no existieron estudios conclusivos acerca del beneficio de utilizar computadoras o tabletas en el aprendizaje”.

Ninguno funciona

En Enciclomedia y HDPT, el postulado “si el docente emplea medios digitales, los alumnos mejorarán su aprendizaje” resultó falaz, señala la investigación, ya que en la práctica no se demostró que todos los profesores tuvieran las aptitudes para emplear los recursos tecnológicos, además de que gran parte de las escuelas no contaba con la infraestructura para albergarlo, comenzando por energía eléctrica y servicio de internet.

Por si fuera poco, hubo anomalías en la aplicación de los recursos, anota el órgano fiscalizador. De 125 mil 562 aulas digitales reportadas como instaladas en 2012 por Enciclomedia, la SEP sólo acreditó la recepción de 100 mil 704. De HDPT, entre 2009 y 2012 se adquirieron ocho mil 878 aulas, de las cuales sólo 29.5% (dos mil 620) fue instalado.

El programa de Laptops para niños que cursan 5o. y 6o. grado de primaria, aplicado desde 2013 con Peña Nieto, supuso que “si el alumno cuenta con computadoras, sabrá investigar y procesar información”, pero no se cumplió la meta porque la efectividad de la enseñanza dependía de las novedades pedagógicas introducidas por los docentes, y éstos fueron rápidamente rebasados.

Además de que los equipos sólo se entregaron en 15 entidades, los gobiernos estatales incurrieron en subejercicio superiores a 169 millones de pesos.

El PIAD, que operó entre 2014 y 2016, planteó que “si alumnos y docentes están capacitados en el uso de herramientas computacionales, las utilizarán para producir conocimiento”, lo cual nunca no se logró por falta de mecanismos de monitoreo y evaluación de los efectos en las competencias de los beneficiarios, apunta la investigación de la ASF.

El programa resultó un fiasco, pues no se dispuso de información sobre la entrega efectiva de las tabletas electrónicas, no hubo un monitoreo sobre el impacto del programa y no se contó con información sobre la disponibilidad de energía eléctrica en las 30 mil escuelas participantes. Además, 54% de los planteles no contó con servicio de internet para garantizar el funcionamiento de los dispositivos, nunca se aclararon los criterios para aplicar el programa sólo en 15 entidades ni se contó con información presupuestal desglosada por entidad federativa y municipio para verificar la correcta aplicación de los recursos, según la ASF.

Por su parte, el PID, lanzado en 2016 como un último esfuerzo por concretar la inclusión digital en educación básica, partió de la premisa de “si los alumnos y docentes cuentan con equipos digitales, y aulas para su uso, serán partícipes de la producción de conocimiento y competencias”, pero se volvió a carecer de información para verificar el uso efectivo de los equipos como medio de indagación, y no para descargar música y videojuegos, puntualiza el informe.

Inversión de bajo impacto

En conjunto, entre 2008 y 2016, el gobierno federal ha gastado más de 30 mil millones de pesos en los diversos programas para incorporar las tecnologías de la información y el conocimiento a las escuelas de educación básica.

En conclusión, la Auditoría refiere que la introducción del uso de las tecnologías de la información al sistema educativo nacional “resultó impulsiva, más en forma de un discurso modernizador, que postuló a la tecnología como la solución para los males que históricamente se venían arrastrando desde el siglo pasado (bajos niveles de logro educativo), cuando ésta es un recurso, no un fin”.

Al no preverse esta reflexión, agrega el estudio, es comprensible que la implementación de los programas gubernamentales tuvieran varias fallas: problemas para asegurarse del funcionamiento de los equipos; docentes no preparados para guiar la nueva forma de conocimiento; alumnos que aprendían a utilizar los equipos por fuera de las aulas; desembolsos cuantiosos del presupuesto federal para dotar de equipos que no fueron mantenidos, ni actualizados, y “la falta de una estrategia con visión para lograr que cada alumno utilice un dispositivo digital, tan cotidianamente como hoy en día se utilizan cuadernos y libros de texto”.

“Para un estudiante que pasa en su escuela las horas más lúcidas y activas de su día, los recintos escolares son, ni más ni menos, el cofre donde se forja la memoria de su alma”. Arturo Guerrero, frase incluida como epígrafe en el estudio de la ASF