Formación docente, reto ciudadano

18 de Diciembre de 2024

Formación docente, reto ciudadano

VICENTE AMADOR

ENTRE EL DRAMA Y LA COMEDIA | El blog de Vicente Amador

«¿Cómo podemos enseñar bien los profesores si hemos dejado de aprender?»

Olga Casanova en @educacionfutura

La calidad de los profesores es central en la educación. Especialmente en los primeros años de escolaridad, la imagen y labor de los maestros en el aula es determinante para la formación del ser humano. Basta revisar la experiencia individual para advertir la importancia en nuestra historia de docentes con vocación, conocimientos y desempeño responsable. Seguramente recordaremos la influencia que la pasión y claridad expositiva de algún maestro ejerció sobre nosotros para que nos gustara cierta materia. Incluso, a partir del aprecio por esa asignatura, muchos elegimos un camino profesional.

Al considerar lo mencionado, la Estrategia de Formación Profesional Docente (EFPD) —anunciada esta semana por el Secretario de Educación, Aurelio Nuño— resulta un paso de gran valor en el impulso del sistema educativo nacional. Ojalá hubiéramos tardado menos en detonar lo que el sentido común, la evidente necesidad y el éxito de otros países tantas veces nos reclaman. Al relegar la formación de las generaciones jóvenes, mucho se ha dejado de ganar en productividad y calidad de vida.

Una vez detectadas las áreas de oportunidad que deben subsanarse a través de la capacitación magisterial, hay que invertir. En el caso de la EFPD, el presupuesto para la formación continua pasó de 203 millones de pesos en 2015 a 1,809 para este año. El incremento es notable. Al respecto, habrá que revisar si este aumento presupuestal, aunque significativo, es el conveniente. Asimismo, una eficaz labor ciudadana será cuidar que los recursos se destinen y ejerzan adecuadamente. No faltarán interesados en aprovecharse del erario.

Otro acierto de la EFPD es que pretende capacitar tanto el dominio de conocimientos disciplinares como el fortalecimiento de competencias pedagógicas: es decir, lo que el maestro sabe y cómo lo expone. Tan importante el primer aspecto como el segundo, particularmente en un mundo de cambios vertiginosos donde un amplio segmento de profesores se formaron en técnicas pedagógicas que no consideran ni las nuevas herramientas tecnológicas ni las formas y categorías de pensamiento de las generaciones jóvenes.

En una entrevista que Andrés Oppenheimer le hizo años atrás a Bill Gates, el magnate concluía que la diferencia entre los países que avanzan y reducen la pobreza y los que no, es la humildad de los primeros para reconocer lo que está mal y debe mejorarse.

Al respecto, sorprende saber que, según el Banco Interamericano de Desarrollo, más del 70% de los latinoamericanos están satisfechos con su instrucción pública. La situación es chocante, pues usualmente nos encontramos en los últimos sitios de los comparativos educativos internacionales: en la evaluación PISA más reciente, México se ubicó en el último lugar entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Sería bueno que los mismos profesores tengan en cuenta la conclusión de Bill Gates sobre la humildad, pues la historia también muestra que los cursos de capacitación encuentran resistencias en el cuerpo docente, sobre todo en aquellos acostumbrados a un sistema estático, anacrónico y corrupto. Conseguir que los profesores se desarrollen, ¡o se vayan!, es otro reto estratégico para impulsar como ciudadanos.

A mi amigo Pedro Aparicio, ejemplo docente.