En días pasados, se reportó de la presión que Estados Unidos está ejerciendo para que México declare como actividad esencial la manufactura automotriz; ya que de no hacerlo, la cadena productiva es incompleta para el vecino y socio del norte; es decir, México es parte medular en la producción de vehículos, ya sea por autopartes, por ensamblaje e incluso el armado de vehículos.
En contraste, alguno países de Asía ya se encuentran con actividad, saliendo aparentemente de la pandemia, sin embargo, su regreso no es al cien por ciento ni con la normalidad previa a la aparición del Covid-19. Han tomado medidas de sana distancia permanentes, han restringido el número de personas que usen el transporte público para evitar conglomeración de personas, lo mismo para bares, restaurantes, parques, etc. En Alemania, una empresa de ensamblaje automotriz, inició actividades, con modificación de turnos y número de trabajadores, además de la modificación de equipo de seguridad e higiene al interior de la fábrica.
La salud pública es cuestión de Seguridad Nacional, al igual que la estabilidad social y económica de un país, actualmente México está en la fase tres de la pandemia con el pico más alto de contagio, con la actividad económica más disminuida y con la zozobra social incontrolable, tanto en redes sociales como en el comportamiento en confinamiento, ya que la violencia intrafamiliar también está in crescendo, los grupos de la delincuencia organizada y desorganizada no han dejado de “trabajar” a lo largo y ancho del país y todo esto implica problemas sin resolver, es por ello que en introspección hice el ejercicio de la transición a salir del Covid-19.
Aquí les comparto algunas de las ideas, que en el corto plazo, considero todos debemos implementar, hasta en tanto no exista vacuna o cura para el Covid-19:
Lavar las manos por 20 segundos al menos una vez por hora;
Uso de gel antibacterial;
Uso de cubre boca permanente;
Evitar aglomeraciones;
Limitar reuniones personales, sociales y laborales en contacto con no más de diez personas simultáneamente con estricto apego a la sana distancia;
Sanitización de los espacios públicos y de trabajo de forma permanente;
Limitar espacios en los bares y restaurantes a que no esté a más del sesenta por ciento de la ocupación y con la distancia adecuada;
Escalonar el regreso al trabajo y actividades escolares; cambios de horarios de turnos para evitar que todos los servicios se saturen y tengamos la posibilidad de la sana distancia;
Limitar el uso del transporte público; para mantener la sana distancia y en su caso cambiar los turnos y horarios; seguramente podrán compartir algunos otros con esta columna queridos lectores.
Esto no es un invento personal, son patrones y protocolos utilizados por los países que están transitando de salir del Covid-19 y retomar la rutina del día a día, en conciencia que todo será antes y después del Covid-19 en el mundo. El éxito y fracaso depende de todos, la diferencia entre los chinos, coreanos, alemanes, noruegos, etc. Es la disciplina con la que actúan y cumplen las instrucciones de la autoridad y la consciencia que tienen por el otro, por la comunidad.
En México, lamentablemente, esto último, no se nos da. De forma y fondo, debemos de analizar, sí vamos a cambiar, esto debe ser desde prácticas de educación, sanitarias; pero también las alimenticias, lamentablemente tenemos la taza de mortandad más alta del mundo ante esta enfermedad, casi el diez por ciento, sin importar los rangos de edad, ya que tenemos el índice de población más alto con hipertensión, obesidad y diabetes; lo que hace que una persona con una enfermedad crónica como estás, que contraiga el Covid-19, incrementa el porcentaje de riesgo de muerte. Entonces, o entendemos que esta enfermedad, es una sacudida introspectiva personal y colectiva, o seguiremos cuidando los centavos y perdiendo los pesos.