Este fin de semana concluyó en el mundo la Semana Santa, que para los católicos es la remembranza de los últimos días de la vida de Jesús. Año con año, hay una serie de actos litúrgicos, pero más allá de la religión, para muchos son días de descanso que en los calendarios escolares implican 2 semanas de vacaciones. Esta vez, las fechas coincidieron con la feria de San Marcos en Aguascalientes, y la feria del Caballo en Texcoco, y en general muchos lugares se convierten en un destino turístico natural por tener playa, otros por ser pueblos mágicos o ciudades coloniales con muchas tradiciones religiosas.
En lo particular, tuve oportunidad de pasar días en Ciudad de México y en Querétaro, en donde para mí la tranquilidad de ciudad pequeña ya no existe, por el contrario, se ha convertido en uno de los destinos turísticos sin playa más visitados del país. La problemática local es desde hace siglos obvia y majestuosa “no hay agua”. Así, de forma y fondo, ver en las redes los niveles de aforo en todos lados con tanta gente, me generó un sin número de sentimientos encontrados, ansiedad, angustia, estrés, enojo, coraje, tristeza y me obliga al análisis y reflexión a partir de plantear la pregunta: ¿De qué nos sirvió la pandemia?
La palabra resiliencia y otroriedad, no dejan de rebotar en mi cabeza. Qué tanto hemos normalizado nuestra tragedia humana que ya nos hicimos resilentes ante la normalización de tantos temas, lo mismo de violencia que de la pérdida de la salud o la vida por la Covid-19, y entonces pensar más allá de uno mismo de forma egoísta es lo ordinario y pensar en el otro resulta absurdo.
Sin duda, el ser humano, es el único animal capaz de repetir su historia, sin haber aprendido de ella. Si apreciamos datos de la Organización Mundial de la Salud, hoy en China, como hace dos años, está en pandemia, es decir la Covid-19, con sus múltiples mutaciones, sigue transmitiéndose y costando vidas. En Brasil, por ejemplo, hay una mutación de la sepa de Ómicron.
Al parecer, no aprendimos de la pandemia el ser precavidos y mesurados con acudir a espacios con mucha gente. Pensar que tener mucha población vacunada, no quiere decir que actuemos como si la pandemia no hubiera existido, o peor aún, como si ya estuviéramos el problema bajo control total.
La reacción de tener semáforo en verde y permiso para no usar cubrebocas en lugares abiertos o al aire libre, no garantiza el que, después de varios eventos masivos --como lo fue en ocasión anterior al confinamiento, la celebración del Corona Capital--, a dos años de la pandemia
se vuelva a presentar un repunte o la mutación del virus de Covid-19.
Reflexionemos y corrijamos, la posibilidad de hacer cosas de forma distinta, pensando que si habrá un mañana y no a la inversa, salir como si nada hubiera pasado. Al ver, por ejemplo, las fotos de la feria de San Marcos 2022, en la que se comprueba que de poco o nada ha servido la pandemia sin cubrebocas y sana distancia, porque en las imágenes hay centenares de personas en una pequeña plaza.
Hay que retomar lo básico, guardar sana distancia, lavar las manos con agua y jabón de forma constante, uso de antibacterial, así como de productos de limpieza y el uso adecuado del cubrebocas.
Cuidémonos y tratemos de tener ¡Felices Pascuas!
Nota al pie de página:
La acción que la Cancillería mexicana ha emprendido ante las autoridades del país vecino del norte, en contra de los fabricantes de armas, ha generado muchas reacciones, sobre todo aquellas respecto de la responsabilidad penal/civil empresarial conocida como compliance. No hay que dejar de dar seguimiento a este tema, que sin duda generará un precedente histórico para ambos lados del Río Bravo.