La ovación de pie en la Metropolitan Opera House (conocido como el Met) al final de la función de Florencia en el Amazonas no dejó lugar lugar a dudas del éxito que ha tenido desde su estreno el 16 de noviembre la ópera mexicana del compositor Daniel Catán y la libretista Marcela Fuentes Berain, la primera en 97 años que se canta en español; aunque no es esa la única característica a la que debe el afecto que ha despertado y que le ha permitido sortear las críticas de algunos expertos.
Además, la función era especial, pues era la de la transmisión vía satélite a distintas partes del mundo, entre las que destacaban, por supuesto, las de habla española, el idioma de origen alrededor de una cuarta parte del personal del Met, y en especial las latinoamericanas, por el origen mexicano de la obra, su trama, que transcurre en Brasil y está inspirada en la obra del escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien fue maestro de Fuentes Berain, y el tema: el amor romántico que bordea con lo mágico, pero casi sin tocarlo.
En la transmisión en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, donde estaba presente la propia Marcela Fuentes, también había un entusiasmo palpable; empezando porque tuvo muchos más asistentes que las dos óperas de esta temporada del Met transmitidas previamente en el recinto mexicano: Dead Man Walking y X: The Life and Times of Malcolm X.
La ovación en el Met y algunos aplausos en el Auditorio crecieron especialmente con la presentación de los cantantes, a quienes la música de Catán, enmarcada en el neorromanticismo, permite un gran lucimiento, emotividad y cercanía con el público. Especialmente en el caso de la protagonista, Florencia Grimaldi interpretada por la soprano de ascendencia mexicana Ailyn Pérez.
También destaca en el elenco la soprano Gabriella Reyes, de ascendencia nicaragüense, quien interpreta a Rosalba, una periodista que se embarca rumbo a Manaos con la esperanza de conseguir una entrevista con Grimaldi (quien es famosa porque sólo se sabe de ella cuando “aparece” en las funciones) para el libro que escribe sobre ella.
De manera inesperada Rosalba, que no se da cuenta de que Grimaldi va en el mismo barco, encuentra el amor en Arcadio, interpretado por el tenor Mario Chang, de Guatemala; sin embargo, ambos temen a una relación amorosa por el dolor y las peleas a las que, creen, les conducirá. Otra pareja en el barco es ejemplo de ese desamor: Paula (la mezzosoprano de Islas Canarias, España, Nancy Fabiola Herrera) y Álvaro (Michael Chioldi, barítono)
Incluso el personaje de Grimaldi, como gran diva de la ópera de principios del siglo XX, viene del amor, pues ella admite que su expresiva y privilegiada voz se originó en su intensa pero breve relación con Cristóbal, un cazador de mariposas de quien nadie sabe nada después de una de las ocasiones en que se internó en la selva.
El elenco se completa con Riolobo, interpretado por el barítono italiano Mattia Olivieri, un personaje comodín que contribuye al desvanecimiento de los conflictos amorosos, inspirado en el folclor colombiano, y el comprensivo Capitán (Greer Grimsley, bajo barítono).
También fueron muy aplaudidos los creadores del impactante aspecto visual (y buena parte del humor) del montaje, en especial los creadores de las marionetas de las pirañas, el chango y el cocodrilo.
Con todo eso a su favor, los señalamientos, que han hecho críticos como Zachary Wolfe del New York Times, de que a la historia le falta dramatismo (el poco que hay en los desencuentros amorosos se resuelve casi de inmediato), de que la música es esencialmente igual para todos los personajes y de que en términos generales le falta profundidad a la obra, aunque quizá certeros, no han impedido el éxito del montaje, su disfrute y que se pronostique que este fue apenas el inicio de una mayor presencia de óperas en español en esta y, quizá, en otras casas de ópera de importancia internacional.
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