Año Nuevo budista, eclipsado por golpe de Estado en Myanmar
Desde el primero de febrero, miles de manifestantes han salido a las calles para protestar por el golpe de Estado que ha dejado más de 700 muertos
La crisis abierta por el golpe de Estado militar en Myanmar eclipsa a la fiesta del agua, inicio del Año Nuevo budista, con armas de verdad suplantando a las pistolas de agua y una sangrienta represión en lugar de los multitudinarios festejos habituales.
Es el segundo
año
consecutivo que el período de vacaciones por las fiestas de Thingyan, previstas de martes a viernes, se ve perturbado. El
año
pasado, las restricciones ante la pandemia del coronavirus ya obligaron a las autoridades a anular las batallas de agua en público, las fiestas callejeras y los espectáculos de danza.
El golpe militar del 1º de febrero, que expulsó del poder a la dirigente civil Aung San Suu Kyiy, provocó una feroz represión que ha dejado hasta hoy más de 700 muertos civiles, y ha anulado casi las ganas de cualquier festejo.
El doctor Nyi Nyi Lwin, de 26 años, basado en Rangún, lo explica: “El período de Thingyan es el momento más feliz para todos los birmanos. Hace calor, pero la gente no siente el calor porque se juega en el agua, y todo el mundo está de buen humor” explica este médico, que da un nombre falso, por razones de seguridad.
Las batallas acuáticas forman parte de un ritual de purificación para recibir el nuevo año budista, también celebrado en Tailandia, Camboya y Laos. De acuerdo a la tradición, el agua aleja a los espíritus malignos, y aporta, a quien es rociado con ella, paz, felicidad y prosperidad en el año entrante.
“Pero no podemos apreciar esta fiesta en este sombrío período”, asegura este médico. “Nuestras esperanzas han quedado arruinadas por este golpe de Estado. Los birmanos no son felices porque hay centenares de personas muertas, y miles de detenidas. ¿Cómo podríamos ser felices?”, pregunta.
Una fiesta “revolucionaria”
Los opositores al
golpe
de
Estado
han llamado a boicotear las festividades organizadas por la Junta.
“No hay razón alguna de participar en cualquier fiesta mientras no vuelva la democracia”, escribió un internauta en Facebook. “Participar en el festival de Thingyan es una falta de respeto hacia los responsables detenidos, los ciudadanos y los héroes que han caído como mártires”, aseguró otro.
La represión de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes prodemocracia en Myanmar ha ido en aumento y, además de los más de 700 civiles muertos, unas 3 mil personas han sido detenidas, señala un recuento de la Asociación de Asistencia a los Presos Políticos (AAPP).
En Nyaung-U, en la región de Mandalay (centro), militantes colgaron octavillas amarillas en la cabeza de las estatuas de bailarinas tradicionales, exhortando a la población a no participar en las fiestas del agua.
En el estado de Môn, ubicado en la costa del mar de Andamán, los habitantes consideran que participar en las celebraciones es una falta de respeto hacia las minorías desplazadas por las fuerzas de seguridad.
“Viven una situación tan difícil que nuestra actitud podría incluso ridiculizarlos”, dice un mensaje colgado en Facebook.
Hace 15 días, las autoridades habían instalado escenarios para la fiesta en Mandalay, la segunda ciudad del país, y en la capital Naipyido, pero luego han sido retiradas.
Lynn Thant (nombre cambiado), de 30 años, quiere celebrar estas festividades en modo de protesta: recitando poesía satírica, haciendo arte contestatario y manifestándose en las calles.
“Vamos a crear nuestro propio Thingyan revolucionario, no un Thingyan festivo”, promete.
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