Mirar al norte en Canadá y regresar a los orígenes después de un autoexilio prolongado a Montreal por casi 20 años fue una tarea que agobiaba a Elisapie Isaac, como si se tratara de una nueva versión de la parábola del hijo pródigo en un poblado de la gélida Quebec.
Descendiente de la etnia inuit del norte de Canadá, la cantante de folk electrónico se reconoce como embajadora de la música indígena canadiense, pero también como activista y feminista. Y después de trabajos como There will be Stars (2009) o Travelling Love (2013), entre otros, en 2018 surgió The Ballad of the Runaway Girl, el material que la trajo a México, dentro del contexto del Festival Internacional Cervantino.
Después del nacimiento de su segundo hijo, periodo en el que atravesó por una depresión muy profunda, la cantante de pop y folk buscó aquellas canciones que le dieron identidad. Encontró un cancionero tradicional inuit del que extrajo su propuesta musical y que ha vuelto a poner al gran norte canadiense en el centro de su vida artística.
Son las mismas letras que Elisapie escuchó tras ser adoptada por un matrimonio perteneciente a su etnia, luego de que su madre biológica la abandonara en el aeropuerto Jean-Lesage.
Así tuvieron que pasar 42 años para que hubiera una reconciliación plena con Eva, la mujer a quien Elisapie llama puukuluk, que en inuit significa portador o bolsa, “es así como llamamos a la mujer que nos trajo al mundo, porque yo fui adoptada”, comentó.
Tal vez “Una” sea su canción más personal, de reconciliación y en la que pregunta a su madre biológica cómo se sintió al ceder a su hija en adopción.
Detrás de esta historia viene The Ballad of the Runaway Girl, el trabajo más autobiográfico de Elisapie Isaac y que la ha llevado desde su publicación en 2018 a una gira por varios países de Europa y América.
Las letras y la música de este reciente material no son un tributo, sino el eje principal de su propuesta: hablar sobre su tierra natal y la comunidad con la que creció; es decir, darle a Salluit el reconocimiento de “tierra madre, origen de su existencia”, dice en entrevista con ejecentral.
Este es un cuento canadiense que se desarrolla en tres idiomas: francés, inglés e inuit, la lengua materna de Elisapie, quien usa un lenguaje directo.
Es así que su infancia y adolescencia son motivo para revivir los clásicos de la música aborigen, como Wolves don’t live by the rules, una popular canción punk inuit que su tío Willie Thrasher grabó en 1977.
Asunto de minorías
En su pueblo natal, explica, los inuit hace poco tiempo dejaron de vivir en los iglús, situación que revela una profunda desigualdad. “Ya han salido de ahí, ahora viven de otra manera, pero no ha pasado mucho tiempo de esto; acabar con tantos siglos de racismo nos tomará mucho tiempo”, reflexiona.
“Un asunto, el que sea, se vuelve racista cuando los blancos se dan cuenta y lo visualizan a todo el mundo” es una frase dicha en el show de stand up, Right now por el comediante estadounidense de origen indio, Aziz Ansari, y con el que Elisapie aprovecha para remarcar este punto.
“Claramente vemos cómo es que las palabras son escogidas, pero sin ser por completo ejecutadas”, añade al sostener que los indígenas canadienses siguen manteniendo un nivel de vida por debajo del promedio.
›Sobre Arnaq, tema con el que abre el disco, por ejemplo, Elisapie hace un homenaje a todas las mujeres indígenas asesinadas y desaparecidas, algo que sucede en todas partes del mundo, pero que no se visualiza de la misma forma. Además, lanza otra interrogante ¿cuál es el papel de las mujeres indígenas en la sociedad en su poblado gélido de Quebec?
Añade que si bien Canadá y México tienen pocas similitudes por la distancia entre una y otra o bien, las costumbres, refiere: “De dónde vengo, las mujeres somos la minoría dentro de una minoría”, aspecto en el que encontró un punto de coincidencia.
Por eso The ballad of the runaway girl es el trabajo más significativo e íntimo en su carrera, según la también locutora y documentalista radicada desde hace 20 años en Montreal.
Sus canciones nos permiten conocer una inuit orgullosa de sus raíces, que trabaja para el reconocimiento de las dificultades históricas de los integrantes de su etnia, son sonidos tradicionales del norte del continente, pasados por el filtro del folk-pop.
La referencia más directa es Ton vieux nom, la única canción en francés y en la que hace un llamado a su pueblo para reafirmar su orgullo indígena, y tal vez sea por eso que la palabra esquimal les parece casi ofensiva.
Darkness bring the light, compuesta junto con Joseph Yarmush, guitarrista del grupo canadiense de rock psicodélico Suuns, corresponde a la pieza final del disco y que deja una estela de zozobra, por que ¿quién puede saber a dónde llevan nuestros pasos?
Producción. La cantante tiene cuatro discos de estudio, uno de ellos con la banda Taima.
Historia musical
- Elisapie se presentó por primera vez a los 12 años con la banda Sugluk.
- Colaboró en el proyecto Emmurria, único álbum de la banda Taima, con el que ganó el premio Juno a la Grabación Aborigen en 2005.
- En 2010, Pheromone Recordings lanzó el primer álbum en solitario de Elisapie, There Will Be Stars.
- Su segundo trabajo, Travelling Love, vio la luz en 2012.
- En 2012 los Premios Juno la nominaron erróneamente para ser la artista más innovadora del año, antes de percatarse de que ya le habían otorgado el galardón en 2005.
- Obtuvo una nominación al Canadian Screen Award como Mejor Canción Original por “Far away”, que apareció en la película The Legend of Sarila.