Tres años de decepción

23 de Noviembre de 2024

Tres años de decepción

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En 36 meses es triste observar el simplismo del discurso presidencial basado en el pensamiento mágico de los escapularios. El México que vamos a vivir en los próximos años, si bien nos va, va a ser un México de recuperación de lo perdido

Por distintos caminos abunda un sentimiento generalizado de decepción.

¿Decepción de qué? Por ejemplo, que la venta del famoso avión de 500 mil millones de pesos que nunca apareció. Todos sabíamos que no existía ese dinero debajo de un cajón para llegar y sacarlo. Decepción al fin y al cabo porque el señor Presidente y la 4T sí tomaron una ruta de destrucción innecesaria que comenzó por el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; pero después se encausó hacia los órganos reguladores, contra el INE, contra el Tribunal y todo aquello que significara un confrontamiento a su gobierno. Y eso, francamente, no era algo que estaba en la agenda nacional. Si antes se le preguntaba a los ciudadanos si les preocupaban los órganos reguladores, apuesto ciego a que nadie decía que era un obstáculo para el Presidente de la República.

Lo que se proyectaba antes de su llegada es que el régimen de la 4T llegara con formulaciones de izquierda moderna y progresista. El Presidente llegó con un apoyo enorme que ya perdió. Con ese apoyo pudo haber comenzado una reforma fiscal que hemos venido pateando y que supone encarar el duro trago de quitar la extensión del IVA a alimentos y medicinas. Lo pudo hacer en el primer año de su gobierno porque la credibilidad del Presidente era tan alta que incluso pudo haber pagado con ella el costo de una reforma fiscal.

Este ha sido el sexenio en el que terminaron con la focalización de los programas sociales que llevó años implementar con una buena metodología para ubicar a las familias que más lo necesitaban.

Y ahí viene otra decepción, pues por desgracia lo que hemos visto es un enorme simplismo en las políticas públicas, que es el que confronta al México complejo en el que vivimos. Otro ejemplo: en la industria petrolera se han implementado absurdas políticas sin viabilidad. Plantear una política energética que defienda los fósiles no sólo es contrario a lo que se ha hecho en los últimos años al ser México uno de los países más afortunados al tener recursos que proporcionen energía limpia, sino que contradice las directrices que están siguiendo en el mundo para tener menos emisiones de carbono y convertirse en una de las economías más limpias del planeta. Recibimos dos veces más sol que Alemania, que tiene más de 50% de su economía limpia.

En este sexenio debíamos estar atentos a lo que hacen otras economías del mundo y observar cómo resuelven sus problemas. Cuando México ingresó a la OCDE, pregunté ¿y qué ganamos al ingresar a ese grupo? La respuesta fue muy sencilla: compararnos con los ricos. La conversación podría ser diferente y plantear situaciones distintas a la comparación con economías más alejadas al desarrollo, y se ha revertido al punto de establecer una medida de bienestar diferente e inventar nuestra propia lectura al cambiar la medición del PIB.

¿En qué momento alguien le dijo al Presidente que se podía gobernar este país peleando con los capitales nacionales y con los internacionales?

El hecho es que la inversión extranjera bruta y la inversión fija bruta se han caído de manera dramática. ¿Resultados? Malos.

Y en el sector salud otras más. ¿Cómo se puede acabar con el Seguro Popular que llevó 20 años construir y que tenía muchas cualidades? Acabar de un plomazo con una institución que beneficiaba a más de 20 millones de habitantes es una de las decisiones más difíciles.

Ya en el plano internacional también es decepcionante la actitud pugilista del Presidente. No deja un buen sabor de boca a nadie: ni a los medios de comunicación ni a los periodistas. Tampoco deja un buen sabor internacional que ahora se estén presentando ante instancias internacionales quejas sobre las muertes de periodistas y numerosos casos sobre desaparición forzada.

En tres años es triste observar el simplismo del discurso presidencial basado en el pensamiento mágico de los escapularios, y “decirle a los españoles que nos pidan perdón” por la Conquista. Esas situaciones que sólo abonan para dividir al país usando recursos como la pelea entre conservadores y liberales. A tres años de distancia se puede deducir que esta administración llegó sin saber qué querían del país, mostrando una profunda falta de profesionalismo, pensando que los votos les iban a permitir cualquiera de sus caprichos.

Sin duda el país va a salir adelante.

En los hechos estamos mucho peor, principalmente en el rubro de economía, la salud y la seguridad, pero estamos mejor, porque hace tres años la ola lopezobradorista nos dejó tirados en el piso. No sabíamos por dónde comenzar; pero ahora ya no es tan sencillo para el Presidente, quien encuentra oposición por todos lados. Una oposición que se fue organizando de manera natural. ¿Cuándo íbamos a pensar que PRI, PAN y PRD se unirían? Pues ya pasó y ya fueron a elecciones juntos. El México que vamos a vivir en los próximos años, si bien nos va, va a ser un México de recuperación de lo perdido.

Ese otro país hay que retratarlo, ese otro país sí alienta.

Necedad. Plantear una política energética que defienda los fósiles es contrario a lo que se ha hecho en los últimos años para que se proporcionen energías limpias.

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