Facebook, Google y el negocio de desinformar

27 de Noviembre de 2024

Facebook, Google y el negocio de desinformar

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No se trata de un accidente, hay quienes pagan muy bien por los distractores

Tras la masacre en Las Vegas, los dueños de las principales redes sociales alimentaron con falsedades que se presentan como noticias a una masa incalculable de internautas. No se trata de un accidente, hay quienes pagan muy bien por los distractores

Hemos llegado al triste y tonto punto de la historia en el que lo único menos sorprendente de los actos de violencia masiva son las formas en que los megadistribuidores de información de nuestro planeta lo arruinan todo con fraudes, engaños y confusión. El problema está completamente identificado: Facebook, Google y, en menor medida, Twitter tienen el mismo control de calidad que una venta de garaje y, al mismo tiempo, la escala de 100 mil tiendas de Walmart. Pero a pesar de todas nuestras críticas y ataques, estas empresas tienen un gran desincentivo para corregir el rumbo: el dinero.

A raíz de otra masacre estadunidense, esta vez en Las Vegas, el escrutinio de los medios se dirige una vez más a Facebook, Google y Twitter, por las mismas viejas razones. Los sitios entregaron una y otra vez enlaces algorítmicos a sitios web que vendían mentiras deliberadas y desinformación. Estas compañías alimentaron con falsedades que se presentan como noticias a una masa incalculable de usuarios en línea, algo que ahora parece completamente normal y que sólo resulta digno de mención porque se dio en el marco de una tragedia nacional atroz. La discusión ahora pasará de “esto es malo” a “¿qué se puede hacer?”, y podemos esperar las respuestas típicamente vacías de las oficinas de relaciones públicas de Silicon Valley. Y nada más.

Es muy importante mantener presente a Fox News en estos días. La cadena de televisión es esencialmente un vehículo de distribución menos sofisticado para el mismo tipo de noticias que llevan tráfico a Facebook y a otros sitios: personas hipócritas ladrando verdades a medias e insinuaciones para hacer enojar a la gente.

›El toque que ha dado Facebook a esta fórmula fue haberse dado cuenta de que: 1. No tiene que pagar a su propio equipo de sujetos con mala voluntad, ya que hay muchos en la naturaleza que lo harán gratis, y 2. Millones de personas aprovecharán la oportunidad para hacer que los demás se sientan igual de enojados que ellos si se les da un botón para presionar.

Sin embargo, el negocio es el mismo: Las emociones desbordadas son una mercancía poderosa. Parecería ridículo preguntarle a Fox News por qué no deja de dibujar a los jóvenes negros como animales y criminales, o a los musulmanes como salvajes y bombarderos, y así sucesivamente. Es obvio por qué no, porque estas representaciones son sus acciones, y ¿qué empresa se llevaría a sí misma a la quiebra? Estamos en un punto muerto similar con Facebook y sus amigos.

Hay algunos números por los que estas empresas viven y mueren. Una de estas cifras es la cuantificación del engagement, un término que se mantiene deliberadamente vago para que pueda expandirse más fácilmente; básicamente se traduce en “cosas que suceden en el sitio web”.

Fuentes dudosas. Un usuario de Twitter alerta que la empresa Google cita a 4Chan como fuente fidedigna de noticias.

Para Twitter, eso significa tuits, retuits, favoritos y varias otras actividades derivadas del clic. “Más” es directamente equivalente a “mejor para el negocio”, no importa más de qué exactamente. Para Facebook, esto se traduce en mensajes escritos, compartidos, gustados, etc. Cuanta más gente se encuentre viendo Facebook o haciendo clic en sus links, más alto es ese número de engagement, mejor lucirá la empresa frente a inversionistas y anunciantes, las dos partes que determinan si una empresa de internet será masivamente lucrativa o está destinada a la muerte.

El dato. Facebook tiene 286 millones 942 mil usuarios en Estados Unidos, donde la población con acceso a interne es de 323 millones 995 mil.

La posición de Google aquí es ligeramente diferente dado que el conteo de usuarios individuales importa menos, pero la esencia es similar: cuanta más gente visite Google y haga clic en sus links, mejor. Sólo necesitas pasar varios minutos en internet para darte cuenta de que muchas de estas miradas y clics incluyen cosas como cacería de brujas racistas, evangelización de la supremacía blanca, engaños deliberados e incluso interferencia electoral de algún tipo. Desde hace años, los principales corredores de información en internet han prometido mejorar, pero entregan esbozos de signos de mejora. Esto no es una señal de fracaso sino de falta de esfuerzo. Todavía está por verse cómo luce un esfuerzo real, serio y concertado por parte de una empresa de tecnología hacer para filtrar los actos deliberados de daño y engaño.

La noción de que Twitter no podía frenar a los bots y a los nazis o que Google no podía poner a 4chan en su lista negra de sitios de noticias es absurda. La cuestión es que, dados sus fines de lucro, el engagement generado por sitios que son un fraude absoluto es igual o mayor que el de aquellas páginas que no tratan de engañar y defraudar a sus lectores.

Los anuncios políticos de Facebook que supuestamente fueron comprados por el gobierno ruso entraron en la misma bóveda que los anuncios de Nike y Pepsi, y los tuits que cargan amenazas de violación cuentan igual en el reporte trimestral de Twitter como los de la NASA o Denny’s. El internet cada vez más tóxico está funcionando según lo diseñado por las compañías que controlan la mayor parte de él, de esos monolitos corporativos que controlan los principales canales de distribución de información digital y tienen obligaciones con sus accionistas, no con la sociedad civil.

También existe el problema de que parecemos disfrutar de las mentiras y que nos place abusar de los otros. Las publicaciones fraudulentas y los sitios noticias falsas reciben tráfico no sólo de los bots, sino también de los lectores ansiosos que se preocupan mucho más por el tribalismo y la venganza que por la precisión.

Claramente, el statu quo es terrible, si no es que insostenible. Pero hay algunos remedios obvios; un coloso tecnológico como Facebook es, como Max Read escribió en un relato fantástico para la revista New York, algo que trasciende la categorización, y pocas personas, por lo menos en Estados Unidos, quieren que el gobierno legisle lo que se considera verdadero o digno de ser noticia. Puede ser que en un futuro cercano la sociedad decida que ninguna compañía debe tener la capacidad de distribución que poseen Google, Facebook y, en mucho menor grado, Twitter (el consejo directivo de Twitter sin duda desea que sus métricas de engagement sean lo suficientemente altas como para ser una amenaza legítima a la civilización).

Tal vez los gobiernos y los órganos reguladores del mundo decidan que ninguna empresa, y menos aún Facebook, debería poder ponerse en contacto con dos mil millones de personas a la vez, si así lo decide, y dividirlas en piezas más pequeñas y manejables. Hasta entonces, por lo menos, sería saludable dejar de esperar que estas empresas se muevan a cualquier lugar más allá de la distancia más corta alcanzable mientras se arrastran los pies. Simplemente hay demasiado dinero por hacer en este momento.

Traducción: Carlos Morales

Fuentes dudosas. Un usuario de Twitter alerta que la empresa Google cita a 4Chan como fuente fidedigna de noticias.