#ExpresoDeCabaret | De misionera, al Senado: Patricia Mercado
Si bien la legisladora impulsa una agenda que incluye la despenalización del aborto, el ingreso mínimo vital y la igualdad salarial entre hombres y mujeres, lo difícil es imaginar que estas propuestas tengan su génesis en un colegio católico
La trayectoria de Patricia Mercado, la prolífica legisladora de Movimiento Ciudadano que ha presentado 44 iniciativas en el Senado, abarca también una candidatura a la Presidencia en 2006 y la Secretaría General de Gobierno de la Ciudad de México durante la gestión de Miguel Ángel Mancera. Ella no pierde el tiempo, pues en medio de la contingencia por la Covid-19 dedica gran parte de su día a impulsar el tema del ingreso mínimo y se da espacio para leer, disfrutar una buena película o un trago.
¿Es cierto que prefiere llegar tarde que llegar sin peinar y sin aretes?
— Sí. Yo soy muy peinada y si no traigo aretes me siento muy incómoda. Me gustan los aretes y no se me mueve un pelo. Es muy obregonense, somos muy así, pintaditas, peinaditas...
¿Es más difícil producirse para verse natural?
— No. Hace mucho tiempo tomaba clases de inglés con una maestra gringa. Me dijo ‘te quiero regalar el estudio de colores”. Mi ropa combina bien porque toda es de esa paleta de color. (...) Aunque me guste mucho algo, si no me queda, no me lo compro. Me visto muy rápido. En media hora estoy lista.
¿Dice groserías?
— Sí las digo. ‘Cabrón’, ‘Ay está cabrón’, pero no tengo alguna especialmente. ‘Es una chingadera’, quizá. Alburera menos, no me sale, no los entiendo.
¿Se planteó la posibilidad de tomar los votos?
—Sí, eso en algún momento me lo planteé. Nunca estuve cerca de volverme totalmente una novicia, una monja, pero sí quería ser misionera laica. Lo hablé varias veces con mis padres. En ese tiempo había un grupo que se llama “Viva la Gente” y yo me quería ir. Eso sí, no me dejaron.
¿Si le hubieran dado permiso, se hubiera aventado?
—Sí, yo creo que sí. Me hubiera ido, fácil. No sé si hubiera permanecido, pero sí me hubiera ido con Viva la Gente un año o dos. O hubiera planteado a las monjas que me ayudaran a irme a un lugar como misionera laica. (…) Las monjas me invitaron al Concilio de Taizé en Guadalajara, fue un encuentro muy fuerte(...) En México había muchos círculos obreros formados desde la construcción de la Teología de la Liberación y todo eso lo conocí en ese concilio.
¿Tuvo miedo de renunciar a algo por los votos?
—Veía cómo vivían las monjas y no era mi interés. (...)No me checaba renunciar a todo el compromiso que venía construyendo.
¿Por qué la llamaron Patricia Hearst?
—(Como estudiante en la Universidad de Sonora y en medio de una huelga en 1974) Yo era como un bicho medio raro y se formaron una imagen mía de que yo llegaba en carro último modelo y era rica, pero mi familia era clase media. En ese año secuestraron a Patricia Hearst (nieta del magnate de los medios, William Randolph Hearst). Ella se enamora del secuestrador que era guerrillero (miembro del Ejército Simbiótico de Liberación) y hay toda una historia alrededor. Nos parecíamos un poco: la nariz, el pelo (…) y me empezaron a llamar así.
¿Qué otra cosa habría estudiado?
—Algún tipo de ingeniería. En esa época había mucha ignorancia. Saliendo de secundaria yo ya estaba inscrita en un Colegio de Monjas (…) En unas vacaciones, la mamá de una amiga mía se encontró a mi madre y le preguntó ‘¿qué va a hacer Patricia?’, ‘Va a estudiar para secretaria’ y la mamá de mi amiga dijo ‘¿cómo va a ser secretaria?, mándala a estudiar la preparatoria’. Mi mamá me preguntó y dije que sí.
¿Se imagina cómo habría sido su vida como secretaria?
—Hubiera tenido un momento de mucha frustración (...) y me hubiera casado rápidamente con un agricultor de Sonora, de Obregón. Posiblemente nunca me hubiera puesto al frente de nada.
Hablando de eso ¿se volvería a aventar por la Presidencia?
—No. Si yo me lanzara a una candidatura a la Presidencia sería para ganar. Cuando fui candidata a lo más importante era fijar una agenda.
¿Se consiente con una copa?
—Sí. No lo hacía en el trabajo legislativo y menos antes, pero ahorita sí me gusta comer con una copita de vino blanco, a veces con una cerveza, en reuniones más personales con mi familia, con mis amigas un viernes en la tarde y tomarme una cuba. Disfruto tomar algún trago en algún momento. Sí me consiento.
¿Qué otras actividades disfruta?
— Me gusta ver series. El fin de semana trato de separar, que no me coma el tiempo porque en algún momento ya no sabía qué día era. Alguna buena película, alguna serie, algún documental porque entre semana no me da tiempo.
¿Cuál es la última serie que ha visto?
—Unorthodox. Luego vi otra que se llama Good Girls Revolt, cuando recién empezaba el feminismo en Estados Unidos. Es muy suave. Transcurre en una revista que puede más o menos ser la historia del Newsweek, donde a las mujeres no se les permitía firmar las notas.
¿Disfrutó Juego de Tronos?
— Cuando salió. Me encantó. Las mujeres son tremendas. Son muy fuertes, muy presentes. No hay buenas o malas. Todas tienen su lado. En general me parece que el papel de la mujer es muy importante, muy significante.
¿Cuál es su personaje favorito?
— La chiquilla, Arya. Ella me encantó. Estaba del lado de los buenos, pero era despiadada. Tenía un fin. Tenía una visión de qué hacer y quería ocupar su lugar. No le interesaba el lugar de los demás.
¿Qué le gusta leer?
— Estoy leyendo ensayos. No se me ha antojado leer novelas. ¿Por qué fracasan los países?
Materiales de Hugo Pipitone, del CIDE un hombre de izquierda maravilloso que ha escrito sobre la izquierda en América Latina. Tampoco había leído el último libro de José Woldenberg. Ahora lo estoy haciendo.
¿Sabe bailar?
— Me encanta bailar salsa. Como soy norteña bailo norteño muy bien. A mis amigas les encanta que yo lleve el ritmo porque lo bailo muy bien. La banda y todo eso.
¿De trapo en
el piso y toda la cosa?
—Sí. Meto el pie y doy vuelta. Soy famosa entre las feministas y entre mis amigas porque bailo muy, muy bien.
¿Tiene un gusto culposo?
—Me gusta el shopping y me da vergüenza. Me puede producir un enorme placer. No soy consumista mala onda, pero sí me da placer ir y comprar algo para mis hijos, mi familia. Los zapatos. Soy muy típica, me encantan. Así como Carrie (Bradshow, personaje de Sex and the City), pero ella se compraba zapatos de mucha marca.
¿Cómo vive el confinamiento?
—Quedarme en mi casa los primeros 15 días fue un poco, difícil. Pero en este momento me puedo sentar a las 9 de la mañana, salir de mi cuarto y levantarme a las 9 o 10 de la noche. Finalmente mi trabajo es llegar a acuerdos con gente. No es fácil, pero tampoco me lo hago imposible, pero en algún momento saldremos.