“En Ucrania me sentía más tranquilo que en México”: Jair Cabrera, fotógrafo

25 de Diciembre de 2024

“En Ucrania me sentía más tranquilo que en México”: Jair Cabrera, fotógrafo

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La fotografía es la profesión que eligió, a través de la que fue conociendo y entendiendo el mundo que lo rodeaba y en el que había crecido; pero también ha sido la encargada de llevarlo a retratar la condición humana en sus más difíciles condiciones

Jair Cabrera Torres nació y creció en Iztapalapa, entre muchas armas, fiestas y juegos de futbol interrumpidos por balaceras, pero también con un calor de familia que desde la niñez lo arropó y lo salvó de quedar atrapado en la descomposición social en una de las alcaldías más violentas de la Ciudad de México, aunque no evitó que su vida se cimbrara con la primera muerte cercana, la de uno de sus amigos.

Su origen es relevante, las vivencias en el barrio de Iztapalapa son parte de su formación y la manera de mirar, de colocar la lente y de atrapar sus imágenes, que exudan una enorme conciencia de la vida y de la muerte, del dolor y la vileza, pero también de la belleza por vivir.

La historia de este joven de tez morena, barba larga y mirada seria, con tan sólo 34 años, podría describirse en una de sus frases: “La muerte me enseñó a vivir”. Pero también definió su trabajo: contar la violencia para frenarla y extinguirla. Y así apareció entre las 100 mejores fotos de la revista Time.

A pesar de reconocimientos y premios como reportero gráfico, él prefiere estar lejos de los egos reporteriles y recurre a narrar, mostrar, servir…

Comenzó la magia

Las buenas historias comienzan, generalmente, de manera fortuita, y así comenzó la de Jair Cabrera. Al terminar la preparatoria, a los 17 años, por invitación de su hermano mayor llegó a la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente y se inscribió en uno de los talleres de fotografía que entonces impartía Jesús Villaseca y Mark Powell, fotógrafo de Detroit.

“Me metí al taller y el primer día veo al profesor, su manera de comunicarse con nosotros en nuestro salón, que era un tubo de drenaje. Desde ahí, desde que entras al taller, a la clase, no es un salón común y corriente. Y dije, ‘bueno, voy a intentar a ver qué pasa’.

“En la segunda clase, que fue a la siguiente semana, hicimos el primer ejercicio que era la cámara estenopeica, hacer la fotografía con una caja de cartón y cuando hice esa primera foto —la recuerdo bien, recuerdo bastante bien la sensación— cuando la meto a los químicos y se empieza a revelar la fotografía, a mí se me hizo como si fuera magia, como la magia esa que me contaban desde niño que era algo que aparecía de la nada. Fue entrar en ese trance, la magia de la fotografía. Cuando vi eso ese instante dije ‘yo quiero ser fotógrafo, yo me quiero dedicar a esto’”.

Jair Cabrera

¿La fotografía, una puerta contra la violencia?

La fotografía es la herramienta, el oficio o la profesión que yo decidí elegir. A través de la foto yo me fui conociendo y fui entendiendo el mundo. El mundo que me rodeaba, en el que yo había crecido y acepté lo que nos tocaba vivir, hasta las muertes de mis propios amigos.

›“La fotografía me hizo mirarme a mí mismo. Salí de la violencia a través de ella, pero también me adentró de nuevo a la violencia, porque es un tema que me interesa, porque yo he sido parte de la población vulnerable, de las sociedades con falta de oportunidades, violentas, por eso no puedo voltear hacia otro lado.

“Me interesa la historia de la madre desaparecida, porque yo estuve en un episodio muy complicado donde pensaba que me iban a desaparecer y mi madre me iba a buscar; lo del tema de los feminicidios, de las chicas que mueren, porque todos los días pienso en todas las mujeres cercanas que quiero demasiado, que puede ser alguna de ellas. Entonces al fin de cuentas todo el tiempo hay una relación”.

La fotografía, ¿oportunidad para salir del barrio?

La gente que me rodea, la que yo he decidido que esté cerca, todos los días me lo dicen de diferente manera. Mis padres se preocupan demasiado cada que salgo algún sitio, pero siempre me apoyan, siempre dicen: ‘bueno es lo que tú decidiste, es lo que tú elegiste, y si te hace feliz ve para adelante, ve por tus sueños, no te detengas’.

“Los amigos del barrio. Por ejemplo, recuerdo alguna vez un amigo que tenía poco de haber salido del reclusorio, y yo ya hacía fotos, yo ya estaba cubriendo cosas, viendo otros contextos, entonces yo le decía: ‘me siento muy mal que yo tenga el privilegio de estar en esos lugares y ustedes sigan aquí en este entorno, que tu hayas salido apenas de la cárcel’ y me decía: ‘a ver, a ver, con calma, tú disfruta lo que te tocó hacer. Nosotros, cada uno, decidimos hacia donde fuimos y ahora lo único que tienes que hacer es enseñarnos el mundo que tú ves a través de tus imágenes y, sobre todo, representa a este barrio de la mejor manera y que sepan que no, no solamente la gente que crece aquí es violenta por naturaleza, el contexto nos hace y solamente necesitamos una oportunidad para salir de aquí y tú fuiste uno de ellos. Entonces, ahora, tu representa eso’”.

¿Para quiénes son tus fotografías?

Yo soy un adicto al Instagram, pero todas mis fotos, primero, están dirigidas a la gente que retrato, a mis amigos más que al gremio periodístico. Eso ya se me fue de la cabeza desde hace años. Los reconocimientos del gremio, los premios si vienen, están bien, pero si afuera una chica a quien le hice unas fotos porque sufrió violencia me dice ‘gracias’, eso es el mejor regalo que tengo todos los días.

“Para mí es un estilo de vida. Yo no me veo no haciendo fotografías, no contando historias. Y esto me lleva un compromiso social. Sé que tengo una herramienta muy importante y que ahora yo se lo digo a los grupos de víctimas de diferentes situaciones, esto soy yo, esta es mi manera de vivir y lo pongo al servicio de ustedes para lo que ustedes quieran usarlo y que se difundan esas luchas. Entonces, para mí ha sido un estilo de vida y llevado con el compromiso social, completamente”.

Volver a nacer

En mayo de 2017, junto a otros periodistas, Jair fue privado de su libertad en una cobertura en Guerrero, lo que dio un giro de tuerca a su vida:

“Hasta antes del 13 de mayo de 2017 entendía la conexión de vivos y muertos en un espacio, pero al final era una violencia que ya había vivido en el barrio en el día a día, pero un poco separado, en donde había una cámara entre esa realidad y yo, pero después del 2017, que yo digo que ahora es mi segundo cumpleaños. Mi vida da un giro, porque yo en ese momento sabía que nadie estaba exento a la violencia que se está viviendo en el país, que las desgracias están tocando en nuestra puerta todos los días y en cualquier momento pueden entrar”.

En 2018, Jair viajó a Afganistán a retratar los estragos de la guerra en Medio Oriente, y cuatro años después, en abril de 2022, llegó a Ucrania. En ambos viajes, tras retratar la pólvora, el doloroso carmesí que deja la muerte, y las ciudades destruidas, su reflexión fue la misma “esta guerra no es mía”.

“Una de las cosas que me pasaron por la cabeza, estando ahí en un contexto de guerra, sí es el temor, porque te puede caer cualquier cosa del cielo, pero estando ahí me empezó a mover el tema de México. Yo le decía a los compañeros periodistas internacionales que me sentía más tranquilo ahí que en México, porque en mi país no sabes con quién estás comiendo al lado.

“En Ucrania, por ejemplo, si no vas al frente, no te pasa nada y en México, aunque no vayas al frente te puede caer algo en cualquier momento o puedes estar en el lugar no indicado a la hora no indicada y te pueden levantar y más siendo periodista. En ese tiempo que estuve iban cinco periodistas asesinados en Ucrania, mientras en México ya llevábamos siete”, recuerda.

Pero con los reporteros de guerra fue más allá mientras reflexionaba. “Yo les decía: ‘ustedes están en el privilegio de cuando termine esta guerra te regresas a España y te vas a Mallorca a tirarte a la playa o te vas a Valencia y a comerte una paella, y a tomar vino tinto, y yo regreso a México a seguir contando historias, como las de unas chicas atacadas con ácido’”.

“Ucrania me dejó grandes aprendizajes. Ver la guerra como tal, donde hay muchos intereses políticos, económicos. Pero lo más impactante para mí es regresar a México, para mí es lo más fuerte, porque llevamos una guerra de muchos años y no para, sigue habiendo muchos desaparecidos, feminicidios, bueno, todo lo que ya sabemos. Cambian gobiernos y no cambia la situación, entonces eso para mí es lo más impactante ahora tras la Guerra de Ucrania”, soltó con malestar.

La violencia llegó desde un puente

En diciembre de 2015, la revista Time publicó las mejores imágenes que muestran lo atropellado y simbólico que puede ser cada año, y entre ellas apareció una fotografía de Jair Cabrera, la de un cadáver colgado en el Puente de la Concordia, ocurrido el pasado 19 de octubre.

¿Cómo fue?

La foto del colgado para mí fue muy simbólica, digo, habíamos visto muchos colgados en los estados, pero ese día que a mí me avisaron, me avisó un compañero (y dijo): ‘Tienes un colgado enfrente de tu casa’. Estaba durmiendo y le dije ‘¿cómo, cómo va a ser un colgado?’ y no le creí, le dije ‘déjame dormir un rato más’ y le colgué. Me volvió a marcar, me dijo: ‘Tienes un colgado en frente de tu casa. Es en serio’. Entonces me levanto y voy hacia el lugar que estaba a 10 minutos de ahí, voy con mi hermano y con otra compañera. Llegamos al lugar y cuando veo el cuerpo, en redes sociales se estaba tuiteando, que cómo se acercaba el Día de Muertos, que era un muñeco. Entonces, cuando llego ahí, pensé ‘no creo que pueda pasar esto aquí, yo creo que sí es un muñeco’. Empecé a hacer fotos, pero fue tanta mi curiosidad que me puse abajo del puente, abajo del cuerpo y aventé el flash lo más que se pudo, lo vi, era la cara del chico toda golpeada y todo vendado, entonces dije ‘sí está pasando’.

“Ahí fue cuando pensé, ‘esto ya nos alcanzó en la ciudad’, y ya se hablaba, ya había ejecuciones, pero ese tipo de situaciones no había pasado. Ese momento para mí fue impactante y sobre todo porque fue cerca de mi casa.

“Hice las fotos, las mando a una agencia china con la que yo trabajaba. Después me hablan los de El País y me piden que les venda dos fotos, les vendo dos fotos y después, finalmente me hablan los de la agencia Associated Press y ellos me piden solo una foto, cuando se las doy, empieza a circular por todos lados.

“Fue cuando las autoridades reconocen que efectivamente se trata de un cuerpo. Eso, cuando tuitearon eso, fue cuando yo dije, ‘el trabajo de nosotros ya se hizo. Hasta aquí cumplí, porque desmentimos una versión oficial’”.

¿Cómo se ve Jair Cabrera en unos años?

La verdad es muy complicado, ni siquiera puedo verme ni a dos años, por los temas que he ido tocando. Digo todo el tiempo, son temas que me mueven personalmente, pero que me van sumando, dejar a los activistas, organizaciones sociales o a las víctimas, ya es muy difícil, yo cada vez estoy más adentro, entonces para mí, de aquí a dos años, lo que me gustaría hacer es empezar a hacer más largometrajes.

“Por ejemplo, en el tema de las chicas quemadas con ácido se han ido juntando y ahora, la última que fui a grabar, fue la semana pasada en Iztapalapa, que fue agredida en 2021, va a cumplir un año el 28 de mayo. Entonces, voy a hacer una historia de ella para el aniversario, pero ella fue la que dijo: ‘quiero que Jair la cuente’.

“Me decía una de las chicas, los ataques de ácido no existen porque nadie los menciona, entonces, hay que mencionarlos tal cual, son ataques de ácido por intentos de feminicidio. Entonces, esas cosas te van, vas a aprendiendo el día a día cómo irlas tratando, muy sutiles muy respetuoso, entonces, yo también estoy en un proceso de aprendizaje, gracias, a que las víctimas o a que este tipo de personas me van abriendo su intimidad, no, entonces, yo lo veo así, de dos a cinco años, pues empezar a hacer largos, es lo único que veo, pero parar, no lo creo, no lo creo”.

¿Hay que resistir?

En esta profesión, en el gremio, los egos están demasiado altos, pero yo siempre que puedo les digo que los periodistas no somos la historia, cuando la estamos contando, la de nosotros tendrá alguien que venir a contarla de otro lado, pero nosotros no podemos ponernos ahí.

“Va pasado el tiempo y he dejado de convivir con los compañeros del gremio, yo estoy ahora con la gente a la que le hago fotos, que le hago las historias, convivo más con toda esa gente, que con los del mismo gremio, porque no me gusta la manera de pensar, el ambiente, porque yo no estoy buscando reconocimientos.

“No sé por qué los premios periodísticos los tienen que premiar periodistas, si no estamos haciendo periodismo para periodistas. Mejor que los elija la sociedad, que diga: ‘estoy contento con el trabajo que hicieron o no estoy contento’, y también eso nos hace crecer. Aunque en Instagram nos seguimos fotógrafos, yo no hago fotos para ellos. En el gremio es muy complicado ir contracorriente, es difícil, pero bueno, hay que resistir y hay que seguir ¡a lo que estamos!”.

“sé que tengo una herramienta muy impor-tante y, que ahora yo se lo digo a los grupos de víctimas de diferentes situaciones, esto soy yo, estA es mi manera de vivir y lo pongo al servicio de ustedes“: jair cabrera.

las vivencias en el barrio de Iztapalapa son parte de su formación y la manera de mirar, de colocar la lente y de atrapar sus imágenes, que exudan una enorme conciencia de la vida y de la muerte, del dolor y la vileza, pero también de la belleza por vivir.

El Dato. 5,536 seguidores tiene hasta el momento Jair Cabrera en su cuenta de Instagram.