Expertos proponen legalizar el mercado de drogas como método de combate

¿Todas las drogas son equivalentes? De no ser así, ¿por qué se les trata de la misma manera? Estas preguntas fueron las bases para exponer un novedoso argumento sobre la regularización diferenciada de los estupefacientes en América Latina.

En la mesa sobre “Regulación de mercados de sustancias actualmente prohibidas” de la VIII Conferencia Latinoamericana y XX Conferencia Argentina sobre Políticas de Drogas, se propuso una posible solución viable para frenar los daños que se han generado por varios años con las políticas prohibicionistas de gestión de las drogas.

Los expertos aseguraron que la regulación de drogas desde la perspectiva mundial, y tomando el sistema jurídico del régimen internacional del control de drogas, no permite un aspecto fundamental que es la legalización de un mercado de drogas que, a su vez, permita una nueva forma de convivencia con el uso no-médico de estas.

En ese sentido, el panel reunido en Buenos Aires, Argentina, se planteó un nuevo enfoque a considerar por los órganos legislativos de los países de la región como un intento por abordar el tema del combate a las drogas que respete los derechos humanos y no se enfoque solamente en el uso de la fuerza pública para combatirla.

En el fondo, los expertos pusieron en cuestión la idea de “todo o nada” en la regularización de los estupefacientes, pues los problemas de los cultivos ilícitos, el narcotráfico y el uso de drogas se han agudizado, y sus consecuencias son cada vez más devastadoras para los Estados y para la sociedad.

No hay consenso mundial para regularizarlas

La especialista neerlandesa Pien Metaal, activista y politóloga, que forma parte del programa Drogas y Democracia del Transnational Institute (TNI), argumentó que la legalización de las drogas contraviene las reglas internacionales porque estas no admiten el uso de la sustancia proscrita al uso medicinal y científico. En su forma industrial solo se permite para la creación de cáñamo y, en el caso de la hoja de coca, como saborizante de la Coca-Cola.

Aunque la tendencia en los países, en América y Europa es contraria, cada vez más países se suman a gestionar el asunto con la regularización, lo que impide que el comercio de estas sustancias que se limite al territorio nacional, pero los campesinos se enfrentan a la búsqueda de legitimidad en otros países.

Esto resulta fundamental porque significaría la “legalización de un mercado de drogas” que arrebataría a las mafias (de drogas) el mercado ilegal. El único reto que advierte Metaal es que “solo podría darse si efectivamente se logra captar el total de la demanda que existe”. Lo cual requiere de una apertura internacional y no solo local.

Así, si Colombia legalizara la cocaína en su territorio, no terminaría con los problemas asociados porque el mercado no es interno, la cocaína se exporta, sobre todo a Estados Unidos. La experta no es optimista en que se modifiquen los tratados en el futuro, al menos en el mediano plazo, pero piensa factible que a nivel regional haya avances.

Legalización regional

A Bolivia le toca de cerca esta problemática con la hoja de coca, cultivo ancestral que se conserva en la cotidianeidad de los bolivianos actuales. Tal como lo expuso el representante del ministro de relaciones exteriores de Bolivia, Juan Carlos Alurralde, la hoja es más que la visión “neocolonial” con la que se aborda el tema desde el extranjero, es, dijo, un asunto cultural.

Señaló que abrir el mercado de coca dejaría de dañar su mercado interno por lo que uno de los instrumentos para lograrlo desde el ascenso de los gobiernos de izquierda en la Paz ha sido denunciar en la Conferencia de las Naciones Unidas para la adopción de una convención única sobre Estupefacientes de 1961 del uso legal de la coca y sacarla de la clasificación.

Además, se busca que la diáspora boliviana comienza a exigir sus derechos de consumir la hoja en los países donde viven con el argumento del respeto de la cultura propia.

En este sentido Gustavo Bolívar, Senador de la República de Colombia y representante de Gustavo Petro en la Conferencia, señaló que la cocaína como tal debe legalizarse, pues es un mercado que para su producción ha inmolado a miles de personas desde Colombia a México.

Indicó que el último reporte señala que en 2017 había 171 mil hectáreas sembradas de coca y se producían mil 58 toneladas de cocaína; cifra que pasó a 143 mil hectáreas, pero hubo más productividad, mil 228 toneladas de cocaína producidas en Colombia. En la época de Pablo Escobar la producción llegaba a 600 toneladas de cocaína.

Argumentó que el gobierno de Gustavo Petro busca “descriminalizar la naturaleza y regular su uso criminal”, en lo que representa un giro a los usos ancestrales que se le daba a la hoja en la región, al igual que se hace hoy en Bolivia y Argentina.

Es decir, el panel propuso dar un paso a la regularización del mercado de las drogas de manera regional para que se empuje de manera internacional una nueva solución al problema que han costado la vida de miles de personas en los últimos tiempos. DJ

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