Esta semana se concretó la tercera acusación contra el expresidente Donald Trump, y con ello acumuló el republicano 78 cargos. Pero en este juicio, a diferencia de los dos anteriores, es distinto, es histórico, coinciden los medios estadounidenses, analistas y congresistas, pues podría ser capaz de cambiar el rumbo político y cimbrar el sistema de justicia de Estados Unidos.
Adicionalmente, este juicio llega en un contexto igualmente histórico por ser complejo para el país. Una guerra en el mundo, tensiones con China que ha obligado al gobierno estadounidense a una reingeniería financiera ante una economía interna tambaleante. Y todo ello a unos meses de que se definan los candidatos a la presidencia, y que en estos albores electorales, estarían técnicamente empatados al presidente Joe Biden y Trump en las simpatías por el voto: una encuesta elaborada en julio por The New York Times y Siena College, publicada el martes 1 de agosto, plantea que ambos tienen un 43 % de los votantes.
Entonces, no es sólo que se trate de una acusación sin precedentes contra un expresidente por la que podría ser encarcelado hasta 55 años y que se concentra en 45 páginas, sino las razones que expone, pues el exmandatario fue acusado por los fiscales federales de conspirar para defraudar a los Estados Unidos, conspirar para obstruir la certificación de los resultados en el Congreso (se refiere al asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021), obstruir e intentar obstruir esa certificación y conspirar contra los derechos de los votantes.
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En suma, para el Departamento de Justicia Donald Trump cometió un ataque a la vida democrática de su país y a una transición pacífica. Para el expresidente, es una persecución política y un ataque a su libertad de expresión. “Es un día triste”, sostuvo el republicano el jueves tras su audiencia de imputación.
“Este tercer procesamiento en menos de cuatro meses es el que finalmente apunta al núcleo del problema, el que definirá el futuro de la democracia estadounidense.
En el centro de la causa “Estados Unidos de América vs. Donald J. Trump” está nada menos que la viabilidad del sistema construido aquel lejano día de verano en Filadelfia (hace 236 años)”, se leía en la editorial de The New York Times.
No fue el único diario estadounidense que habló del tema y fueron más los que, con diferentes palabras, estuvieron de acuerdo en esta acusación y todo lo que implica para el país.
Los más conservadores, como The Wall Street Journal reconocieron que el comportamiento de Trump en 2020 fue “engañoso y destructivo”, pero no necesariamente podría considerarse un delito.
Aunque el fiscal especial del Departamento de Justicia, Jack Smith, y hasta la propia juez Tanya Chutkan consideran que debe ser un juicio rápido, pero la defensa de Trump anticipó que no quieren eso.
Con ello, se suma otra razón que coloca a este juicio en una ruta crítica en la que pueden correr en paralelo la justicia y el sistema electoral estadounidense. Porque el hecho de que el exmandatario esté bajo proceso e incluso sea sentenciado, no le impide pelear por la Presidencia de la República.
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De allí que Trump insista en que se trata de una “conspiración” electoral, y tras su audiencia asegurara, como si estuviera ya en campaña, que “no me pueden vencer y me procesan”.
Y es que a pesar de las tres causas judiciales en su contra, Trump sigue siendo el gran favorito para convertirse en el candidato presidencial del Partido Republicano y las encuestas muestran, como la reciente del New York Times, que entre sus seguidores más fieles, no cree que haya cometido delitos federales.
El sistema de justicia estadounidense también se pondrá a prueba, han dicho los especialistas, porque en un caso tan politizado deberá demostrar su fortaleza institucional. Los abogados de Trump han señalado que en Washington no existen las condiciones para un juicio justo, por ser un estado demócrata y en un juzgado donde ya han sido sentenciados los participantes de la asonada del 6 de enero.
Es por ello que el litigante John Lauro dijo a Sacha Pfeiffer de All Things Considered que están “buscando un jurado que sea más equilibrado”, como podría ser el trasladarlo a West Virginia.
Por su parte, el fiscal Smith ha construido su acusación para mostrar la amenaza a la democracia que representó Trump al mentir y tratar de manipular las cosas tras la elección. De probarlo y de continuar el republicano en la competencia electoral, sería la Corte la que tendría que definir el final de esta historia.
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