Tras el ataque armado registrado en el municipio de Guachochi, Chihuahua, la Iglesia católica exhortó a las autoridades estatales y federales a “hacer su trabajo” y ofrecer una “respuesta eficaz” ante la violencia que se vive en la zona Tarahumara.
A una semana de los hechos en los que un joven de 21 años de edad fue asesinado y decapitado y más de 700 casquillos percutidos fueron localizados cerca de la iglesia Santa Anita, el párroco Enrique Urzúa advierte que han sido días muy complicados para las y los habitantes.
Durante la mañana del lunes 5 de junio, la comunidad de Santa Anita amaneció con una intensa balacera y la presencia de personas armadas en la zona. La única víctima mortal que se reportó fue un joven identificado como Claudio G., quien vivía en Guachochi.
En entrevista con Joaquín López Dóriga, el sacerdote Urzúa señaló que no se trata de un hecho aislado, sino que se unen con otros acontecimientos. “Deseo pensar que no es un amedrentamiento o amenaza directa contra la iglesia o contra un servidor”, comentó.
El religioso también informó que varios habitantes de Santa Anita han decidido abandonar sus hogares ante el temor de que se registren más hechos violentos.
“Por amor de Dios y en nombre de nuestras comunidades lastimadas les pido a quienes provocan sufrimiento y muerte que se toquen el corazón, somos hermanos y no es posible que no sientan nada a ver cómo una comunidad completa sale dejando todo a la buena de Dios”, expresó a través de un mensaje en redes sociales.
“Sus familias también sufren cuando les matan, cuando no saben de ustedes”, agregó.
Iglesia hace un llamado a las autoridades
El padre Urzúa también hizo un llamado a las autoridades en espera de una “respuesta eficaz”, además de señalarles que la comunidad se siente sola y desprotegida.
“Sentimos que no hay quien esté con nosotros, quien nos acompañe y nos proteja. Hoy estas comunidades: Santa Anita, El Rosado y Nacachi, están desolados, los mestizos que tienen un vehículo han podido desplazarse, pero nuestros hermanos indígenas no y no pueden salir por víveres, tienen miedo”, declaró.
Junto al párroco se pronunció la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), quienes solicitaron a las autoridades de los tres niveles mantener la estabilidad nacional en medio de “tanta muerte y crimen que se vive en el país”.
La Compañía de Jesús en México también se unió al llamado, recordando el asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier y Joaquín en el templo de Cerocahui, Urique, en la Sierra Tarahumara de Chihuahua.
“Los jesuitas de México pedimos a los diferentes niveles de gobierno, intervengan para devolver la tranquilidad y la paz a las comunidades. Nos unimos al llamado del padre Enrique Urzúa, párroco de la Catedral de Guachochi”, declararon. RM
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