La carrera entre Estados Unidos y China por la supremacía en el manejo de la inteligencia artificial es motivo de preocupación.
Entre los riesgos se ubica el potencial de la tecnología para difundir información errónea, mejorar la vigilancia del gobierno y dañar el clima, advirtió Meredith Whittaker, presidenta de Signal Foundation.
“La inteligencia artificial es una especie de término de marketing y muchas compañías que venden tecnologías muy limitadas se califican a sí mismas como empresas.
Sin embargo, es una tecnología que sólo un puñado de empresas y gobiernos tienen el poder de desarrollar e implementar”, dijo Whittaker, exgerente de Google, quien concedió una entrevista al portal de noticias Nikkei Asia.
Pero la inteligencia artificial se ha convertido en el último frente en la competencia entre Estados Unidos y China; por ejemplo, el Partido Comunista ha construido en China un sistema de vigilancia masivo basado en inteligencia artificial y tiene como objetivo que el país se convierta en el “principal centro de innovación de inteligencia artificial del mundo” para 2030.
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Mientras tanto, las empresas y los académicos estadounidenses piden a Washington que invierta fondos en el desarrollo de inteligencia artificial para evitar que China tome ventaja.
Whittaker, quien fundó el grupo Open Research de Google para abordar temas como el impacto social de la inteligencia artificial, mencionó que los avances de esta tecnología en la última década se han basado en la “enorme cantidad de datos y poder de cómputo que sólo poseen las más grandes empresas tecnológicas de China”.
Whittaker se unió a la junta directiva de Signal, fundación detrás de la aplicación de mensajería cifrada gratuita del mismo nombre, en 2020; en 2022 se convirtió en su presidenta. Incluso en 2021, la Comisión Federal de Comercio la contrató para que se desempeñara como asesora principal en inteligencia artificial.
En su entrevista con Nikkei, Whittaker mencionó específicamente a ChatGPT –cuya popularidad ha impulsado a las grandes empresas tecnológicas en Estados Unidos y China– para acelerar los planes en sus propias versiones del chatbot impulsado por inteligencia artificial.
“ChatGPT está muy publicitado. Hay preocupaciones reales sobre el robo de propiedad intelectual, su capacidad para fabricar información errónea y enturbiar las aguas del ecosistema de la información”, advirtió Whittaker.
