La imagen fue muy poderosa. En la Universidad Iberoamericana, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, participaba en un foro de Derecho, cuando en la sesión de preguntas y respuestas, Alonso Castillo Cuevas, hijo de Alejandra Cuevas, cuya madre Laura Morán fue concubina durante medio siglo de Federico Gertz Manero, le pidió que se pronunciara sobre lo que llamó “la atrocidad” jurídica del fiscal Alejandro Gertz Manero, que acusó a su abuela y a Alejandra de homicidio por omisión en el cuidado de su hermano. Zaldívar lo escuchó sin hablar cuando Ana Paula, hermana menor de Alonso, llevada por la desesperación, lo acusó de bloquear la justicia para atraer el caso, y se hincó ante él para implorar su ayuda.
La “atrocidad” a la que se refería son las órdenes de aprehensión en contra de Laura, de 95 años de edad, y de su hija Alejandra de 68, presa en Santa Martha Acatitla desde el 19 de octubre de 2020. El caso fue desestimado por las autoridades desde la primera instancia, y cuando Alejandro Gertz Manero, investido como fiscal general lo reactivó, un Tribunal Colegiado se preparaba a darle un nuevo revés. Para evitarlo, Gertz Manero pidió a la Suprema Corte de Justicia que atrajera este caso paradigmático de la justicia, que muestra cómo el fiscal de la República ha utilizado todos los recursos políticos y del erario a su disposición, para fines personales.
Zaldívar dijo que no podía pronunciarse porque el caso lo había atraído la mayoría de los ministros y estaba en curso de debate. El expediente que revisarán contiene acusaciones de extorsión, amenazas y chantajes contra la familia, que cedió por la esperanza de que el fiscal detendría la persecusión. No fue así, como documenta una línea de tiempo realizada por Gonzalo, el hijo menor de Alejandro, que participó en la mayoría de las reuniones con emisarios de Gertz Manero, y las conversaciones telefónicas de Ana Paula, cargadas de intimidaciones.
Esta historia comienza el 4 agosto de 2015, cuando Laura encontró a Federico con una herida causada por una caída. Laura le habló al hoy fiscal, quien los fue a ver de inmediato, pero para decirle que tenían una cita y tenía que llevárselo. Pese a las objeciones, eso hizo Alejandro. Federico regresó cerca de las tres de la tarde, y tenía alucinaciones. Laura lo llevó al hospital, pero después de un mes que no vio mejoría, lo regresó a su casa, donde le adaptó una cama y el equipo que tendría en un hospital para tratarlo.
Al no ver mejoría, el 24 de agosto Laura le habló a Alejandro para pedirle que viera cómo estaba su hermano, y que juntos tomaran una decisión sobre qué hacer. Alejandro envió a los doctores de la Universidad de Las Américas en la Ciudad de México, de su propiedad, que tomaron el control. El 29, acompañado por el apoderado jurídico de la Universidad y actualmente su brazo derecho, Juan Ramos, Gertz Manero le dijo que la iba a acusar de homicidio por omisión. Se llevó Federico y le advirtió a Laura que si iba al hospital donde lo internaría, haría que la detuvieran. Sus nietos narran que Federico le pedía a gritos a Laura que impidiera que se lo llevaran. Cuatro semanas después, se enteró por un tercero que su pareja de 50 años había muerto.
La familia no supo nada más hasta el 22 septiembre de 2020, cuando Alejandra le habló su hijo Gonzalo, quien de inmediato fue a verla. Llorando, le dijo que Alfonso Jiménez O’Farrill, el abogado que tomó el caso de los amparos por su amistad con Fernando Díaz, casado con su sobrina y concuño del gobernador del estado de México, Alfredo del Mazo, había renunciado por amenazas contra él y su familia. Jiménez O’Farrill le sugirió buscar abogados y hablar con Díaz.
Eso pasó al día siguiente, cuando Díaz le dijo a Alejandra y Gonzalo que Del Mazo había hablado con Gertz Manero del tema familiar, y quería que le dieran varios “objetos simbólicos” de Federico, como un banderín de la Universidad de Georgetown, un anillo de la familia y figuras prehispánicas. Si se lo entregaban, consideró, podría ser “el final de la pesadilla”. Lo hicieron, pero nada cambió.
El 12 de octubre, Díaz vio a Alejandra y a su hija Ana Paula, a quienes les transmitió la exigencia de Gertz Manero para que le dieran la casa de Virreyes que Federico dejó en usufructo para Laura, con el menaje. Además, el dinero de cuentas mancomunadas de Laura y Federico, que cuando empezó el conflicto con Alejandro en 2015, su excuñada convirtió en un cheque a nombre de Alejandra para protegerlo. También demandó la renuncia de Laura a la pensión de 50 mil pesos que le dejó Federico. “¿Mi mamá está en riesgo?”, preguntó Ana Paula. “No te preocupes”, respondió Díaz. Pero el 16, al salir de su casa con Gonzalo, agentes en un automóvil sin placas la detuvieron sin orden de aprehensión y la llevaron a Santa Martha Acatitla.
Después hubo varias llamadas entre Díaz y Ana Paula, donde la amenazó, intimidó y le dio la nuevas condiciones del fiscal. Le dijo que era mejor que aceptaran su exigencias porque sus hermanos y ella podrían ser acusados de delincuencia organizada. Gertz Manero quería ahora un cheque de caja a su nombre y la renuncia de Laura a todo lo que le heredó Federico. Le dieron 3.5 millones de pesos, que obtuvieron mediante un préstamo personal, entregado junto con la carta-renuncia el 13 de noviembre.
Con eso, ya habían dado todo al fiscal, que despojó a Laura, pero Gertz Manero no se inmutó. No procedió contra la abuela porque también lo es de la esposa de Del Mazo, pero se ensañó con Alejandra, que seguirá en la cárcel a menos que la Suprema Corte decida que, como afirmó Alonso, sí se trató de una “atrocidad” jurídica que tiene que ser corregida.
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