Héctor Javier Villarreal se convirtió en el testigo que ha generado el mayor escándalo hasta ahora en el juicio a Genaro García Luna en Brooklyn, al hablar el lunes sobre un tema donde se cruzan las pasiones del gremio periodístico que, al mismo tiempo, se alinean o chocan con la estrategia de la Presidencia para descalificar a medios y periodistas, que hace que se magnifique en las redes sociales el golpeteo. Villarreal también es quien más falsedades documentadas ha dicho en la Corte, superando por mucho a los criminales que han testificado contra el ex secretario de Seguridad Pública, utilizados por los fiscales estadounidenses para obtener una sentencia condenatoria.
Villarreal, que fue tesorero en el gobierno de Coahuila de Humberto Moreira, se declaró culpable de conspiración para lavar dinero y transportar dinero ilícito a Estados Unidos en una corte federal en San Antonio, Texas, en 2014, enfrenta la posibilidad de ser sentenciado a 20 años de prisión y una multa de 66 millones de dólares en abril, cuando concluya su juicio. Para poder salvar una eventual sentencia, no sólo aceptó testificar a cambio de que Estados Unidos le de asilo político sino que, por lo visto, estuvo dispuesto a cometer perjurio.
Los fiscales se están valiendo de todo tipo de recursos para construir una narrativa que convenza al jurado de que García Luna es culpable de haber estado vinculado al Cártel de Sinaloa. Ese es el juego que está llevando a cabo allá. Acá en México, ayudaron inopinadamente a alimentar una percepción, inspirada en razones políticas, prejuicios o ignorancia, que toma acríticamente las afirmaciones vertidas en Brooklyn y las convierte en una poderosa realidad alterna que le sirve a la Presidencia para linchar a medios y periodistas. Claro, esto no es nuevo.
Como señaló
El Universal
en un
como respuesta a la acusación de Villarreal de que había recibido 25 millones de pesos mensuales para “lavar su imagen”, la campaña de desprestigio y los ataques a los medios de comunicación, con especial atención a ese diario -del cual fui director editorial del 5 de noviembre de 2007 al 20 de noviembre de 2008-, vienen desde 2018. Sorprende el descuido de los fiscales al no evitar contradicciones de sus testigos, ni corroborar sus dichos. Como botones de muestra, referidos algunos también por El Universal, en el caso de Villarreal:
1.- Dijo que estuvo con el gobernador Moreira y con García Luna en la Secretaría de Seguridad el 25 de septiembre de 2008, y que les dio un tour por el búnker, una instalación subterránea donde estaba Plataforma México con tecnología de punta. Sin embargo, el búnker no existía en ese entonces. Había un enorme hoyo excavado y algunos cimientos. Hasta finales de noviembre de 2009 se inauguró.
2.- Afirmó que García Luna le ofreció a Moreira Pegasus, el muy eficiente software para combatir el secuestro y famoso por haber sido utilizado por varios gobiernos para espionaje. El problema es que en 2008 no había nacido Pegasus, que fue creado en 2010 y puesto a la venta en 2011.
3.- Sostuvo que en una ocasión llegó en helicóptero junto con Moreira a la casa de fin de semana que tiene García Luna junto con sus hermanos en Morelos, pero esa casa no tiene ni helipuerto, ni tampoco jardín para que aterrice un helicóptero. Cuando le preguntaron si la casa tenía alberca, respondió que no la vio, aunque personas que la conocen recuerdan que la alberca es lo primero que se ve. Es decir, Villarreal nunca fue a esa casa.
4.- Aseguró que García Luna le pidió a Moreira su intermediación con el dueño de El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz, para que la ayudara a “limpiar su imagen”. La relación de Moreira con el exsecretario, como él mismo lo señala en un comunicado donde refutó las afirmaciones de su viejo colaborador, era muy mala, y llegaron a confrontarse en algún momento hasta con obscenidades.
5.- Villareal dijo que a cambio de que le lavara la imagen, le pagaría 25 millones de pesos mensuales. No precisó cuándo comenzó ese presunto pago, pero para documentar ese “soborno”, presentó una factura por concepto de publicidad de una campaña de rescate al turismo por 11 millones y medio de pesos en 2009, por las cuales, explicó El Universal, se pagaron impuestos.
La realidad desmantela el testimonio de Villarreal y sus acusaciones, pero como se apuntó líneas arriba, la percepción en la actualidad mexicana, es muy poderosa cuando hay una campaña de linchamiento alimentada desde la Presidencia. En los análisis de las redes sociales, el principal impulso a los infundios del testigo fueron cuentas asociadas al vocero y propagandista del presidente, Jesús Ramírez Cuevas, que como se publicó en este espacio el lunes, puso en marcha una estrategia para desacreditar periodistas que cuestionan la solidez de los testigos de la fiscalía y dejan sembrada la duda razonable.
El juicio contra García Luna apenas comenzó y se desconoce el derrotero que seguirá. En Brooklyn, cada uno de los abogados está buscando que su narrativa sea la que persuada al jurado, que determinará si el exsecretario es culpable o inocente. Los abogados no juegan para la gradería mexicana, que está inmersa en el escándalo mediático. Hay un importante sector que incluye a personas críticas del presidente Andrés Manuel López Obrador, que piensa que García Luna sí es culpable de lo que lo acusan. Otros creemos en la presunción de inocencia y que sea el jurado el que determine si es culpable.
Aquí, López Obrador necesita políticamente que lo condenen para poder escalar retóricamente o mediante procesos penales, hasta el expresidente Felipe Calderón. El presidente no ha escatimado en nada. Uno de los recursos instrumentado por Ramírez Cuevas, es la persecución de quien no apoye su narrativa. La prensa libra una lucha de sobrevivencia, sintetizada en la conclusión del editorial de El Universal, donde afirma ante la embestida: “No nos van a callar, no nos van a intimidar”.
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