Lo más claro y contundente para ver la implicación del Ejército en el crimen de los 43 normalistas de Ayotzinapa, es lo más opaco y frágil de la investigación de la comisión presidencial encabezada por el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas. Se trata de los 45 chats de miembros de la banda criminal Guerreros Unidos reveladas en el documento, que describen con crudeza inhumana la forma como mataron y dispusieron de los cuerpos de los jóvenes, e involucran directamente a mandos del 27º Batallón de Infantería de Iguala, con lo cual Encinas aniquiló la “verdad histórica” del anterior gobierno. Sin embargo, enfrenta un importante obstáculo: carecen de sustento técnico y peritajes forenses, que ha llevado a dudas dentro del gobierno actual, de si los chats son efectivamente reales.
Funcionarios de dos dependencias federales involucrados en el Caso Ayotzinapa han puesto en duda la veracidad de los chats en la plataforma de WhatsApp, que incorporó Encinas en su informe de agosto pasado. Funcionarios de una tercera dependencia admiten que la información que entregó Estados Unidos sobre la investigación de la DEA sobre Guerreros Unidos, con chats del Blackberry de Sidronio Casarrubias, que fue jefe -junto con sus hermanos Ángel y Mario- de esa banda criminal y preso actualmente en el Altiplano, tampoco proporcionó el soporte técnico a México, que no importó para ser incluido en el documento presentado por el subsecretario.
Para efectos de solidez en la investigación y judicialización del caso, las pruebas de la comisión presidencial tienen el problema de cómo probar que los chats sí son reales. Eso no será sólo el escollo que tenga la Fiscalía General ante el juez cuando se empiecen a desahogar las pruebas. Otro es que tampoco podrá aportar los teléfonos celulares porque, hasta donde se sabe, el equipo de Encinas no los tiene, ni ha proporcionado los peritajes correspondientes para respaldar las imputaciones.
Funcionarios de dos de las dependencias involucradas están convencidos de que los chats son falsos y fueron inventados dentro de la comisión presidencial. El argumento que tienen los funcionarios, tiene que ver con las pruebas de agua que están incorporadas en la pantalla de WhatsApp como fondo original, donde tiene íconos perfectamente reconocibles, como una silla, una mochila, una guitarra, una motoneta o un astronauta, entre otros. Estas figuras están fijas en el mismo lugar y no se repiten. La capturas de pantalla que presentó el informe de Encinas, tiene íconos en diferente posición y en algunos casos se duplican.
Como botones de muestra:
1.- Hay una conversación a las 15:44 horas del 28 de septiembre de 2014, dos días después de la desaparición de los normalistas, donde David Cruz Hernández,
El Chino, identificado en el informe Encinas como el responsable de la central de comunicación de Guerreros Unidos y jefe de
Los Tilos, los hermanos que eran “halcones” y sicarios, se comunica mediante WhatsApp con Ramiro Ocampo Pineda,
El Chango, identificado como el jefe de “halcones” del grupo en Iguala, en donde se refieren al “coronel”, señalado por el subsecretario como el entonces comandante del 27º Batallón, José Rodríguez Pérez, como alguien que se encontraba en la nómina de la organización. En la parte superior del mensaje se encuentra la palabra “hoy”, que de acuerdo con los expertos, sólo aparecería si la captura de la pantalla se hubiera hecho el mismo día en que se envió la imagen, lo que no fue así.
2.- Hay dos capturas de pantalla, a las 3:12 y 3:13 horas de la mañana del 27, donde Gildardo López Astudillo,
El Gil, el testigo que implicó a los militares, le dice a
El Chino
que quien sólo identifican como
El Negro, presunto jefe de Guerreros Unidos en Iguala, “se está haciendo bolas, que ya no hay tiempo, que a los estudiantes empiecen a ‘dormirlos’, que le diga a la gente que no quiere ninguno vivo”, en donde las capturas de pantalla tienen una línea que cruza por la frente del ícono de un monito, que tapa su boca, mientras que en el fondo original no tiene ningún obstáculo.
3.- En otra, de la 4:22 horas de la madrugada del 27,
El Chino
afirma que “hasta en la mina de los patrones aventaron gente”, que es uno de los mensajes que se han utilizado para derrumbar la “verdad histórica” de que la mayoría de los normalistas fueron incinerados en el basurero de Cocula. Esa captura de pantalla, como sucede en la conversación que tuvo
El Chino
a esa hora, tiene una línea que corta el ícono de un calendario con el número 24, y se traslapa el ícono de la guitarra con el del monito, en lugar de estar abajo, como en el fondo original.
La narrativa de la verdad alterna presentada por Encinas está tejida sobre las conversaciones en los chats, donde además de involucrar a militares con comunicaciones directas entre subordinados del general Rodríguez Pérez y matones de Guerreros Unidos, los señalan como parte de la estructura para desaparecerlos, y muestran que los estudiantes fueron esparcidos en diversos puntos y asesinados con métodos que no incluyeron la incineración.
El gran sustento del informe, que en efecto cuenta una historia muy diferente a la del exprocurador Jesús Murillo Karam, se encuentra en los cuestionados chats, cuya veracidad es puesta en duda dentro del gabinete. Pero el que no haya aportado el soporte y los peritajes no debe llevar a la conclusión automática que sean falsos, aunque todo apunta, por las anomalías que presentan las capturas de WhatsApp, que sí fueron inventadas.
La sospecha puede zanjarse de manera contundente y está en las manos de Encinas. A sus dichos, que es lo que son hasta ahora, debe añadir las pruebas que los chats sí se dieron en el espacio y tiempo como lo señala y entregar los móviles para que puedan realizarse los peritajes forenses correspondientes. Si eso no es posible, su investigación quedará trunca y con el fracaso como destino.
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