En la Ciudad de México pasó desapercibido, pero en Tamaulipas se volvió el gran tema en las redes sociales desde el viernes: la amenaza del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, al presidente Andrés Manuel López Obrador, durante la
del jueves en Reynosa. Se dio en el contexto de un mensaje cifrado, donde la denuncia del ex director de Pemex, Emilio Lozoya, fue el pretexto para esconder que su agravio es contra el mandatario. Por eso le dijo a López Obrador que él, mejor que nadie, sabía que en la lucha por el poder, entre más poderosos son los adversarios, más fuerte es la ofensiva, para luego pasar al fondo de su advertencia:
“Aquí en Tamaulipas, Presidente, nos jugamos todos los días la vida”, dijo García Cabeza de Vaca. “Pero eso a los adversarios les tiene sin cuidado y andan allá muy campantes en la Ciudad de México conspirando en cómo debilitar a un gobierno. Quieren sacar raja política, porque ven venir las elecciones del año que entra, pero estos son tan irresponsables que no entienden que aquí ese tipo de politiquería cuesta vidas”.
En ese momento el gobernador volteó a ver a López Obrador, exactamente en el
de la segunda hora de la mañanera, cuando lo miró directo, muy serio, antes de rematar:
“Aquí no se puede jugar a hacerle al político, porque ese tipo de ataques pone en riesgo a mucha gente y a la política. La política no puede ni debe ser así”. Dirá el gobernador que el destinatario del mensaje no era el Presidente, pero en el fondo, lo que se está dando es un conflicto que rebasó los cauces institucionales y entró al terreno de lo personal. En ningún otro caso en el país el nivel del enfrentamiento está como el de López Obrador y García Cabeza de Vaca.
El gobernador de Tamaulipas se refirió públicamente a la denuncia de hechos de Lozoya, quien lo señala como uno de los ex senadores panistas que recibieron dinero para aprobar la Reforma Energética durante la negociación del Pacto por México con el gobierno de Enrique Peña Nieto. Lozoya tendrá que demostrarlo y,
aún si así lo hiciera, a menos que probara quebranto al Estado Mexicano mediante actos de corrupción, no pasaría de la sanción pública —que no es menor, cierto—, porque el delito, si hubiera alguno, habría prescrito probablemente.
Detrás de la máscara de Lozoya se encuentra la acción de los “poderosos”, el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto, quien a finales de julio presentó una voluminosa denuncia de hechos en contra de García Cabeza de Vaca, su madre, sus dos hermanos, su esposa, su suegro y dos personas más que manejan dos empresas, una rural y una inmobiliaria, por delitos que incluyen delincuencia organizada, lavado de dinero y corrupción.
La denuncia de Nieto incorpora información financiera de México y Estados Unidos —tiene la colaboración del Internal Revenue Service, equivalente al SAT en aquel país—, y presenta adquisición de inmuebles que no podrían haber sido comprados con los ingresos percibidos. Por ejemplo, una propiedad en una de las zonas de mayor plusvalía en la Ciudad de México, adquirida a finales de 2013, con un valor superior a los 14 millones de pesos, en co-propiedad con su esposa. Hay otras propiedades adquiridas por su hermano, con facturas apócrifas, o dinero en las cuentas de su suegra por millones de dólares que son inexplicables a los ojos de la autoridad. Sobre cada una de las personas involucradas en la denuncia, hay una red de operaciones financieras que cuestionó Nieto y las presentó como ilegales.
García Cabeza de Vaca ha sido uno de los líderes en la oposición más vociferantes en contra de Lozoya, a quien llevará también a tribunales tamaulipecos por presunto financiamiento de campañas electorales. Es curioso. Quiere denunciar a Lozoya sobre la base de los mismos dichos de los que se queja, relacionado con financiamientos políticos del conglomerado brasileño Odebrecht. Los ex ejecutivos de la empresa sólo reconocen haber aportado recursos a la campaña de Javier Duarte para gobernador en Veracruz, pero nunca mencionaron Tamaulipas o Hidalgo, a las que quiere incluir el gobernador.
Lozoya sirve de buen parapeto para sus amenazas, pero el ataque a López Obrador comenzó tiempo antes de que el ex director de Pemex se allanara a la extradición y presentara su denuncia. El Presidente lo sabe, pues previo a ello, revelaron funcionarios federales, recibió información de Estados Unidos que había una investigación privada que se estaba haciendo en Houston sobre su hijo mayor, José Ramón, su esposa, que es consultora en asuntos energéticos años antes de conocerlo, y los familiares de ella.
La investigación, de acuerdo con la información en poder del Presidente, la contrató Nelson Balido, que dirige la firma consultora Balido and Associates y fue fundador del Consejo de Comercio y Seguridad y el Consejo de Energía de las Américas, y actualmente también es asesor en materia Binacional del gobierno de Tamaulipas. Balido es una persona muy cercana a García Cabeza de Vaca, y lo ha llevado a entrevistas con funcionarios de Seguridad en Estados Unidos.
Las acciones de García Cabeza de Vaca son previas a todo el escándalo de dichos desatado por Lozoya, lo que muestra que a López Obrador lo tiene hace tiempo en la mira. Igualmente, López Obrador lo ha enfocado como a ningún otro gobernador en este momento, y encargado a Nieto desarrollar y profundizar la investigación.
El choque que se está viendo en la escena pública no corresponde a la confrontación que están teniendo el Presidente y el gobernador, y del cual el viernes pasado en la mañanera de Reynosa hubo una pequeña muestra pública de lo que sucede, y un preámbulo de lo que iremos viendo más adelante.
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