Con la amenaza de la variante Delta del SARS-CoV-2 y los casos de Covid-19 subiendo en diversas partes del mundo, los directivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hicieron a un lado la mesura que los ha caracterizado y mandaron mensajes que revelaban claramente la molestia y la frustración porque se está “condenando a cientos de millones de personas” a padecer la enfermedad pandémica.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general del organismo, advirtió en conferencia de prensa que la estrategia colectiva actual le recuerda la extinción de un incendio forestal en que se reducen las llamas en un lugar, pero no en otros. “Las chispas eventualmente viajarán y crecerán nuevamente hasta convertirse en un horno rugiente”. El mundo entero “debería luchar junto para apagar el infierno pandémico en todas partes”.
Con las preguntas se fueron endureciendo las declaraciones, sobre todo con la falta de solidaridad evidenciada en que, mientras hay países que aún no han podido vacunar a trabajadores de la salud, adultos mayores y personas con comorbilidades, en otros ya se está pensando en aplicar terceras dosis como refuerzo.
No es decir que las compañías no investiguen si son necesarias las dosis de refuerzo… Los datos son claros: la gente más vulnerable se está muriendo y los trabajadores de la salud están desprotegidos”, dijo Michael Ryan, director ejecutivo de emergencias, claramente molesto. “Se trata de poner orden en la emergencia”.
“Van a escuchar la frustración en nuestras voces”, dijo Maria van Kerkhove, líder técnico de Covid-19. “En mi caso la frustración viene de que tenemos las herramientas y tenemos el plan, pero por alguna razón no lo estamos haciendo”.
Esa razón, dijo Tedros, es clara: “Lamento decirlo así, es la codicia. No solo estamos decepcionados… estamos muy seriamente decepcionados”.
Extremos. El acaparamiento de vacunas ha ofrecido dolorosos contrastes en las naciones, con multitudes muriendo cada día.