La gran presentación de la red telegráfica del italiano Guillermo Marconi en un teatro de Londres se vio opacada por Nevil Maskelyne, un ilusionista británico que se convirtió en el primer hacker de la historia al explotar una falla de seguridad en estos aparatos para llevar a cabo un truco de magia ingenioso que dejaría expuestas las vulnerabilidades de uno de los instrumentos más importante de inicios del siglo pasado.
Maskelyne logró identificar esta falla de seguridad y colocó un receptor de clave morse a unos metros del lugar donde se llevaría a cabo la presentación de este nuevo aparato; el encargado de este evento era el prestigioso físico John Ambroise Fleming, quien minutos antes de comenzar la demostración vio aparecer frente a sus ojos un mensaje con un poema que le acusaba de intentar engañar al público.
Las reacciones de asombro ante este mensaje no se hicieron esperar, incluso pusieron en duda la seguridad del invento de Marconi. Pero lo que había ocurrido en aquel teatro de Londres fue el primer acto de delincuencia digital de la historia y exploración de vulnerabilidad de un sistema de comunicación electrónico, lo que convirtió a Maskelyne en el primer hacker del mundo.
Este no fue el único acto de seguridad en el que estuvieron inmiscuidos los magos de esta famosa familia. De acuerdo con varios testimonios, antes del asombroso acto de hackeo de Nevil, su padre, John Maskelyne, no sólo patentó los trucos de levitación, sino que también fue el inventor de las máquinas de cobro automático y los seguros corredizos para las puertas de los baños públicos de Londres.
Pero la contribución más importante de este linaje de ilusionistas a la seguridad británica provino de la mente ágil de Jasper Maskelyne, hijo de Nevil y heredero de la particular magia de su familia, quien logró engañar a toda una flota de pilotos alemanes para que destruyeran una réplica del puerto de Alejandría en lugar del original durante la segunda guerra mundial, lo que fue vital para los aliados.
Los trucos militares de Jasper no se limitaron a ocultar el puerto de Alejandría, documentos recientes muestran que desapareció el canal de Suez para evitar que los pilotos del Tercer Reich interceptaran las flotas aliadas, y también camuflajear una serie de tanques de combates como camiones para que estos lograran entrar a terreno enemigo sin problemas.
Nevil Maskelyne instaló en 1903 un transmisor de código morse en un local cercano a un teatro londinense que dirigía el físico John Ambroise Fleming.