“Es de esperar una violación generalizada de las reglas del juego”: Lorenzo Córdova
El consejero presidente del INE entre 2014 y 2023 opina que estamos en la antesala de una elección que va a ser todo menos equitativa
—¿Cuál es su diagnóstico sobre las condiciones en que llegan nuestras instituciones democráticas para este proceso electoral?
—Bueno, llegan muy exigidas, y digámoslo así, con renovados desafíos. Muy exigidas porque, lamentablemente, la lealtad, ni a las reglas ni la lealtad democrática en sentido genérico, es una prerrogativa o una característica de nuestra clase política.
“Llegamos a un proceso electoral, o a la víspera de las campañas electorales, luego de una secuencia de actos, de deslealtad o de simulación incluso de las normas, como por ejemplo las precampañas anticipadas tanto del oficialismo como de las principales fuerzas de oposición, que no solamente fueron consentidas, sino además fueron avaladas por las propias autoridades electorales.
“Entonces, llegan muy exigidas porque mucho me temo que lo que hemos visto hasta ahora es solamente una pequeña probadita, el prolegómeno de una violación generalizada de las reglas del juego por parte de los propios candidatos, como también por parte de los servidores públicos.
“El Presidente de la República sigue siendo un contumaz violador del artículo 134 constitucional. Desde que tomó posesión como Presidente no ha habido un solo proceso electoral en el que no haya intervenido violando la Constitución, transgrediendo el principio de neutralidad.
“Y desde ese punto de vista, los órganos electorales van a tener mucho trabajo. Ya permitieron, ya fueron condescendientes con algunas violaciones, pues les va a costar mucho más la tarea arbitral que me temo que va a ser sumamente exigida, por un lado”.
—¿Se agotó la confianza ciudadana?
—Yo creo que los órganos electorales llegan con una buena reserva de credibilidad. Cuando vino el recambio en el INE, y en los meses siguientes, se mantuvo esa amplísima confianza pública que se logró conseguir y construir con muchos esfuerzos, que ronda el 80% de confianza ciudadana.
Esa es una gran reserva de confianza que les va a ser muy importante para ellos. Sin embargo, me parece que la confianza es algo muy difícil de construir, que cuesta mucho, que tarda mucho, en donde los logros se miden micra a micra, pero el proceso contrario de la pérdida de confianza ocurre de golpe y los retrocesos se miden en kilómetros. Basta una mala decisión para perder gran parte de esa reserva de confianza. Qué bueno que llegan los órganos electorales con esta confianza acumulada. Pero evidentemente, el que la mantengan, y de ello depende su capacidad de cumplir con sus funciones en el futuro, va a depender de que no la pierdan.
Y van a ser muy exigidos en ese sentido.
“Además, yo te diría que los órganos electorales llegan con problemas internos que son muy preocupantes, que no se habían visto desde hace muchísimo tiempo, y que no ayuda para lo que viene. Es decir, tienen problemas que parecerían muy elementales y que deberían haber solucionado desde hace mucho tiempo, pero que por el contrario siguen presentes y que han ventilado públicamente.
“La crisis que se vive dentro del INE, dentro del Consejo General del INE, por la incapacidad de construir consensos que les permitan nombrar a los titulares de las áreas técnicas, de las áreas directivas, el hecho de que hoy el INE por primera vez en su historia esté en un proceso electoral sin un secretario ejecutivo nombrado por el Consejo; el hecho de que la mayoría de los órganos directivos estén con encargados de despacho, digámoslo así, designados por la presidencia y no por el Consejo, que es el órgano que debería hacer estos nombramientos, pues habla de una incapacidad para construir consensos que nos debería preocupar a todos.
“Esta crisis de la actual integración del tribunal, que ha sido incapaz en siete años de tener a un presidente que cumpla con el periodo para el que haya sido nombrado, pues habla de problemas de gobernabilidad, de debilidades internas que pueden ser muy costosas, pensando la responsabilidad enorme que tendrán estos órganos en los próximos meses.
—¿Está en riesgo la organización de los comicios por estas fallas?
—El problema no es la capacidad operativa, el problema es el órgano de dirección, y hay una serie de decisiones que por muy buen equipo que tengas, por muy buena estructura que tengas, si no se toman con rapidez, con claridad, con oportunidad, pues pueden acabar siendo problemas.
“Entonces, estamos probablemente frente a un momento crítico de la historia de la democracia en el país, por lo que hace a esa fragilidad en su capacidad de tomar, de producir consensos, y de tomar decisiones que están mostrando los dos principales órganos electorales del país, el INE y el Consejo General del INE y la Sala Superior del Tribunal Electoral”.
—¿Cree usted que hay riesgo de una elección de Estado?
—Mira, elecciones de Estado son aquellas elecciones en las que el gobierno prácticamente toma control de los procesos electorales y en donde, digamos, no existe ninguna garantía para el ejercicio del voto libre. Y desde ese punto de vista, pues no, no creo que estemos frente a elecciones de Estado.
“Lo que sí es que estamos jugándonos el no degenerar hacia ese contexto, es decir, si el INE y el tribunal no logran resolver sus problemas internos, si no logran convertirse en un auténtico árbitro que impida con decisiones oportunas, claras, fuertes, severas en su momento, frente a las violaciones que cometan los actores políticos y los servidores públicos, pues entonces sí estamos en un riesgo de que el sistema electoral colapse y demos paso ahí sí a un retroceso democrático de décadas.
“Elecciones de Estado son como las de El Salvador, en donde el órgano electoral está completamente controlado por el gobierno, en donde los tribunales están completamente controlados por el gobierno y demás. Y eso no lo tenemos en México, no todavía, pero por eso preocupa la fragilidad que están mostrando, esa debilidad que están mostrando el INE y el tribunal, a pesar de esa reserva de confianza pública.
—¿Hay condiciones para elecciones equitativas?
—Creo que estamos en la antesala de una elección que va a ser todo menos equitativa. Si algo logramos construir en la última década fue que el INE se convirtiera en el principal garante de la cancha pareja. Hoy corremos el riesgo de una elección profundamente desequilibrada. La amenaza de que el Presidente se meta en la contienda electoral es altísima. Y de hecho es la crónica de una advertencia anunciada.
“¿Qué es lo que presentó el Presidente el lunes pasado? Pues hoy ya lo sabemos, porque la candidata oficial a la presidencia, Claudia Sheinbaum, ya dijo que toda esa agenda del Presidente va a ser su plataforma electoral. Ya lo aceptó, ya lo dijo públicamente. ¿Qué quiere decir esto? Pues que la oposición se va a enfrentar no solamente al partido en el gobierno, que tiene un partido avantajado, que es el partido mayoritario en nuestro país, sino que muy probablemente se va a enfrentar a toda la estructura, sobre todo a la estructura discursiva y comunicacional del gobierno.
“El presidente López Obrador nunca ha tenido empacho en violar la Constitución. De hecho, es el Presidente que más ha violado el artículo 134 constitucional. Ese artículo que prohíbe que los servidores públicos intervengan, o desvíen, o utilicen recursos públicos para incidir en las preferencias electorales de los ciudadanos, pues fue aplicado en su momento a Calderón. Calderón violó dos veces ese precepto. Dos veces se le aplicó a Peña. Pero el presidente López Obrador lo ha violado más de 30 veces de acuerdo con sentencias del tribunal.
“Y creo que lo que vamos a ver es al Presidente todos los días, violando desde la mañanera la prohibición constitucional de no interferir en la elección, de no pronunciarse ni a favor ni en contra de algunos de los candidatos, ni de las propuestas que estos abanderen.
“Hombre, si sus propuestas de reforma constitucional son las de la candidata de su partido, pues la mesa está puesta para que el presidente de aquí al 2 de junio, viole permanentemente la Constitución. Y creo que desde ese punto de vista lo que vamos a tener son no una elección de Estado, sino una elección en la que el gobierno no cumple con su compromiso democrático, interviene cuando la Constitución se lo prohíbe en las elecciones, en las contiendas electorales, y busca desequilibrar la balanza electoral.
—¿Hay margen para el uso electoral de los programas sociales?
—Creo que vamos a tener elecciones en las que los programas sociales se van a utilizar, como siempre ha ocurrido y ahora no es la excepción, con intencionalidad política. Así ha venido ocurriendo. Y creo que además el Presidente y el gobierno no van a guardar la neutralidad que le impone la Constitución.
“Entonces, desde ese punto de vista, creo que vamos a tener elecciones profundamente desequilibradas. En donde la cancha pareja quedará como cosa del pasado. Porque no veo a los órganos electorales imponiendo con severidad las condiciones que la propia Constitución establece en este sentido. Yo sí confío mucho en que el 2 de junio seremos las y los ciudadanos mexicanos los que definiremos quién nos va a gobernar y quién nos va a representar”.
—¿Cuáles son los escenarios que usted vislumbra para después del 2 de junio?
—Pues mira, si esta elección tiende a cerrarse, cosa que es posible porque las encuestas que hoy están planteando la crónica de una victoria anunciada o anticipada, pues las encuestas han demostrado su enorme falibilidad; el índice de distorsión, de sobreestimación del partido gobernante, eso es histórico. Pasaba cuando el PAN gobernaba, pasó cuando el PRI gobernaba. Y ahora no es la excepción, pero hoy estamos frente a niveles que son que en promedio rondan el 10%, si uno ve los resultados de las encuestas, de las últimas encuestas previos a las elecciones más recientes y los compara con los resultados de las elecciones.
“Entonces, aunque claramente hay una candidata que arranca la campaña electoral como favorita, pues cualquier cosa puede ocurrir. Las campañas son precisamente el momento en el que la contienda electoral se despliega en plenitud. Y mucho me temo que si empieza a vislumbrarse una elección competida, cosa que hoy no parecería, pues muy probablemente vamos a empezar a escuchar discursos desde el poder que acusen un fraude.
“Lo mismo pasó en Estados Unidos en la elección de 2020 con un presidente con poca lealtad democrática como lo fue Donald Trump. Lo mismo pasó en 2022 en Brasil con un presidente con poca o nula lealtad democrática como lo fue Jair Bolsonaro. Y pues el presidente López Obrador es un Presidente que en ese sentido se parece mucho a aquellos dos. Es decir, no es un Presidente con una lealtad democrática como lo revela su constante desapego al orden constitucional en la materia electoral.
Entonces, yo creo que va a ser muy peligroso si esto ocurre, que el Presidente y sus circuitos, los circuitos gubernamentales empiecen a hablar de fraude. Sobre todo porque eso va a implicar que las autoridades electorales tengan que contrarrestar ese discurso. Y si tienen las broncas internas que tienen, no las veo construyendo un discurso suficientemente fuerte para desmontar estas acusaciones.
“Segundo gran riesgo. La aceptación de los resultados. México es un país en donde los actores políticos rara vez aceptan los resultados electorales. Es decir, la aceptación de la derrota, que es una condición del funcionamiento de las democracias, en México es una cualidad casi inexistente en la clase política. Entonces, yo creo que lo que va a ocurrir después del 2 de junio es una enorme cantidad de litigios y de impugnaciones a los resultados. Que va a exigir mucho al tribunal.
“Tercer riesgo. El tribunal electoral está incompleto. Todas las salas del tribunal, todas las salas sin excepción tienen vacantes que no han sido cubiertas por la negligencia gravemente inconstitucional que ha tenido el Senado de la República. No hay una sola de las salas regionales, incluida la sala especializada, que no tenga una vacante. En todas hay una vacante de los tres integrantes que están.
“Y esos son los órganos que van a tener que calificar en última instancia las elecciones de alcaldías, de diputaciones locales, de diputaciones federales y de senadurías. Y en la Sala Superior, de los siete miembros que deberían integrarla solamente hay cinco. Y la propia ley establece que la calificación de la elección presidencial requiere de seis votos. ¿Esto qué quiere decir? Que como lo dice la propia ley, se va a tener que llamar cuando se califique la elección presidencial a la decana de las magistraturas regionales del tribunal para que participe en la votación de la calificación de la elección presidencial.
—¿Esa es una anomalía que puede poner en duda la calificación de los resultados?
—Si bien es una salida legal, no es conveniente que el órgano que va a definir, que va a calificar esa elección y que va a decirnos quién es el Presidente o Presidenta electo no esté integrado como lo plantea la Constitución.
Agregaría un cuarto riesgo, si me permites, que es el elefante en la sala, que es la presencia de la criminalidad organizada que ha venido cambiando su actuación respecto de las elecciones en los tiempos recientes.
“Y me temo que las instancias de seguridad del Estado mexicano no han hecho su trabajo, no lo hicieron cuando estaba yo al frente del INE y teníamos esa relación, de diagnosticar cómo está cambiando esa actitud del crimen frente a las elecciones. Las elecciones llaman la atención, colocan los focos de la opinión pública nacional e internacional en lo que ocurre durante los procesos electorales. Y el crimen organizado se cuidaba mucho de no intervenir o eran casos muy puntuales, muy bien identificados en donde ocurrían estas intromisiones.
“Hoy vamos a ciegas. El Estado yo creo que ha fallado en hacer ese diagnóstico y ojalá, pues, esa visibilidad que implican las elecciones genere una especie de actitud inhibitoria para que el crimen organizado no interfiera en los procesos”.
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