Entre recuerdos y sobrevivientes, Israel elige a ‘Miss Holocausto’
Con su cabello rojo, vestido dorado y pesado collar de perlas, Selina Steinfeld, sobreviviente del genocidio judío, nacida en 1935 en Rumania, fue coronada el martes por la noche "Miss Holocausto 2021"
Con vestidos de noche, peinados, maquillajes, tacones altos y diademas que brillan bajo los proyectores, las candidatas -todas sobrevivientes del Holocausto- desfilan en un podio en Jerusalén.
“Muchas gracias, estoy conmovida, no tengo palabras”, afirma Selina Steinfeld, ganadora del concurso, en el micrófono que le alcanza una modelo longuilínea. Con su cabello rojo, vestido dorado y pesado collar de perlas, esta sobreviviente del genocidio judío, nacida en 1935 en Rumania, fue coronada el martes por la noche “Miss Holocausto 2021" frente a otras nueve concursantes.
Organizado desde 2012 por la asociación benéfica israelí Yad Ezer La Haver (“Una mano tendida a un amigo”), este concurso de belleza inédito quiere “dar a las supervivientes del Holocausto un poco de la infancia que les robaron”, explica Shimon Sabag, fundador de la organización. “Es muy importante.
Las vestimos, las maquillamos, cuidamos de ellas”, explica a la AFP.
Envuelta en un chal gris iridiscente, Kuka Palmon se siente como una “adolescente”.
A los 87 años, acaba de pasar la tarde haciéndose mimar por profesionales y encuentra que “es muy agradable”. Nacida en Rumania, se escondió en un sótano durante la Segunda Guerra Mundial mientras su padre fue subido a un tren hacia los campos de concentración.
“Al regresar del convoy de la muerte era un esqueleto”, recuerda Kuka, con el cabello lacado y la tez empolvada. “Cuando llegó a casa, le dije: ‘No eres mi padre’ y me escapé", prosigue.
Para la superviviente, este concurso de reinas de belleza, representa sobre todo una oportunidad “enorme” de “poder contar al mundo lo vivido”.
Las 10 concursantes seleccionadas por Yad Ezer se turnan en el podio de una sala en Jerusalén para relatar brevemente su historia. Algunas no quieren soltar el micrófono, a otras se les corta la voz por la emoción. Como en un concurso de belleza ordinario, las candidatas llaman a “la paz en el mundo”.
Pero la melodía de “Dancing queen” de Abba, la pantalla gigante, el jurado compuesto por modelos y mujeres de negocios israelíes con lujososo vestidos llamativos, nunca eclipsan el omnipresente Holocausto. Se habla de pogromos, de los campos de trabajo, del hambre y de Josef Mengele, médico nazi de Auschwitz apodado el "ángel de la muerte” por sus experimentos sobre los deportados.
¿Grotesco o entretenido?
Organizado unas semanas antes del concurso Miss Universo -previsto para diciembre en Eilat, sur de Israel-, el de las sobrevivientes no deja de suscitar controversia desde su creación.
Algunas organizaciones consideran que el genocidio es un tema demasiado serio para ser celebrado bajo el brillo de los proyectores.
Para Colette Avital, presidenta de una agrupación de organizaciones israelíes de ayuda a los supervivientes, las mujeres que participan en el evento han sufrido tales sufrimientos “inscritos en su carne”, que “no se les puede pedir que participen en un concurso de belleza. Es ridículo, es grotesco y una falta de respeto hacia ellas”, destaca a la AFP.
En la segunda plaza del podio, Marcelle Epstein, de 80 años, rechaza las críticas y afirma que “disfruta viendo a las ancianas que se divierten”. Colocada en un orfanato en el sur de Francia durante la guerra, esta chispeante marsellesa, que llegó a Israel en 1948, se considera afortunada de haber escapado de los nazis. “Yo no estuve en los campos de concentración”, había confesado la coqueta y dinámica octogenaria unos días antes de la competición en su departamento en Tel Aviv.
De este período conserva sobre todo recuerdos de la posguerra, cuando, al salir del orfanato, se reencontró con unos padres que no reconocía y que “no quería” (como padres). Pero aún ahora, cuando oigo hablar del Holocausto, me duele”, prosigue.
Feliz de haber sido elegida primera princesa de Miss Holocausto, estima que el concurso, más allá de la simple belleza de las octogenarias, debería primar siempre a la candidata más anciana. “Hay que hacerle sentir que es una reina”, lanza en un francés teñido de acento hebreo. "¿Cuánto tiempo más puede vivir?”.