Entre miedo y televisión… así viven niños el Covid-19
En ejecentral pedimos a un grupo de niños de distintas edades que compartiera sus experiencias a lo largo de la cuarentena
De un día para otro, resultó imposible salir de casa. De manera abrupta, la pandemia de Covid-19 cambió la cotidianidad de más de 38 millones de niños en México que tuvieron que alterar su forma de vida. Más de 25 millones de alumnos en educación básica dejaron de acudir a la escuela y, por disposición oficial, toman clases en línea y en televisión… en el mejor de los casos. Otros, pasan el día viendo películas o jugando. Para algunos, la casa no es necesariamente un remanso de seguridad, y son víctimas de malos tratos y abusos.
Fernando, ocho años.
“Estamos encerrados por el Covid-19. Mi vida es aburrida. No hay nada que hacer. No juegas con nadie. A veces sólo me quedo viendo la tele. A veces doy marometas en el sillón y brinco. Me la paso molestando a mi abu. Quisiera regresar a la escuela para que todo sea divertido. Que hubiera más niños. Los extraño. También extraño a mis maestros. Me gustaría ir a la calle. Si pudiera ir a la calle me gustaría ir a Perimágico, esta la montaña rusa, la única en la que me he subido en la vida”.
Tristán, nueve años
“Estamos encerrados por el coronavirus que viene de un animal. Yo siento que por fin me libré de las maestras. Extraño a mi amigo Marco, a veces era un poco loquito, a veces exageraba de azúcar, pero sí lo extraño. Me gustaría que ya haya cura, que mi papá por fin deje de fumar, que estemos en familia, que vayamos a los parques más seguido, que se cure mi abuelito”,
Luidmi, ocho años
“Estoy contenta porque mis papás están en casa, pero no pueden jugar conmigo. Ahora sólo juego con Susi, pero a veces también trabaja”.
Sus padres realizan home office y se turnan para atenderla, pero no es suficiente. Susi es una amiga imaginaria, que en tiempos de coronavirus, a veces también tiene que trabajar.
“Estamos encerrados por el coronavirus. Estoy muy triste porque no me gusta ver muchos muertos. Hay muchos muertos. No me gusta ver enfermos. No puedo salir a los lugares a los que iba.
Dalila, ocho años.
“Antes estaba bien. Cuando llegué creí que íbamos a salir, pero me dijo mi tía que no. No salimos. Cuando queremos salir, sólo venimos al patio a jugar con los perros. No podemos salir. Me siento triste estando lejos de casa porque mi mamá es la única persona en la que confío. Esta situación me ha puesto triste, nerviosa, asustada. Cuando todo esto pase quiero abrazar a mis amigos. Esta situación es muy decepcionante, pero hay que quedarnos en casa y cuidarnos. Cuando regrese quiero salir de la escuela más temprano. Ahora mis tíos me cuidan y me ayudan a hacer la tarea, pero extraño mi casa”.