Entre la vida y la muerte, el mercado negro de la pandemia
Los precios de medicamentos que abren la posibilidad de salvar a un paciente por Covid-19 se han duplicado en el mercado legal; en el ilegal cuestan hasta tres veces más, sin que las autoridades hayan intervenido de alguna forma
Luis no murió de Covid-19, pero casi lo perdió todo. El primer golpe fue cuando comenzó a percibir los síntomas, luego el confirmar que era positivo y al final, pelear por sobrevivir. Después de varias semanas dejó el hospital, pero se quedó con un montón de deudas. El problema no fue su estancia hospitalaria o no trabajar en el tianguis en ese tiempo, sino la larga lista de medicinas que consumió y que su familia sólo encontró en el mercado negro, en donde los insumos y medicamentos triplican su precio.
›Le recetaron Tocilizumab, un inmunosupresor que se utiliza regularmente para tratar la artritis reumatoide, pero que ahora se emplea en algunos casos para combatir el nuevo coronavirus, a pesar de no tener registros sanitarios para ello en el país. Estaba agotado en casi todas las farmacias de la capital.
Sin pandemia, una ampolleta de 200 miligramos (mg) de ese medicamento tenía un valor aproximado de nueve mil 500 pesos, la familia de Luis tuvo que pagar 24 mil 700 pesos a un revendedor de fármacos que les recomendó una de las enfermeras del hospital. El hombre no dio espacio a la negociación, el precio era ese y si no podían pagarlo había una larga lista de espera para comprar el Tocilizumab.
La hermana de Luis vendió su automóvil a precio de ganga por la urgencia, pero ni así lograron juntar el total requerido. Recurrieron a un prestamista que les dio los cuatro mil pesos que les faltaban con la condición de pagar casi el doble en los siguientes seis meses.
Prácticamente el nombre del paciente no importa, porque hay muchos en la misma situación; tampoco cuál es el medicamento, porque la pandemia no sólo triplicó los precios de insumos esenciales, sino que creó un mercado negro que ha dejado a familias sin dinero.
Así, el caso de Luis no es el único. Raúl también enfermó de Covid-19 mientras dirigía su empresa de construcción. El contagio comenzó con una trabajadora que, a pesar de tener resultado positivo por el nuevo coronavirus, continuó laborando sin dar aviso de su condición.
El dolor de garganta y las molestias generales aparecieron durante los primeros días de julio, y consultó a un médico particular que le dio tratamiento para un resfriado común. El diagnóstico enmascaró algunos síntomas que con el paso del tiempo agravaron su condición. Una semana después, Raúl batallaba por ser atendido en el servicio de urgencias del Hospital General de Tláhuac, sitio al que fue transferido tras presentar disminución en la saturación de oxigeno, y en el que permanecería siete días más, antes de encontrar una cama en el piso de medicina interna.
Ya instalado y a pesar de una mejor atención, Raúl no presentaba mejoría. El tratamiento inicial no surtía efecto, por lo que los especialistas recomendaron una dosis de Tocilizumab. Sus hijas, Denisse y Fernanda, sufrieron la misma suerte que la familia de Luis, el medicamento estaba agotado. Incluso el laboratorio no respondió de inmediato.
Familiares y amigos comenzaron a buscar el fármaco entre otros conocidos y en las redes sociales. Después de largas horas un médico privado de Coacalco les ofreció la dosis en 26 mil pesos y tras una rápida negociación, las hijas de Raúl entregaron el fármaco en el hospital. Al día siguiente, el laboratorio que produce el medicamento se puso en contacto con Denisse y Fernanda para hacer la venta directa, y ante la posibilidad de que su padre necesitara una segunda dosis, accedieron a comprarlo por 19 mil 200 pesos, el doble que su precio regular.
En el mismo hospital había otros familiares de pacientes que también buscaban Tocilizumab. Pero no para todos estaba a su alcance. Por ejemplo Guadalupe, la mamá de Jaqueline, una joven de 25 años que también estaba internada por Covid-19 y no podía pagarlo, quizá como consuelo o en realidad lo creía, pero sólo soltó: de todas formas eso no servía porque “lo había dicho López-Gatell” en la televisión.
Gran parte del mercado paralelo de medicamentos especializados para combatir Covid-19 ha crecido gracias a acaparadores. ejecentral contactó, a través de una llamada y varios mensajes, a uno de estos distribuidores para preguntar por el precio de tres de estos fármacos, Favipiravir, Baricitinib y Tocilizumab, de los cuales el primero aún no tienen registro sanitario en México.
El vendedor que se identificó como Federico Martínez, respondió de inmediato a los mensajes, el precio del Tocilizumab de 200 miligramos era de 23 mil 900 pesos, y sólo quedaban disponibles seis dosis; cabe destacar que la dosis requerida en los hospitales es del doble, por lo que sería necesario comprar dos unidades.
Respecto a los otros fármacos, prometió revisarlos, pero dijo que no lo tenían en la base de datos y que quizá sería más complicado encontrarlos debido a la pandemia. Otras fuentes para encontrar esos medicamentos, aunque fuera a un precio mayor del establecido por la farmacéutica, fueron clínicas y hospitales pequeños ubicados al norte de la Ciudad de México.
El mercado de vida o muerte
La pandemia por Covid-19 provocó un mercado alterno, en el que insumos tan comunes como el alcohol o los cubrebocas alcanzaron precios impensables. Por ejemplo, antes de la crisis sanitaria una caja de 50 mascarillas quirúrgicas de triple capa costaba alrededor de 75 pesos para los proveedores médicos, pero desde abril una sola unidad se puede vender hasta en 25 pesos.
El aumento fue desproporcional en el caso del equipo más especializado, como fue el caso de los cubrebocas N-95, que a pesar de no ser para uso médico son los únicos diseñados para filtrar partículas del tamaño de este virus, podían encontrarse en redes sociales hasta en 800 pesos por pieza.
Las caretas protectoras, los lentes de seguridad y otros equipos de protección personal no sólo se hicieron escasos, sino muy caros, justo como sucedió con los limpiadores y desinfectantes especializados que se agotaron de los centros comerciales y comenzaron a aparecer en tianguis o publicaciones de bazares locales a un precio cuatro o cinco veces mayor al usual.
Pero nada aumentó tanto como los medicamentos que ofrecían alguna esperanza para las personas que habían enfermado de gravedad por el nuevo coronavirus. ejecentral rastreó el precio que tenían antes de la pandemia 15 de los fármacos más utilizados para tratar Covid-19, los cuales no sólo tuvieron un ligero aumento, sino que también fueron acaparados para su venta en el mercado negro.
Los tratamientos más modestos, es decir aquellos fármacos que no cuentan con patente y que pueden ser producidos libremente, fueron los que no se agotaron y que pueden ser encontrados a un precio menor en publicaciones o grupos que se dedican a la venta de medicamentos a través de las redes sociales. Tal es el caso de la Ivermectina, un antiparasitario de uso común, cuyo costo en farmacia no supera los 150 pesos, y que puede conseguirse hasta en 30 pesos en puestos de tianguis.
Otro de estos fármacos es la dexametasona, un corticoide que tiene fuertes efectos secundarios si no se administra de forma apropiada y que puede tener complicaciones en pacientes diabéticos, pero que se popularizó gracias a diversas publicaciones en redes sociales que aseguraban era un tratamiento preventivo para Covid-19. Su precio en farmacias es tan bajo, que no es un buen negocio para quienes falsifican o venden medicamentos en el mercado negro.
Sin embargo, existen otros fármacos más especializados que ya eran costosos antes de la pandemia, pero que su posible uso contra Covid-19 hizo que se agotaran y se convirtieran un artículo de lujo. El Tocilizumab es uno de ellos, pero también está el Lopinavir, un antirretroviral utilizado en pacientes con virus de inmunodeficiencia humana (VIH), cuyo valor en farmacias es de 6 mil 977 pesos, pero que en el mercado negro puede triplicarse.
Pero también existen otra serie de medicamentos que no sólo tienen un costo muy elevado, sino que son imposibles de conseguir en México a menos que sea a través de pedido u orden médica, o bien por exportación. El Kevzara, un anticuerpo monoclonal utilizado para la artritis reumatoide, no sólo carece de registro sanitario es nuestro país, sino que su precio de lista en farmacias de Estados Unidos supera los 72 mil 840 pesos.
Al igual que este fármaco, otros que no tienen registro sanitario están siendo utilizados en hospitales de México al apegarse a una figura de crisis de salud que permite que estos tratamientos se puedan llevar a cabo con una orden médica.
Para José Luis Mondragón, químico fármaco biólogo y experto en asuntos regulatorios, este procedimiento es normal en una pandemia, pero debe conducirse con cuidado porque puede tener riesgos que se mitigan a tratarse de medicamentos aprobados por otras agencias estatales.
Según la base de datos sobre precios promedio de medicamentos manejada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los fármacos tuvieron un aumento de 3% desde el inicio de la pandemia, pero este incremento se hizo más evidente en algunos tratamientos y complementos que se difundieron como efectivos contra el nuevo coronavirus.
Por ejemplo, el Baricitinib tenía un precio de 18 mil pesos antes de la pandemia, pero tras su ingreso a la lista de medicamentos que se utilizaba para combatir al nuevo coronavirus, su costo en farmacias aumentó a 19 mil 750 pesos, lo que representa un incremento del 9.7% en menos de tres meses.
Entre el lucro y la falsificación
Si bien el mercado negro de medicamentos no surgió con la pandemia, sí se agudizó. En México más de siete toneladas de fármacos son distribuidos de forma clandestina a través de grupos en redes sociales o puestos ambulantes que comercian en tianguis, y que ofrecen estos tratamientos a un precio aparentemente mucho menor del usual.
Generalmente se trata de productos robados o falsificados, pero existe una red más especializada que también hace negocios con medicamentos más exclusivos, y que son utilizados para enfermedades crónicas o cuyos tratamientos son difíciles de comprar como pueden ser los cocteles de antirretrovirales para el VIH.
José Luis Mondragón explicó en entrevista para ejecentral que las farmacéuticas gastan una parte importante de su presupuesto en campañas contra el mercado negro, no sólo por considerarlo una competencia desleal, sino por los riesgos inminentes que existen al comprar medicamentos que pudieron ser mal almacenados, que son caducos, o en el peor de los casos, son falsificados.
El experto también señaló que además existen redes de distribuidores farmacéuticos, e incluso médicos, que ante una crisis como la de Covid-19 aprovechan para acaparar medicamentos y venderlos de forma paralela, y aunque esto no va contra la ley, si es una práctica deshonesta que especula con la vida de los enfermos.
Hugo López-Gatell, subsecretario de prevención y promoción de la salud, ha hecho pública esta problemática, e incluso ha lanzado advertencias sobre medicamentos como el Tocilizumab, del que ha dicho no existe evidencia científica que compruebe su eficacia contra Covid-19; sin embargo, esto no evita que en los hospitales se siga recetando ante la falta de tratamientos más efectivos.
Las denuncias por acaparamiento y sobreprecio han llegado hasta el subsecretario, quien se ha referido a estas prácticas en las conferencias vespertinas, pero hasta el cierre de este reportaje, ni la Secretaria de Salud, ni la Procuraduría Federal del Consumidor han emitido lineamientos que puedan combatir de forma precisa el mercado paralelo de lucro que también surgió con la pandemia.