Encuentran los juicios éticos en el cerebro

29 de Noviembre de 2024

Encuentran los juicios éticos en el cerebro

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Una pregunta que la filosofía antigua heredó a la neurociencia contemporánea encontró respuesta hace unos días en imágenes de resonancia magnética

Desde hace siglos, las escuelas filosóficas de la antigua Grecia distinguieron las formas del pensamiento en lógica, ética y estética (algunas añadían la política); esto sobre la base de que razonar para discernir entre lo verdadero de lo falso es distinto a razonar sobre lo bueno y lo malo (o, por ponerlo de otra forma, lo correcto y lo incorrecto), o lo bello y lo feo.

Estas divisiones se han mantenido y aunque, como señala Mark Timmons, algunos filósofos han intentado deducir una forma de pensar de la otra (sobre todo la ética de la lógica). Sin embargo, el filósofo del siglo XVIII David Hume señaló que tales deducciones no son correctas; que existe una brecha entre las declaraciones fácticas con “es” y las declaraciones morales de “debería”.

Para los neurólogos del siglo XXI, está pregunta se ha transformado en si los juicios morales se procesan de una forma distinta en el cerebro que otros juicios o valoraciones que elaboramos los seres humanos.

Una investigación hecha en el Laboratorio de Neurociencia de Medios de la Universidad de California en Santa Bárbara con imágenes de resonancia magnética funcional, encontró que los juicios relacionados con la ética se llevan a cabo en ubicaciones distintas a aquellas en las que evaluamos simples infracciones a normas sociales o, por decirlo de otra forma, las “buenas costumbres” (digamos, tomar el café con cuchara).

Pero la investigación, publicada a fines de la semana pasada en la revista Nature Human Behaviour, llegó incluso más lejos, pues alcanzó a notar que esos juicios éticos no se procesan de la misma manera ni en exactamente las mismas zonas del cerebro.

Los fundamentos de la ética

Antes de continuar, un aviso: De manera formal, tanto en inglés como en español, las palabras ética y moral son intercambiables; sin embargo, en inglés a quienes se especializan en ética se les llama “filósofos morales”, y en nuestro idioma es común hacer referencia a la “moral y las buenas costumbres” como si fueran un mismo conjunto. Por esta razón, la expresión “juicios morales” que usan los autores del estudio aquí se traduce como “juicios éticos”.

El diseño del experimento es sencillo: a los sujetos experimentales, 64 en total, que estaban siendo monitoreados por medio de aparatos de resonancia magnética, se les presentaron viñetas con diferentes acciones y se les pidió que las evaluaran desde un punto de vista ético.

Dado que la investigación se guió por la Teoría de los Fundamentos Éticos, de Jonathan Haidt y Craig Joseph, que parte de la psicología evolutiva y explica que nuestro razonamiento ético tiene un conjunto de fundamentos innatos y universales (en contra de otras escuelas, que consideran que hay un solo fundamento), las viñetas se dividían en seis categorías:

Cuestiones de cuidado y daño; preocupaciones por la justicia y el engaño; libertad versus opresión; cuestiones de lealtad y traición; adhesión y subversión de la autoridad, y santidad versus degradación. Las primeras tres se consideran “individualizantes” pues protegen al individuo, y las restantes son “vinculantes”, pues operan principalmente a nivel de grupo.

Los hallazgos

El equipo, encabezado por René Weber, descubrió varias cosas. La primera, que las unidades de procesamiento de información ética no están centradas en una única área del cerebro sino dispersas, aunque bien localizadas; de manera similar, señalan, a las unidades de procesamiento emocional.

Además, las zonas cerebrales donde se hace el procesamiento ético coinciden de manera general con las que hacen “teoría de la mente”, que es como conoce a la habilidad de inferir el estado mental (digamos, el enojo o la tristeza) de otras personas con las que tenemos contacto, de manera que podemos comprender mejor lo que nos comunican.

Por otra parte, encontraron que los distintos fundamentos éticos se procesan en zonas cerebrales ligeramente distintas, y de una forma que permite agruparlos en intuitivos (rápidos) y deliberados (lentos).

“Específicamente las violaciones a los fundamentos individualizantes (cuidado, libertad y justicia) fueron evaluados más rápido y se les consideró éticamente reprobables”; en contraste “las transgresiones de fundamentos vinculantes, en particular la lealtad y la autoridad, fueron evaluadas más lentamente” y tuvieron menor índice de reprobación.

La interpretación que dan los autores es que los fundamentos éticos individualizantes estarían basados en procesos que se pueden considerar más antiguos (por ejemplo al evitar daños y detectar a los tramposos), mientras que los fundamentos vinculantes quizá “evolucionaron más tarde como respuesta a retos sociales más complejos, incluyendo la coordinación de los grupos y el respeto a la autoridad”.

Un epílogo de los “raros”

Debido a que el experimento fue hecho en Estados Unidos, y a que los voluntarios fueron alumnos de la misma universidad donde se hizo, los autores consideran entre las limitantes del estudio que su muestra es “rara” o WEIRD, por la sigla en inglés para “occidental, educado, industrializado, rico y democrático”.

“Se han demostrado diferencias en los juicios éticos entres los “raros”… y las culturas “no raras”, por lo que “la generalización de nuestros resultados para poblaciones más amplias puede ser cuestionable”, escriben

Aún así, “si los fundamentos éticos realmente se encuentran en un código neural nativo y universal, entonces tenemos razones para esperar que se encuentren codificados en áreas cerebrales similares en todo el globo”.

De hecho, el equipo de investigación considera que “la estructura cerebral de los fundamentos puede ser moldeada por presiones regionales, permitiendo a la naturaleza provea un primer bosquejo de la mente ética, que es revisado y expandido durante el curso del desarrollo”.

dato
La palabra “ética” proviene del griego, aunque no está claro si parte de “hábito” o “costumbre” o de la que significaba “carácter”. La palabra “moral” fue inventada por Cicerón para enriquecer al latín.