En solo ocho meses las autoridades de Baja California decomisaron 269 kilogramos de fentanilo, la mayoría en la zona norte de Tijuana, a menos de un kilómetro del puerto fronterizo de San Isidro.
Este decomiso registrado de enero a agosto de 2022, sugiere un incremento del 333 por ciento de la droga en el mercado, indicó David Amaury Salas Sánchez, director de la Fuerza Estatal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Baja California.
El flujo migratorio entre México y Estados Unidos a través de Tijuana ha provocado que la venta de droga, principalmente fentanilo, se dispare en los últimos años, así como la violencia entre organizaciones criminales que se disputan el control territorial y los principales puntos de venta.
“Por lo regular diariamente hay una persona que ejecutan en la zona donde se concentra el flujo migratorio y turístico” cercano a los puertos fronterizos de San Ysidro y el Chaparral, destacó el funcionario local.
La característica principal del fentanilo – precisa Salas Sánchez – es su bajo costo de distribución (50 pesos por dosis) comparado con otras sustancias ilegales, además de tener efectos más fuertes y prolongados que la metanfetamina.
Su distribución en polvo, pastillas y bolsas pequeñas fáciles de ocultar también contribuye a que sea una droga de gran movilidad y presencia en toda la ciudad, indicaron las autoridades de Baja California.
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En conferencia de prensa, Iván Carpio Sánchez, titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), indicó que la mayoría del fentanilo llega a Estados Unidos, por lo que se incrementaron los operativos tanto con el gobierno federal como con las autoridades norteamericanas como parte de una estrategia de seguridad binacional.
Datos del informe de la Secretaría de Seguridad sobre el Entendimiento Bicentenario revelan que durante la administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador los decomisos de fentanilo se incrementaron en 814 por ciento.
Pero el incremento de distribución de fentanilo en la ciudad de Tijuana no solo afecta al turismo y la seguridad de la región; la presencia de migrantes deportados de EU o que esperan cruzar la frontera, los ha convertido en parte del mercado, tanto como consumidores como vendedores en calles, comercios y zonas públicas.
“Utilizan a estas personas, aprovechándose de que no tienen trabajo o les hace falta dinero para poder subsistir, los utilizan para poder hacer la venta de drogas”, comentó Salas Sánchez.
El funcionario explicó que al no tener dinero, ni trabajo, muchas veces la presión los hace comenzar a consumir fentanilo, haciendo que su condición de salud, muchas veces deteriorada por los largos viajes que enfrentan, se agrave.
“Muchos de los casos de fallecimiento por sobredosis se dan en la vía pública, por eso es complicado tener un registro exacto. No alcanzan a llegar a nuestros centros de salud, por eso no los identificamos”, añadió. EJ
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