A pesar de ser una de las herramientas de salud pública más eficaces contra la propagación del coronavirus, el uso de tapabocas en espacios públicos y en lugares cerrados en donde no es posible guardar sana distancia se ha convertido en uno de los temas que más polariza a la opinión pública en México. Lo mismo ocurre aquí en Estados Unidos, donde la derecha identificada con el movimiento Trump ha convertido a las mascarillas en uno de los símbolos de su resistencia. La gorra roja, el muro y también los tapabocas.
No es muy complicado. El uso de las mascarillas, sobre todo entre quienes son portadores del virus, pero permanecen asintomáticos, reduce significativamente el riesgo de eventos de contagio masivos. Es cierto que al inicio de la pandemia algunas autoridades sanitarias descartaron que el uso de mascarillas fuera un método efectivo de prevención, pero entre más conocemos del nuevo coronavirus más claro resulta el beneficio de los tapabocas.
El virus tiene la capacidad de permanecer en el aire varias horas, sobre todo en espacios cerrados, concurridos y sin ventilación, lo que aumenta considerablemente su capacidad de infección.
Si el uso de máscaras hubiera sido obligatorio al inicio de la emergencia y si la mayor parte de la población hubiera atendido la orden, probablemente se hubieran evitado los cierres masivos de negocios y el paro completo de actividades. Varios países asiáticos, entre ellos Taiwán, evitaron los cierres gracias a su experiencia en la implementación de este tipo de medidas.
El propio director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la entidad de salud pública más respetada en el mundo, ha dicho que si todos los estadounidenses siguieran esta recomendación, los casos en el país que mantiene el mayor número de infecciones y de muertes en el mundo estarían actualmente bajo control.
Mientras el 13 de mayo representa un día de celebración aquí en Estados Unidos, luego de que las autoridades anunciaran que todas las personas vacunadas contra la Covid-19 pueden dejar de utilizar mascarillas, tanto en exteriores como en lugares cerrados, en México la fecha sirve como punto de referencia para mostrarnos el camino que todavía falta por recorrer. Estamos lejos de registrar el descenso de los casos de coronavirus y de hospitalizaciones que vemos en buena parte de los Estados Unidos. Lo mismo de sumar los más de 117 millones de personas vacunadas y que han permitido a los CDC relajar el uso del tapabocas.
Por eso resultan inexplicables las declaraciones realizadas a lo largo de la emergencia sanitaria por líderes como el presidente López Obrador, cuestionando y hasta burlándose de los beneficios del uso del tapabocas.
Ante la lentitud en la campaña de vacunación en México, el uso de máscaras es determinante para avanzar hacia una reapertura responsable. No es un asunto de izquierdas o derechas, de conservadores o liberales. Es un hecho científico y un acto de solidaridad con los más vulnerables. Algo que no debería ser motivo de división entre los mexicanos.
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