Redacción ejecentral
Más de 20 años después, la Iglesia católica de Ruanda pidió perdón públicamente por la participación de sus clérigos en el genocidio por el que fueron asesinadas cerca de un millón de personas en 1994, durante alrededor de cien días.
De acuerdo con medios locales, los nueve obispos que representan todas las diócesis del catolicismo del país africano firmaron una resolución conjunta donde se señala que la iglesia no jugó un papel directo en el genocidio, pero tiene conocimiento de la participación de algunos clérigos que mataron a personas inocentes.
La resolución se leyó el domingo pasado en todas las iglesias de Ruanda y forma parte del mensaje de fin de año de jubileo.
“Pedimos perdón por todos los errores cometidos. Estamos consternados por el hecho de que personas que pertenecían a la Iglesia hubieran violado el propio juramento a Dios”, señala un comunicado.
“Perdónanos por los crímenes de odio en el país. En la medida en la que odiábamos a nuestros compañeros por su origen étnico, no mostramos que somos una familia si no que nos matamos entre nosotros”, agregó la declaración.
Durante el genocidio ruandés fueron asesinados casi un millón de tutsis y miembros moderados de la etnia hutu. Muchos de ellos murieron en iglesias donde habían buscado refugio. Los responsables fueron milicias extremistas, militares y parte de la población civil.
El cura católico Athanase Seromba, juzgado por crímenes de lesa humanidad en 2006, y, el pastor Elizaphan Ntakirutimana, procesado en 2004; son algunos de los religiosos que ya fueron condenados por su intervención en el genocidio.
Cuando, en 1994, el helicóptero del presidente Juvénal Habyarimana -de la etnia Hutu- se estrelló, los tutsis fueron culpados y se desató el infierno. En cinco meses, el 75% de la etnia tutsi fue aniquilada. No hicieron falta armas sofisticadas ni grandes diseños tácticos, por la radio se emitían mensajes de odio constantes y movilizó a la población hutu local para que salieran en masa a vengar a su presidente y a su propia etnia, masacrando a cualquier tutsi que se les cruzara. Así mujeres, niños, monjas, curas se convirtieron de noche a la mañana en ejecutores.
La nueva postura oficial de la Iglesia católica representa un importante giro, ya que en aquel momento el discurso eclesiástico se centró en que quienes cometieron crímenes, lo hicieron de modo personal y sin tener en cuenta su rol religioso. ( Con información de agencias y United to End of Genocide)
Aquí un documental sobre el horror que vivió Ruanda: