“Si AMLO fuera presidente retiraría el Ejército en 6 meses de la calle. PRI y PAN se oponen... ¿en qué país viven eh?”: Citlalli Hernández, mayo de 2012.
“La mano dura ha fracasado y hay que asumir que la militarización en las tareas de seguridad pública, también. No queremos guerra sucia en el 2018. No queremos al Ejército en la vida política de la nación”, Alejandro Encinas, diciembre de 2017.
“Militarizar la seguridad pública es un cheque en blanco para la violación de los derechos humanos”: Mario Delgado, marzo de 2017.
“Con la aprobación de la #LeydeSeguridadInterior el régimen se quita la máscara y transita abiertamente hacia una dictadura militarizada. Ayotzinapa y Nochixtlán fueron apenas el inicio”: John Ackerman, noviembre de 2017.
“El Ejército no está capacitado para realizar tareas policiales, los métodos militares generan graves índices de letalidad”, Manuel Bartlett, mayo de 2017.
“Debe fortalecerse el poder civil con el establecimiento de la democracia. El militarismo no es solución”: Andrés Manuel López Obrador, abril de 2010. ¿Y la congruencia, apá?
Las benditas redes sociales demuestran que AMLO no es el único que cambió de opinión sobre el papel de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública.
Bueno, tan cambió su parecer que ahora el Ejército también construye aeropuertos, encabeza empresas y tiene un batallón turístico. Ahora, los morenistas apoyan que las fuerzas armadas estén en las calles, y si no lo apoyan se quedan calladitos porque no les conviene contradecir al Presidente.
Ha de ser muy feo tragar sapos sin hacer caras y el fiel reflejo de ello es Mario Delgado, el dirigente de Morena que en 2017 hizo una megacampaña contra la propuesta de Ley de Seguridad Interior de EPN y hoy defiende hasta con los dientes una Guardia Nacional dependiente del Ejército.
La propuesta de AMLO para que la Sedena asuma por completo el control operativo, financiero y administrativo de la GN se ha convertido en la manzana de la discordia.
No sólo ha provocado que más de uno esconda la cara por sus tuits del pasado, sino que logró tambalear la alianza Va por México. Iniciando el periodo ordinario, los diputados de la 4T hicieron circo, maroma y teatro para aprobar la iniciativa presidencial en fast track.
Sí, legisladores que antes eran de oposición y que se quejaban de los madruguetes cayeron en la misma estrategia que repudiaban. En el Senado las cosas no pintan igual. Ricardo Monreal, coordinador de Morena, prometió un proceso plural y no un debate exprés, lo que seguro le traerá problemas con Ya Saben Quién.
Mientras tanto, el PRI en la Cámara de Diputados salió con una iniciativa, que presentó Yolanda de la Torre, para ampliar hasta 2028 el plazo para que las fuerzas armadas participen en tareas de seguridad pública, es decir, cuatro años más.
¿Cómo para qué plantear eso si todavía no se vence el plazo inicial? ¡Faltan dos años! Esa ocurrencia, al único que le ha beneficiado es a Alito Moreno, pues Morena le ha vuelto a guiñar el ojo. ¿A costa de qué?
Del enfrentamiento con los priístas y hasta con sus aliados de Va por México. Si alguien ha sido congruente aquí es el coordinador del PRI en el Senado, Miguel Ángel Osorio Chong, quien lleva tiempo advirtiendo que el desprestigio de Alito pone en riesgo la alianza.
Osorio ha mantenido unido al bloque priista en el Senado y es uno de los líderes al que no le tiembla la voz para decir que Alito le hace daño al partido, por eso, hay muchos que ven al senador como el próximo dirigente del tricolor.
Al PRI le urge un líder que una a militantes y aliados porque la advertencia de Marko Cortés, del PAN, es clara: o el tricolor baja su iniciativa o termina la coalición. Mientras, la alianza está suspendida porque el PRI —el de Alito— no honró la plataforma común. ¡Quihúboles!