UNAM, ¿la caballada está flaca?

1 de Enero de 2025

UNAM, ¿la caballada está flaca?

lourdes_mendoza

Al mismo tiempo que en estos días se define el devenir de lo que será la elección presidencial de 2024 en México, ha iniciado un proceso delicado y trascendente para la vida no sólo de una institución sino de todo el país: la sucesión en la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La UNAM no sólo es una inmensa comunidad de más de 400 mil personas, medio centenar de facultades y escuelas de enseñanza media y superior, 36 institutos de investigación de todas las disciplinas de ciencias y humanidades, 27 centros y programas especializados, así como 5 campus foráneos. Es el principal vehículo de extensión cultural y sus publicaciones representan la gran mayoría de la difusión científica del país.

Con un presupuesto anual de 52 mil 728 millones de pesos, la Universidad es centro de la diversidad nacional, albergue de todas las ideologías, razones, filias, fobias y, por lo tanto, objeto de interés en una clase política que siempre la ha querido penetrar a pesar de su plena autonomía, esa palabra que se le atraganta al actual gobierno de la Cuarta Transformación.

Aunque el presidente de la República lo niegue, ya ha habido señales desde Palacio Nacional que apuntan a meter mano en el proceso sucesorio en el cual la Junta de Gobierno de la UNAM, compuesta por 15 mujeres y hombres universitarios del más alto nivel, definirán quién será el sucesor o sucesora del doctor Enrique Graue Wiechers, el oftalmólogo que ha conducido a esa institución durante los últimos 8 años.

Apenas el lunes pasado se abrió la convocatoria para que la inmensa comunidad universitaria haga propuestas sobre los mejores perfiles para encabezar la UNAM a partir de noviembre y hasta 2027, y para que los interesados se inscriban en una ruta que culminará hacia principios de noviembre con la designación del nuevo Rector.

Aguas, porque me parece que --como dice el clásico-- la caballada está flaca y no por el número de aspirantes sino por los perfiles. Ahí está el exhuelguista del CEU, Imanol Ordorika, a quien ubican como cercano a la corcholata favorita de Palacio; Luis Álvarez Icaza, también próximo a la 4T por parentescos políticos; el abogado Raúl Contreras y el segundo de a bordo de Graue, Leonardo Lomelí, así como el astrónomo William Lee. Afortunadamente hay mujeres en los nombres que vienen y van desde ya, que son opción para que por primera vez haya alternancia de género en la Rectoría: la científica Patricia Dávila, la socióloga Guadalupe Valencia y la jurista Mónica González Contró.

Aquí el punto es que me parece que no son todos los que están ni están todos los que son, porque de aquí al 4 de septiembre pueden inscribirse perfiles que no han sido mencionados pero que pueden representar opciones frescas para la transición. Habrá, creo, otros nombres de hombres y mujeres que participarán con posibilidades reales de ganar (aquí entre nos, mis fuentes pumas calculan en una docena el número de aspirantes que se inscriban).

Por el lado de la Rectoría, si durante su rectorado Graue no ha intervenido en la designación de más de 50 titulares de institutos y facultades, no tendría por qué hacerlo --ni ostensible ni subrepticiamente-- en el proceso que ya inició, y dejar que la Junta de Gobierno haga su trabajo. Es decir, pareciera que ni apoyará ni vetará a candidato o candidata alguno, lo que es una buena noticia.

Agárrense pues, porque 11 semanas que durará el proceso es demasiado tiempo, y el riesgo amplio. El 12 de octubre conoceremos los nombres de los finalistas, que serán entrevistados por la Junta a partir del día 23 del mismo mes, antes de revelar al ganador o ganadora.

La UNAM es, les digo, complejísima, y además habrá que estar muy pendientes de que a López Obrador no le ganen las ganas de querer influir en la elección de un rector a modo de la 4T y de lo que siga.