Tanta es la mentira y miseria de las autoridades encabezadas por el Comandante Z, Pedro Zenteno, como director general del ISSSTE, que sólo y para realizar circo fueron al día siguiente de la tragedia de Otis al puerto de Acapulco a tomarse la foto y burlarse de los derechohabientes y trabajadores y jamás volver.
Fueron estos últimos los únicos que enfrentaron la terrible embestida del huracán.
Y es que para los trabajadores que por temores a represalias me piden el anonimato, lo vivido en la madrugada del 25 de octubre fue algo que jamás en su vida olvidarán.
Estuvieron prácticamente solos y a la deriva en un, ya de por sí, viejo y caduco hospital, como lo era el ISSSTE de Acapulco; decimos lo era porque después de Otis ya no existen ni el hospital general ni la clínica.
Los trabajadores me manifiestan que hubo muchas defunciones de pacientes por falta de electricidad, al quedar destrozadas las plantas de energía. Agregaron que colapsaron todos los equipos, entre ellos monitores y ventiladores; techos, paredes, plafones, ventanas y cristales quedaron destruidos en su totalidad.
Trabajadores y derechohabientes buscaron salvaguardar su vida, lo que ocasionó un caos. Pero ya saben, esto para las autoridades del ISSSTE y para este gobierno son sólo simulación.
Es más, ni ante la tragedia de Otis el presidente López Obrador se ha dignado a visitar las ruinas en las cuales han quedado el hospital y la clínica del ISSSTE. —Inhale y exhale—.
Sin existir garantías para su funcionamiento, han obligado a los trabajadores a ir a laborar, cuando las aseguradoras han declarado como inservibles dichas instalaciones. Existen supuestos módulos de atención básica en el hospital general, pero ¿y las urgencias?
—Un fuerte doble—. A casi 80 días de la tragedia, las urgencias siguen siendo canalizadas al ISSSTE de Chilpancingo, aun cuando en dicho trayecto muchos pacientes han muerto en las ambulancias (1:30 minutos es el tiempo normal que se tarda en llegar de Acapulco a Chilpancingo), y a otros los mandan hasta Cuernavaca. Sí, leyó bien... ¡hasta Cuernavaca, Morelos!
Pero qué se puede esperar de bueno en el ISSSTE si el subdelegado administrativo encargado de la Delegación Estatal, Javier Larequi Radilla, se ufana y presume ser protegido del Comandante Z.
Tanto es así que existe un expediente en la propia Dirección General y de Administración en su contra por corrupción, al incrementar en varios millones el valor de los servicios subrogados y pedirle a los proveedores porcentajes —sí, moches— para otorgarles las concesiones; pero ¡oh, sorpresa!, ninguna autoridad a nivel central hace absolutamente nada. Al contrario, han premiado a dicho funcionario al otorgarle el mismo cargo que ostenta, pero a su hijo, de nombre Andoni Larequi Butler, como subdelegado de Administración en ISSSTE Coahuila.
Así las cosas en el ISSSTE de Guerrero. El Comandante Z ha presumido la construcción de un nuevo hospital regional para Acapulco, pero ante la tragedia de Otis muestra nulo interés en atender las necesidades de los derechohabientes y trabajadores del ISSSTE.
De hecho, déjenme también comentarles que, aunque Zenteno prometió una supercarpa para atender a los derechohabientes, hoy en día sólo se brinda en una minicarpa improvisada la atención mínima. En la clínica nada, está completamente cerrada. El hospital no atiende en ninguno de sus pisos y servicios.
Luego, entonces, el famoso hospital móvil (la carpa), que según presumían estaría listo 15 días después del huracán, sigue sin funcionar.
¡Ah, pero eso sí!, en la página oficial del gobierno federal con fecha del 30 de octubre de 2023, mienten sin pudor alguno al asegurar que ya iniciaron los trabajos de rehabilitación en el Hospital General del ISSSTE de Acapulco y que sigue brindando atención médica a derechohabientes y a toda la población.
Lo dicho: no son iguales, son peores.
Te puede interesar:
Funcionarios abusadores protegidos