Si hablamos del funcionamiento de la mente y el cerebro, la suma de dos idiomas es más que dos idiomas…
Desde hace tiempo se sabe que las personas bilingües, además de tener esa ventaja, obtienen calificaciones más altas en tests de inteligencia. En los últimos años, las neurociencias no sólo están empezando a explicar por qué sucede ese fenómeno, también están detectando que son muchas las habilidades y capacidades que aumentan como resultado del bilingüismo (o el multilingüismo, claro).
Capacidades aumentadas
Evidentemente, algunas de las capacidades que aumentan se ubican en el uso de las lenguas en sí. Por ejemplo, un estudio encontró que quienes hablan griego y alguna lengua germánica (entre las que se encuentran, además del alemán, el inglés, el noruego, el neerlandés y otras del norte de Europa) son mejores para detectar errores en las construcciones gramaticales en los dos idiomas que conocen que quienes sólo hablan uno de ellos.
La misma habilidad, señala el estudio, hace a las personas bilingües menos a cierta forma de manipulación que las monolingües, pues son más capaces de detectar las llamadas “ilusiones gramaticales”, que constituyen una forma de discurso que engaña a las personas llevándolas a aceptar construcciones que en el fondo no tienen sentido.
El estudio, realizado por un equipo de varias universidades europeas y publicado en la revista PLOS ONE, tiene matices importantes. Por ejemplo, mientras los monolingües detectaron el 39 % de las ilusiones gramaticales, los bilingües lo hicieron con el 56 % , por lo que, aun siendo menos susceptibles a la manipulación, no son inmunes a ella.
Las personas bilingües necesitaron más tiempo para llegar a una respuesta. Si bien no es mucho más tiempo (una media de dos milisegundos en afirmar que una construcción gramatical era “correcta” y 70 milisegundos más en afirmar que era “incorrecta”) el equipo señala que esto podría considerarse una desventaja.
Pero las habilidades extras que brinda el bilingüismo no necesariamente tienen que ver con el lenguaje y pueden acelerar algunos procesos, como muestra otro estudio, publicado en la revista Scientific Reports en enero de 2021, donde los adultos que aprendieron su segundo idioma cuando eran pequeños (también llamados bilingües primarios) resultaron más rápidos para detectar cambios en imágenes que se mostraban en una pantalla, en comparación con los adultos que aprendieron su segundo idioma más tarde en la vida (bilingües tardíos).
También fueron más rápidos para controlar su atención y pasarla de una imagen para enfocarse en otra.
Capacidades aumentadas como estas hacen que los bebés criados en hogares bilingües (y los adultos en que se convierten) puedan adaptarse mejor a entornos más complejos y “a aprovechar múltiples fuentes de información visual, como los movimientos de la boca, las expresiones faciales y los gestos sutiles”, señala Dean D’Souza, investigador de la Anglia Ruskin University y líder de la investigación.
También la escritura…
Así como en el estudio anterior es importante que las estructuras gramaticales del griego y las lenguas germánicas sean distintas, las diferencias en las formas de escribir, como las que existen entre el alfabeto romano, el sistema kanji japonés o los logogramas chinos, también son relevantes.
Una serie de experimentos reportados el 5 de abril de este año en la revista Science Advances, reveló un área cerebral en la corteza visual que se activa cuando leemos. El equipo de investigación la llamó “área de formación de palabras visuales” (VWFA, por su sigla en inglés) y señala que no se había detectado antes porque los equipos de resonancia magnética no tenían suficiente resolución.
Ahora son lo suficientemente finos para que el equipo de investigación averiguara que la VWFA se subdivide en áreas más pequeñas y que leer en inglés o francés activa las mismas áreas; pero hay subdivisiones que sólo se activan al leer logogramas chinos, y que estas áreas también se activaron fuertemente por los rostros.
“Podemos suponer que la lectura de las características faciales y los ideogramas comparten algunos mecanismos subyacentes. Las caras, como los caracteres chinos, son formas compactas que solo pueden reconocerse y distinguirse analizando la posición de sus partes entre sí”, señala Stanislas Dehaene, director de NeuroSpin de la Université Paris-Saclay.
Otro experimento, reportado en la revista eNeuro, en el que se midió la actividad neuronal de los bilingües en coreano e inglés (que tienen sistemas de escritura muy diferentes), encontró que en el lenguaje hablado no hay diferencias en las estructuras o áreas cerebrales que se usan.
Para el equipo de investigación esto significa que en el cerebro de los bilingües los dos idiomas “ocupan” los mismos espacios y se procesan por el mismo y que, por tanto, tenemos un hardware con el que podemos aprender diversas lenguas.
Epílogo de beneficios insospechados
Las familias bilingües con un hijo en el espectro autista a menudo tienden, a menudo alentados por especialistas, a renunciar al uso de uno de los idiomas para no complicar más el desarrollo de las habilidades comunicativas de su hijo.
Sin embargo, una investigación de las universidades de Ginebra, Tesalia y Cambridge demostró que el bilingüismo permite a los niños con autismo compensar parcialmente déficits en funciones ejecutivas y en lo que se conoce como teoría de la mente o la comprensión de las diferentes perspectivas, creencias, deseos y emociones de otras personas.
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