En el camino de la salud y la sabiduría

22 de Diciembre de 2024

En el camino de la salud y la sabiduría

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Además de los beneficios físicos, ejercitarse mejora la cognición, la salud mental y hasta la espiritualidad

Hacer ejercicio de manera regular, incluso (y a veces sobre todo) si es de baja intensidad como caminar, se recomienda para combatir o mitigar “el riesgo asociado con múltiples cánceres, enfermedades cardiovasculares, diabetes y mortalidad por todas las causas”. Sin embargo, hay muchos más beneficios de esta forma de ejercicio que también conocemos pero que a menudo olvidamos. Literalmente, nos hace más sabios, ya que mejora la cognición, la salud mental e incluso las experiencias espirituales.

Ejercicio y función cerebral

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Desde principios de este siglo se han publicado investigaciones sobre los efectos positivos del ejercicio en la cognición. Una de ellas, publicada en 2009 en la revista Neuroscience, tomó medidas del llamado “potencial cerebral relacionado con eventos” (un tipo de electroencefalograma) en niños, con resultados sorprendentes.

El equipo de la Universidad de Illinois encontró que una sola sesión de ejercicio aeróbico moderadamente intenso en una caminadora mejoró el rendimiento cognitivo de los niños al tiempo que sus cerebros mostraron actividad eléctrica aumentada, por así decirlo.

También se observó que el ejercicio ayudó a que los niños mejoraran lo que se conoce como “control cognitivo” (o función ejecutiva), un término que describe una serie de operaciones mentales autorreguladoras. La llamada inhibición ha sido la más estudiada, y se refiere a la capacidad de actuar basándose en una elección en lugar de un impulso, o de inhibir la atención a estímulos irrelevantes y tener control sobre las propias acciones.

¿Sabías que? Elevar el ritmo cardiaco tiene el efecto secundario de mejorar nuestra capacidad para aprender, pues aumenta la capacidad del cerebro para recordar.

Recientemente, una investigación realizada en la Universidad de Copenhague, publicada en enero pasado en la revista Neurobiology of Learning and Memory, encontró que el aprendizaje de una habilidad motora, como tocar una nueva pieza en un instrumento o manejar un auto, se facilita si se realiza ejercicio físico antes o después de practicar estas habilidades.

De hecho, la capacidad de las personas para recordar las habilidades motoras aprendidas mejora alrededor de un 10% cuando se incluye ejercicio antes o después de la práctica. En un comunicado de su universidad, Lasse Jespersen, primer autor del estudio, señala que “el mayor efecto se logra si se hace ejercicio antes y después”.

Otro estudio encontró que el ejercicio moderado, como caminar, también mejora la salud cognitiva y la función ejecutiva en personas con síndrome de Down.

Contra la depresión: bailar, caminar y yoga

El ejercicio suele recomendarse como complemento o incluso como alternativa a los medicamentos y la psicoterapia en el tratamiento de la depresión, incluyendo el trastorno depresivo mayor. Sin embargo, no existen recomendaciones claras y consistentes sobre la dosis o modalidad de ejercicio a recetar, a pesar de que se ha demostrado que ambos factores influyen en los resultados en áreas como la cognición, el dolor de espalda y la presión arterial.

Un metanálisis de las pruebas realizadas, que examinó el efecto del ejercicio de manera similar al estudio de los medicamentos, reveló que el ejercicio tiene efectos significativos, aunque moderados, sobre la depresión, “ya sea solo o en combinación con otros tratamientos establecidos, como la terapia cognitivo-conductual”.

Las modalidades de ejercicio más efectivas para alcanzar ese objetivo, según el estudio publicado el 14 de febrero en The BMJ, fueron, en términos generales: caminar o trotar, yoga, entrenamiento de fuerza y bailar. De hecho, el baile mostró los mejores resultados, aunque también contaba con menos evidencia. Sin embargo, el análisis detectó diversas diferencias y detalles, como que el entrenamiento de fuerza fue más efectivo para las mujeres, mientras que el yoga o el qigong (también llamado chi kung) fueron más efectivos para los hombres. Además, se encontraron detalles sobre tiempos e intensidades.

Aun así, encontraron que caminar o trotar fueron efectivos para ambos sexos y los distintos rangos de edad. Además, “los beneficios del ejercicio tendieron a ser proporcionales a la intensidad prescrita, siendo mejor la actividad vigorosa”, señalan los autores liderados por Michael Noetel de la Universidad de Queensland en St Lucia, Australia. Otro metanálisis se enfocó en la depresión posparto y sí encontró las dosis y modalidades precisas: el ejercicio aeróbico de intensidad moderada, tres o cuatro veces por semana en sesiones de entre 35 y 45 minutos, resultaron especialmente efectivos en estos casos.

Este dato es relevante, ya que hace unos días un estudio mostró que la fluoxetina, el principio activo de antidepresivos como Prozac y Sarafem, “no solo cruza la placenta, sino que también pasa a la leche materna”, lo que podría influir en el cerebro en desarrollo.

Epílogo de inclusión al espíritu y la naturaleza

Según el antropólogo de las religiones Agustín Pániker, muchas personas no necesariamente religiosas tienen experiencias espirituales cuando están en contacto con la naturaleza. Autores como Henry David Thoreau señalaban hace siglo y medio que el tiempo pasado en la naturaleza es bueno para el corazón y el alma.

Para el equipo de la Universidad de Utah, que realizó una investigación publicada en enero de 2024 en la revista Scientific Reports, esto se expresaría de la siguiente manera en términos científicos: “Un paseo por la naturaleza mejora ciertos procesos de control ejecutivo en el cerebro, más allá de los beneficios asociados con el ejercicio”.

En un comunicado de la universidad, David Strayer, uno de los líderes de esta investigación, es menos riguroso y señala: “Existe una idea llamada biofilia que básicamente sugiere que nuestra evolución a lo largo de cientos de miles de años nos ha llevado a tener una mayor conexión o amor por los seres vivos naturales”.

Si (usted) hace ejercicio antes de aprender una habilidad, mejorará y recordará mejor lo que ha aprendido. Lo mismo se aplica si hace ejercicio después de aprender. Pero nuestra investigación muestra que el mayor efecto se logra si se hace ejercicio antes y después”. Lasse Jespersen, Universidad de Dinamarca.

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