Los panistas ya votaron anticipadamente porque el presidente Andrés Manuel López Obrador permanezca en el cargo hasta el final de su mandato.
Con su alianza con Vox, le hicieron ya su campaña para la consulta de marzo próximo, y, en una de esas, a la candidata o candidato de Morena para 2024.
El presidente López Obrador lo sabe, y aprovechará al máximo el prematuro e inesperado regalo del único partido que le puede hacer sombra en ese refrendo de su mandato; el PRI no pinta y el PRD está a punto de extinguirse.
De hecho, ya lo hizo en su conferencia mañanera del lunes pasado cuando desnudó a los panistas y los exhortó a quitarse las máscaras, a dejarse de hipocresías a los que firmaron y a los que no, pero coinciden, con la Carta de Madrid, con la que intentan frenar al comunismo, por lo demás una idea trasnochada.
Como anillo al dedo, diría el clásico, le cayó al inquilino de Palacio Nacional la reunión, en lo oscurito, entre los distinguidos senadores panistas y el líder de partido español Vox, Santiago Abascal.
Y a un error, sigue otro error; sin saber qué hacer frente a la dura condena de la que han sido objeto y al acorralamiento mediático, optaron por cortar el hilo más delgado.
Corrieron al responsable de manejar sus redes sociales en el Senado, Christian Camacho, sin saber que están en un pantano, del cual entre más se mueven, más se hunden.
Su actual dirigencia, encabezada por Marko Cortés, a pesar de pedir licencia para reelegirse, y sus brazos en la Cámara de Diputados, Jorge Romero y en el Senado, Julen Rementería, han sido incapaces desde hace mucho tiempo de recomponer a un partido apocado, que no es competitivo desde que perdieron su segunda y última Presidencia de la República, con Felipe Calderón Hinojosa.
Un partido, cuya cantera dista mucho de ser capaz de producir, o dejar emerger, a líderes de la talla de Manuel Gómez Morín, José González Torres, Efraín González Morfín, Luis H. Álvarez, Carlos Castillo Peraza, Pablo Emilio Madero, José Ángel Conchello Dávila y Luis Felipe Bravo Mena, entre otros.
O candidatos presidenciales como Luis H. Álvarez, Manuel J. Clouthier y aún el controvertido Diego Fernández de Cevallos.
Y no me detengo para señalar a Vicente Fox Quesada, quien llegó a la Presidencia de la República debido a un hartazgo político del PRI con enormes expectativas, pero que decepcionó al desarrollar un gobierno basado en ocurrencias, muchas de ellas de su esposa, Martha Sahagún.
O a Felipe Calderón Hinojosa, quien arribó y salió de la primera magistratura del país marcado por un presunto fraude electoral, el segundo más escandaloso después del de 1988, que posibilitó a Carlos Salinas de Gortari detentar la primera magistratura del país.
Calderón Hinojosa nunca logró remontar ese cuestionamiento con el ejercicio del poder y, por el contrario, cargó durante todo su sexenio el mote de presidente espurio, que le esculpió el entonces candidato opositor de izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
El severo cuestionamiento político y social impidió a Felipe Calderón tomar posesión como todos los expresidentes y lo tuvo que hacer llegando por la puerta de atrás del recinto legislativo arropado por diputados del PAN y PRI, en una ceremonia que duró solo cinco minutos y que quedó marcada en la historia de la vida política de México.
En esa tesitura los dos presidentes panistas no entran en el terreno de figuras panistas relevantes, incuestionables.
Por todo lo anterior, la conclusión de la clase política del país, incluida la de muchos panistas de cepa, va en el sentido de que el panismo, con las dirigencias nacionales de los últimos tiempos, pero más con la actual, se encamina sin freno rumbo al abismo.
Y lo de Vox, es simplemente la tormenta que desbordará el río que antes fue de aguas azules.
En Cortito: Nos cuentan que grave error de comunicación el del llamado zar anticoronavirus, Hugo López-Gatell al afirmar que el privilegiar a los menores en el proceso de vacunación, les resta oportunidad a otros sectores de población más vulnerables.
No le falta razón al subsecretario de Salud, ciertamente no hay evidencia científica hasta el momento de que la vacuna no genere algún tipo de reacción en los menores de edad, y de que será hasta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) realice los estudios pertinentes y llegue a sus conclusiones cuando ya se podrá determinar la conveniencia o no de vacunar a los infantes.
Sin embargo, decir lo que dijo de manera rotunda, lo mete en lo políticamente incorrecto, y ese es el punto fino, porque eso lo que comunican los adversarios de la 4T.
Bien le haría al doctor López-Gatell asesorarse sobre el impacto de sus declaraciones, a fin de evitar los adjetivos de asesino, genocida, etcétera, que le propinan aquellos quienes todo ven mal, y a falta de propuestas, solo se dedican a criticar.
Y hablando de pifias, pero de mala fe, de mala entraña, éstas se dan en la Suprema Corte. Resulta que nadie da con el funcionario de alto nivel de ese órgano colegiado presuntamente despedido por el Ministro Presidente, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, por supuesto acoso sexual.
Al respecto, crecen las dudas acerca de si es real tal disposición, y si existe tal personaje cesado, o más bien es un ardid del ministro de marras con una doble intención.
La primera hacerse visible ante el presidente, Andrés Manuel López Obrador y el secretario de Gobernación, Adán Augusto Hernández López, luego de que ya se le fue su único y real asidero en Palacio Nacional, el exjurídico Julio Scherer Ibarra.
Y la segunda, distraer la atención de quienes sí son señalados de acosar sexual y laboralmente a sus subordinadas, y que son gente muy, pero muy cercana a él.