Empezamos la segunda semana de mayo y el crimen ya enlutó al gremio periodístico en México.
La tarde del lunes, la delincuencia que opera con total impunidad en nuestro país, asesinó a las periodistas Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera.
Fue una ejecución a plena luz del día. Las comunicadoras estaban en el interior de un auto compacto cuando sujetos armados las rociaron a balazos en el municipio de Cosoleacaque, Veracruz.
Con su muerte, ya suman 11 los periodistas asesinados en lo que va de 2022 en nuestro país. La fotografía de cada uno de estos homicidios, es la saña y la violencia de los sicarios que ahora gustan de matar a quienes tenemos como únicas herramientas de trabajo una libreta de apuntes, un bolígrafo, una grabadora o una cámara de fotografía y video.
Ejercer el periodismo en nuestro país representa toda una odisea. Hoy en México, los que nos dedicamos a este noble oficio no solo debemos aguantar las injurias de quienes ejercen el poder cuando nuestras investigaciones los desnuda en actos de corrupción.
No, ahora los integrantes del crimen organizado pueden ir a tu casa, a tu centro de trabajo o donde te encuentres para matarte.
De nada sirven las condolencias que el presidente Andrés Manuel López Obrador mande a las familias de las periodistas Yessenia Mollinedo Falconi y Sheila Johana García Olivera.
Ni mucho menos que el jefe del Ejecutivo federal o su vocero Jesús Ramírez condenen el doble homicidio y digan que irán a fondo en las investigaciones.
No, son simples palabras que en nada abonan a detener la masacre que el crimen desata contra los periodistas en México.
Presidente López Obrador usted, así como su gabinete de seguridad, empezando por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y el subsecretario Alejandro Encinas, se han convertido en cómplices de los asesinatos de comunicadores en nuestro país.
¿Por qué cómplices? Por su inacción en detener el avance de los criminales en el territorio nacional, quienes cada día actúan con más violencia no solo con los periodistas sino con los ciudadanos que no encuentran refugio ni en sus propios hogares.
Esta más que demostrado presidente López Obrador que su política de “abrazos y no balazos” lejos de rescatar a los jóvenes de las garras del crimen, los sumerge más en la delincuencia.
Y, por ende, si a algún grupo criminal no le gusta lo que algún periodista pública en los diarios, la televisión o la radio, ven la forma de dañarlos hasta arrebatarles su propia vida.
¿No me cree? Le cito y pongo un ejemplo presidente Andrés Manuel López Obrador. Es el caso del periodista Marco Antonio Coronel, quien a pesar de que activó desde 2018 el Mecanismo de Protección a Periodistas, vive uno de los momentos más complicados de su vida para ejercer periodismo en México.
Le enumero a usted presidente, a su vocero, Jesús Ramírez y a su secretario de Gobernación, Adán Augusto López, cada una de las amenazas que ha recibido desde que Morena llegó al Gobierno de la República.
En 2018, el Cártel del Sur, una organización que opera en Guerrero, publicó videos y narco mensajes en redes sociales, donde le advirtieron a Marco Antonio Coronel que lo harían “cachitos” después de publicar reportajes donde demostraba que la policía municipal de Chilpancingo desapareció a varios jóvenes con ayuda de sicarios de este grupo criminal e incluso su caso fue documentado por Amnistía Internacional.
Desde entonces, el comunicador ya no puede viajar a Guerrero a realizar trabajo periodístico.
En diciembre de 2020, cuando el periodista documentaba el éxodo de toda una población llamada La Bocanda en los límites entre Aguililla y Tepalcatepec, Michoacán, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) atacó con armas de grueso calibre la camioneta de los llamados grupos de autodefensa en la que viajaba.
Iban en esa camioneta, ya que las fuerzas armadas y policíacas, llámese Ejército, Marina, policía Federal y Estatal se negaban a entrar a esa zona y eran precisamente los periodistas los que narraban a la población e incluso a las propias autoridades lo que pasaba en ese lugar. De milagro, el comunicador y su equipo salvaron la vida.
Sin embargo, ante más denuncias de violencia en Michoacán, regresó en junio de 2021; pero en esta ocasión un grupo de sicarios del CJNG los alcanzó en la carretera Aguililla – Apatzingán.
Los delincuentes los bajaron del vehículo, les tomaron fotos, video, además de apuntar su nombre y direcciones de cada uno de ellos en un nuevo acto de amenaza a su trabajo.
En 2022, que sin duda será recordado como el más violento contra la prensa en México, en el mes de abril de nuevo el Cártel Jalisco Nueva Generación amedrento al periodista y su equipo.
En esta ocasión estos criminales grabaron un video para amenazarlos y ahora acusarlos de un cártel rival (es lo que siempre hacen los grupos criminales antes de atacar a sus futuras víctimas).
Ante la falta de condiciones para ejercer su profesión, el periodista Marco Antonio Coronel suspendió su cobertura en Michoacán tal como lo hizo en Guerrero.
Otro caso es el portal de noticias
y su equipo de periodistas han documentado, desde hace meses, como sicarios del CJNG cometen infinidad de delitos en los estados de Zacatecas y Jalisco, sin que las autoridades hagan algo para detenerlos.
Apenas la semana pasada, la Fiscalía General de la República dio a conocer que ofrece una recompensa de 500 mil pesos a quien ofrezca información para detener a Gerardo González Ramírez, alias “El Gera”, “El Güero” o “El Apa”, pues lo ubica como el principal generador de violencia del Cártel Jalisco Nueva Generación en los límites de Zacatecas y Jalisco.
Sin embargo, a pesar del riesgo que corre cada uno de los periodistas de este portal, ya que documentan con videos los rostros de los delincuentes, hasta la fecha ningún funcionario de la Secretaría de Gobernación se ha acercado a ellos para brindarles alguna protección.
En fin, lo único cierto es que en México reina la impunidad en los ataques a la libertad de prensa y eso es aprovechado por los criminales quienes ganan terreno sembrando el terror y la muerte como armas para evitar que los periodistas denuncien sus fechorías.
Quizá el presidente Andrés Manuel López Obrador cree que reportar un bache o una coladera abierta es periodismo, no, el verdadero periodismo es el que realizamos cuando denunciamos los abusos y excesos de poder.
Y también al documentar el avance del crimen que acaba con la paz y la armonía de comunidades enteras.
Toda mi solidaridad para todos aquell@s colegas que han sido amenazados y violentados por su labor periodística, pero también quiero guardar un minuto de silencio por los 11 periodistas que han muerto, en lo que va del año, en manos de la delincuencia, en medio de un silencio cómplice de las autoridades.