Corrupción y negligencia de autoridades; abuso de líderes vecinales sin escrúpulos; necesidad de vivienda de la gente, pero, sobre todo, la voracidad desmedida, es lo que resume lo ocurrido con el deslave del Cerro del Chiquihuite.
Por fortuna para la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum y para el alcalde de la Gustavo A. Madero, Francisco Chíguil Figueroa, el desgajamiento del cerro se dio del lado del municipio mexiquense de Tlalnepantla, de lo contrario otra historia se estaría escribiendo en la capital del país, por su cara que da a la Gustavo A. Madero.
Sin embargo, ni la corrupción de autoridades, ni la irresponsabilidad de la gente que habita literalmente en el Cerro del Chiquihuite, son privativos de la Gustavo A. Madero; esto se da lamentablemente en Iztapalapa, Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Tlalpan y Coyoacán, entre otras alcaldías, donde han proliferado las invasiones y cohabitado la corrupción.
Es una tristeza ver en esas demarcaciones cómo los cerros antes llenos de árboles, vegetación y fauna endémica, ahora han mutado para constituir enormes moles de hierro y cemento, por cuyas calles caminan miles de personas, que a diario desafían a la muerte y orillan a sus infantes a hacer lo propio, pese a la advertencia caprichosa de la naturaleza.
Es una tristeza contemplar cómo esa combinación de corrupción de autoridades de esas alcaldías y el “valemadrismo” de ciudadanos por decir lo menos, han arrebatado y destruido la vegetación y el hábitat de la fauna que ahí vivía, y que ahora deambula por las colonias aledañas de la zona baja, expuestas a otros depredadores: animales domésticos y humanos.
Cada vez es menos raro ver entre los árboles y cables de luz de esas colonias a destanteadas y temerosas ardillas, urones, mapaches, entre otros ejemplares, exponerse a perros, gatos y humanos, quienes, igual de inconscientes que los que los corrieron de su hábitat, en los cerros, ahora los corretean para cazarlos y meterlos, en el mejor de los casos, en jaulas, para luego ser vendidos en los incontables tianguis de esas zonas.
Es verdaderamente deprimente el espectáculo que se puede apreciar desde las azoteas de las casas de las colonias que se ubican en las zonas bajas de esas alcaldías.
A saber, cada noche que transcurre se aprecian cada vez más focos en las alturas de los cerros, hasta llegar a ser, decenas, cientos, miles.
Empezaron a aparecer primeramente unos en el valle, los cuales se fueron multiplicando día con día ante el silencio y mirada cómplices de las autoridades corruptas de esas demarcaciones y del gobierno federal, porque ellos también tienen gran parte de responsabilidad.
Y si no que se pronuncien para ver qué han hecho al respecto las instancias protectoras del medio ambiente y de los animales.
Nada, simplemente nada, solo, se han hecho de la vista gorda.
La misma vista gorda de estos corruptos ha prevalecido para que dé unos años para acá, las faldas de esos cerros también se atarraguen de población irresponsable.
Y el colmo, señoras y señores autoridades, la mancha urbana ya llegó a la cima de esos cerros, ya aparecen focos por la noche, en lo más alto de ellos.
Todo ha sucedido como una acción concertada; aparecieron unos, no pasó nada, fueron apareciendo otros, tampoco pasó nada, hasta que llenaron los cerros de Tlalpan, Magdalena Contreras, Gustavo A. Madero y otras alcaldías.
Si eso se aprecia en las noches, lo que sucede en el día no tiene nombre.
Transitar por sus tramos de carretera federal permite ver cómo muchos de sus voraces pobladores se han adueñado de porciones importante de tierra para fincar casas o poner negocios de comida y bebidas alcohólicas para los paseantes.
Para ello, estos pobladores irresponsables han arrasado con los árboles, la fauna y la vegetación.
Resulta creíble que los alcaldes entrantes y salientes de Coyoacán, Tlalpan, Gustavo A. Madero y Magdalena Contreras, las autoridades federales y locales en la materia y la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum (y antes Miguel A. Mancera, y antes Marcelo Ebrard) no se hayan dado cuenta del exterminio de esos pulmones de la ciudad.
¿Sabrán todos ellos, y más la integrante de la comunidad científica del país, lo que se les está heredando a las nuevas generaciones, lo cual incluye a sus hijos, nietos, bisnietos y demás descendencia, en términos de deforestación y consecuencias por el cambio climático, derivados de la desaparición de esas zonas verdes extintas?
Es verdaderamente angustiante, y de una impotencia brutal, ver cómo se blande de parte de los afectados, líderes opositores, diputados y senadores, la falacia de necesidad de la gente que llega a esos lugares por falta de vivienda.
Es una mentira grosera ese argumento, los verdaderos necesitados de vivienda, deambulan tristemente por otros lares, no a las orillas de los ríos, ni depredando los cerros.
Éstos, los depredadores humanos en combinación con las autoridades corruptas, son los que arrasan la naturaleza, sin considerar la herencia a las generaciones futuras.
Bueno, es tal su voracidad, que ni siquiera consideran a sus hijos, a los que llevan a un lugar en el que la amenaza de muerte es latente y constante, particularmente en temporada de lluvias y temblores.
Al diablo con el argumento de la necesidad de la gente, basta ver las construcciones, casi residencias, envidia de cualquiera, que se asoman en el Cerro del Chiquihuite y las montañas de Tlalpan, Magdalena Contreras y Gustavo A. Madero, entre otras.
Esas construcciones no denotan pobreza, lo único que revelan es la voracidad de sus moradores, quienes ahora sí demandan apoyos de los gobiernos local y federal, y antes no se tentaron el corazón para meter ahí a sus adultos mayores, niños y animales.
Voracidad, que combinada con la corrupción de las autoridades, huele a muerte.
En Cortito: Nos cuentan que por unanimidad de votos, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ordenó ayer la validez de la elección para gobernador del Estado de Campeche y ratificó el triunfo de la entonces candidata de la alianza Morena-PT, Layda Sansores San Román.
La Magistrada ponente Janine Otálora, quien el pasado 19 de agosto pidió el recuento de todos los votos para la elección para gobernador, calificó como infundadas cada una de las impugnaciones presentadas por el partido Movimiento Ciudadano y su candidato Eliseo Fernández, ya que no se encontraron las supuestas pruebas que denunciaron. La magistrada dijo que el cómputo final de la elección de la gubernatura favoreció a la candidata postulada por la coalición integrada por los partidos políticos Morena-PT, con un total de 139 mil 503 votos. En su sentencia, Otálora señaló que no se puede ir contra la voluntad libre de las personas de decidir libremente con su voto, por lo que no es posible la nulidad de la elección, como lo propuso el Movimiento Ciudadano.