El horror en San José de Gracia

27 de Noviembre de 2024

Raúl García Araujo
Raúl García Araujo
Reportero con andanzas en varios periódicos y ex coordinador de información en FOROtv de Televisa.

El horror en San José de Gracia

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La masacre de San José de Gracia, en el municipio michoacano de Marcos Castellanos, puso en evidencia algo: sigue sin funcionar la estrategia de seguridad de “abrazos no balazos” del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ya pasaron tres días del video difundido en redes sociales, en el que literalmente fusilan a varias personas, sin que las autoridades de los tres órdenes de gobierno, den, ya no con los responsables, sino con los cuerpos de los asesinados.

Hasta ahora no se sabe en dónde quedaron las víctimas de esta ejecución, mismas que fueron sacadas de un velorio.

Algunos medios manejan que son 10 y otros 17, pero lo importante aquí, es que el Gobierno de México no tiene información precisa de lo que ocurrió el pasado domingo en Michoacán.

Y la habría tenido si hubiese labor de inteligencia y, más aún, si ésta fuera medianamente inteligente, valga la redundancia, eficaz.

Lo que tenemos con lo ocurrido en Michoacán, a simple vista, es un mar de culpas, procedido de un río de sangre.

Sí, en medio de un hecho tan atroz, no se sabe con claridad lo que pasó en esta comunidad tranquila, hasta antes de ese fatídico día.

Quizá lo único a resaltar, es que tanto la Fiscalía General de Justicia del Estado, como la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, tienen evidencia de que los policías municipales de Marcos Castellanos, violaron los protocolos de actuación por no avisar a tiempo.

Las autoridades de Michoacán y las federales coinciden en algo, en que los policías locales tardaron tres horas en lanzar la alerta de emergencia de lo que estaba pasando en la comunidad de San José de Gracia.

La información fue confirmada por el propio alcalde de Marcos Castellanos, Jorge Luis Anguiano, quien incluso, dijo en varias entrevistas con medios nacionales y locales, que sus policías vieron llegar el convoy de 20 camionetas con hombres armados.

Lo peor es que, según el funcionario, los oficiales a su cargo siguieron al comando y estuvieron observando a distancia lo que estaba pasando, sin actuar, ya que los superaban en número y armamento.

Es ahí, donde las autoridades estatales y federales tienen sus dudas sobre el proceder tanto del alcalde como de los seis policías que estaban trabajando en ese momento, puesto que, aseguran, la alerta para solicitar refuerzos vino muy tarde y, fue por eso, que alrededor de las ocho de la noche llegaron agentes de la Fiscalía de Justicia junto con efectivos del Ejército y la Guardia Nacional.

Y en la escena del crimen, lo único que encontraron fueron algunos casquillos percutidos, así como limpio el lugar donde sicarios habían ejecutado a las personas.

Sin saber dónde están los cuerpos, el fiscal del estado Adrián López Solís dijo que esta masacre se trató de un ajuste de cuentas entre grupos rivales de la delincuencia organizada.

Su argumento se basa en que entre las posibles víctimas estaría Alejandro “N”, alias “El Pelón”, exmiembro de una “célula” criminal que opera en la región, pero que después se incorporó al Cártel Jalisco Nueva Generación y que estaba ahí porque velaban a su mamá, fallecida por un padecimiento que la aquejaba.

Este sujeto se presentó a la comunidad, no obstante la advertencia del grupo criminal rival, de que no ingresara nunca.

El simple hecho de lo ocurrido habla de que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no tiene ni hace trabajo de inteligencia, que la labor de inteligencia de la SEDENA,

MARINA, Seguridad Ciudadana y la Guardia Nacional está por los suelos. Es de risa, y eso lo saben los grupos criminales, por eso actúan con tal impunidad que después del “tiradero” se

toman el tiempo para llevarse los cuerpos inertes y lavan la zona ensangrentada.

Solo les faltó resanar los orificios que produjeron sus impactos, y darle una pintada.
Lástima de inteligencia, esa que se aplica para saber con antelación lo que están planeando los grupos criminales y detener sus actos violentos.

Lo que vimos en Michoacán habla de niveles de gobierno descompuestos y rebasados por la delincuencia, que hace lo que quiere y a la hora que quiere en cualquier comunidad de México, sin que exista autoridad que los detenga.

Ahora, lejos de buscar a los culpables de estos acontecimientos, las autoridades andan preocupadas por encontrar los cuerpos de la gente muerta, situación que nos coloca en un país donde la única ley que se respeta es la de ellos, la de los criminales.

Hoy le puedo decir, que a poco más de tres años de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador debe mucho al pueblo de México, pues no ha cumplido con su compromiso y lema de campaña, de pacificar al país.

Con su política de “abrazos no balazos”, el inquilino de Palacio Nacional hace que los criminales actúen cada vez más con mucha violencia, sembrando el terror entre las familias mexicanas. Michoacán es una muestra, de la saña con la que se mueven.

En Cortito: Buena intención la de enviar un avión de la Secretaría de la Defensa Nacional al otro lado del Atlántico, para repatriar a mexicanos que corrían peligro en Ucrania.

Sin embargo, la buena intención se desvanece si analizamos, y vemos, que varios de esos mexicanos no quieren regresar porque mantienen la expectativa de retornar al país europeo que los acogió. Esto no aplica para la austeridad de la Cuarta Transformación, señores Marcelo Ebrard y Luis Cresencio Sandoval, ¿O sí?

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