En la época prehispánica, al menos en el periodo Posclásico Tardío (del 1200 al 1500) quienes emigraban a la isla de Cancún recibían trato como locales, tanto en lo que comían como en los entierros que se les daba, concluye un estudio pionero en México publicado ayer en la revista PLOS ONE.
Un equipo de las universidades Autónoma de Yucatán, Estatal de Washington y del Centro INAH de Quintana Roo, analizó los restos de 50 individuos de los sitios arqueológicos El Rey y San Miguelito en la isla de Cancún (el área estrecha de tierra donde actualmente está la zona hotelera).
El análisis de las llamadas firmas de isótopos de estroncio del esmalte de los dientes reveló que siete de los individuos habían nacido en alguna zona, quizá dentro de la región maya, pero no erán locales de esos sitios. Por otra parte, los análisis de isótopos de carbono que sirven como indicadores de la dieta y de la construcción de las tumbas de estos individuos no revelaron diferencias significativas entre los locales y los no locales.
Andrea Cucina, una de las coautoras del estudio comenta con ejecentral que el tratamiento que las distintas culturas daban a los foráneos está muy poco estudiado. “Por lo menos en área maya, no hay mucha literatura que hable de casos reales y específicos”, dice, y añade que esto es lo que hace que este estudio sea importante.
“Los estudios de procedencia usualmente se limitan a detectar los no-locales y de dónde venían. Hay estudios que se enfocaron en quienes eran los sacrificados, pero el sacrificio humano es un contexto completamente diferente”, comenta.
Cucina agrega que probablemente en la cultura maya se consideraba como “otros” a aquellos que no hablaban el mismo idioma; “en la época no habían las fronteras como las concebimos ahora”.
Sin embargo, no parece haber diferencias en el trato que se les daba, incluso si no eran de la zona maya. “Conozco personalmente contextos donde hay individuos que procedieron de lugares bastante lejanos, hasta afuera del área maya, y que estaban sepultados de la misma manera de todos los locales, sin evidencias de discriminación aparente. Pero estos contextos no han sido analizados desde esta perspectiva específica”.
El análisis de los isótopos de estroncio revela el origen. Este material radiactivo se incorpora a los dientes en proporciones distintas dependiendo de la bioquímica de la zona donde nacen y crecen.
“Para determinar la procedencia usualmente se utiliza el primer molar permanente, cuya corona se desarrolla durante los primeros tres años de vida y nunca se remodela”, explica Cucina, y agrega que “para examinar otras edades se necesita hacer análisis de otros dientes, hasta el tercer molar (la muela del juicio) cuya corona se desarrolla entre los 10 y 12 años. Después de esta edad se debe confiar en el esqueleto”.
Así que, en principio, el análisis de estroncio podría determinar los recorridos que hizo una persona durante su vida (se utiliza desde hace décadas en estudios de animales migratorios); sin embargo, existe una limitante en la arqueología. El esqueleto cambia de composición cada 10 a 15 años, “así que la información que proporciona es limitada a los últimos años de vida del individuo”, explica Cucina.
SIGUE LEYENDO:
El mundo prehispánico no era tan jerárquico