Yo Soy Simón: sexualidad estéril

10 de Enero de 2025

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Yo Soy Simón: sexualidad estéril

alejandro aleman

En, Yo Soy Simón, adaptación a cine de la novela Simon vs. the Homo Sapiens Agenda, escrita por Becky Albertalli, el Simón del título (Nick Robinson) es un adolescente con una vida que no podría ser más perfecta: vive en el típico suburbio estadounidense de clase media alta, sus padres son comprensivos y liberales (ella terapeuta, él exfutbolista), tiene una hermana menor con la que se lleva a la perfección, un trío de amigos agradables y divertidos, acude a una preparatoria incluyente y en su cuarto tiene todo lo que un adolescente pudiera desear: desde una tornamesa, un iPad, iMac, iPhone y hasta una conexión rápida a internet. El único problema de Simón es que es gay y no se lo ha contado a nadie, ni a sus padres ni a sus amigos. Filmada con el ímpetu hiperquinético propio de un video musical (cortes rápidos, tomas cenitales bonitas pero inútiles), Love, Simon (por su título original en inglés) es una cinta que en la forma emula varias claves visuales del cine de John Hughes, pero que en el fondo busca ser tan romántica e inocua como A Fault in Our Stars (Boone, 2014) y demás cintas de la misma calaña. Es claro que el director de esta cinta, Greg Berlanti, busca afanosamente hacer una comedia romántica de corte homosexual que no ofenda ni perturbe a nadie. Estamos ante un filme que para hablar sobre la aceptación de una preferencia sexual omite, puritanamente, cualquier insinuación que suene a sexo entre dos hombres. Mientras que en la novela original, Simón y su amigo virtual van subiendo de tono los mensajes, fantaseando incluso sobre una sesión de sexo apasionado, Berlanti mutila al personaje de todo aquello que pudiera trastornar al demográfico, que en este caso intenta ser tan amplio y familiar como sea posible. El conflicto del personaje es nimio, no por desdeñar la típica agonía adolescente que todo lo ve terrible, sino por su propia circunstancia perfecta: es claro desde un inicio que nadie, ni familia ni amigos, tendrán problema alguno con la homosexualidad de Simón. Si acaso el único momento transgresor e interesante de la cinta es aquel en el que cuestionan el hecho de que los homosexuales tengan que confesar sus preferencias, ¿acaso imaginan a un adolescente confrontando a sus padres para decirles que es heterosexual? Tan cómica como vacía, si esta película fuera un postre sería un cupcake: artificial, empalagoso pero al final dulce y lindo. @elsalonrojo