En la terraza de un bar carioca, tres universitarias cuentan los días que faltan para las elecciones en Brasil. ¿Su voto? “Estamos sentadas formando una L”, de Lula da Silva, afirman, haciéndose eco de una amplia preferencia entre jóvenes.
La política está en boca de todos en este bullicioso bar de toldo rojo donde se reúnen estudiantes al acabar las clases en la Universidad Estatal de Rio de Janeiro. “Lo último que quiero es que Jair Bolsonaro sea reelegido. Tenemos que luchar por nuestro futuro y el de la universidad”, dice una de las jóvenes, Letizia Corvello, que cursa Derecho.
La juventud ha sido punta de lanza del movimiento opositor al presidente ultraderechista, protagonizando desde el primer año de su mandato protestas contra los recortes en Educación y sumándose a las marchas contra la gestión de la pandemia o la violencia policial.
Su movilización se traduce en números: más de 2,1 millones de entre 16 y 17 años se inscribieron para votar el domingo, un salto de 51% respecto a 2018, en este país donde el voto es facultativo en esa franja etaria y obligatorio en adelante hasta los 70.
Movilización histórica
Las inscripciones “no tienen precedentes en la historia de Brasil”, explica a la AFP Marco Antonio Teixeira, politólogo y profesor de la Fundación Getulio Vargas. Los jóvenes “entendieron que si no se inmiscuyen, van a continuar sin capacidad de presionar”.
La juventud “sufrió mucho con la pandemia, fue la más afectada por el desempleo”, pero sobre todo Bolsonaro gobernó ignorando su “diversidad cultural y de género”, con un discurso de defensa de los valores conservadores, agrega.
Un abismo reflejado, por ejemplo, en las declaraciones de su tercer ministro de Educación, el pastor Milton Ribeiro, al referirse a los jóvenes en marzo de 2020: “Hoy tenemos en Brasil verdaderos zombis existenciales. Ya no creen en nada, desde Dios a la política”.
A lo que Corvello, de 22 años, replica: “Nunca imaginé que todavía hubiera gente con un pensamiento tan retrógrado. Bolsonaro dio libertad para que se saliera a la calle defendiendo la violencia y la discriminación”.
El legado de Lula
Las encuestas apuntan a que los electores de entre 16 y 24 años votarán masivamente al izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva: 52% frente a 32% para Bolsonaro, según una encuesta del jueves del Instituto Datafolha.
Aunque jóvenes, el legado de Lula (2003-2010) en materia de educación, que aumentó las becas e impuso un sistema de cuotas de diversidad racial y social en las universidades, es conocido por todos, muchas veces gracias a lo vivido por sus padres.
“Todo el mundo sabe lo que hizo Lula”, afirma Adrianny Brasil, que vive en el complejo de favelas de Maré de Rio, donde ir a la escuela depende de que no haya tiroteos y la universidad es un sueño inalcanzable para la mayoría.
“Yo soy la única ‘favelada’ en mi curso de Física Médica, todos los demás alumnos son de las zonas elitistas de Rio, como Ipanema”, explica esta joven de 22 años, que espera que con Lula vuelvan a multiplicarse las becas como la que ella logró para ir a la universidad.
“Esclavos”
Mateus de Medeiros, de 18 años, defiende igualmente el legado de Lula en educación pero lamenta que en estas elecciones polarizadas, no se pueda elegir más allá de “la extrema derecha y la extrema izquierda”.
Me gustaría que hubiera otro candidato y que no tuviéramos que votar a uno simplemente para excluir al otro”, dice este estudiante de ingeniería mecánica durante el megafestival de música Rock in Rio celebrado este mes.
Bolsonaro cuenta no obstante con el apoyo de un minoritario sector joven. En un mitin en Campinas, a las afueras de Sao Paulo, Gabriel Lira, de 22 años, defiende que muchos universitarios en Brasil son víctimas de un “lavado de cerebro” por parte de “profesores de izquierda”.
“Si se informaran, verían que (Lula) se parece mucho al (presidente venezolano, Nicolás) Maduro y a los dictadores de izquierda”, dice este joven negro, empleado en una tienda.
Y desestima que Bolsonaro sea racista pese a haber dicho que los negros se pesan en “arrobas”, como en la época de la esclavitud.
“Fueron unas declaraciones desafortunadas. Pero si realmente lo fuera, estaría capturando a los negros para que volvieran a ser esclavos”. MAAZ
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