El primer cumpleaños de ChatGPT, a celebrarse el 30 de noviembre, no ha estado exento de emociones fuertes. A pocos días de esta fecha, Sam Altman, destituido como CEO de OpenAI debido a la pérdida de confianza de la junta directiva, fue recontratado tan sólo cinco días después. En este breve periodo, Microsoft, aliado clave de OpenAI, intentó atraerlo, desencadenando la amenaza de más de 500 trabajadores de renunciar a la empresa de IA. El anuncio de que Altman se incorporaría a Microsoft tuvo un enorme impacto en la bolsa de valores, impulsando las acciones de Microsoft en 2%, elevando su valor de mercado a 2,81 billones de dólares. Este episodio, más propio de una telenovela sentimental que de una empresa de inteligencia, ha arrojado luz sobre la intrincada travesía hacia la creación de una IA eficaz, llena de intrigas y giros inesperados.
En tan solo un año, el mundo ha experimentado una metamorfosis. La saga de ChatGPT y Sam Altman no solo revela las complejidades detrás de las decisiones en el ámbito de la inteligencia artificial, sino también la creciente importancia de estas tecnologías a nivel global. La rápida evolución y los dramáticos eventos que rodean a ChatGPT definen un año de logros y desafíos, simbolizando el vértigo de un mundo que se adapta y transforma a una velocidad sin precedentes.
La tecnología de IA, como hemos experimentado, permite a las máquinas imitar la inteligencia humana para generar textos, imágenes y videos, incluso creando arte y diseños originales. Ahora, la IA está transformando radicalmente la forma en que trabajamos, vivimos y nos definimos como personas.
Ahora bien, ¿es realmente la inteligencia artificial algo tan novedoso? El término “inteligencia artificial” fue acuñado por primera vez en 1956 por John McCarthy, un científico de la computación estadounidense, durante la conferencia de Dartmouth, marcando el nacimiento de este campo. La década de 1960 consolidó la inteligencia artificial como disciplina académica, centrada en la programación para resolver problemas y teorías del aprendizaje.
Durante este período, surgió ELIZA, un programa desarrollado por Joseph Weizenbaum en 1966, destacándose como uno de los primeros ejemplos de procesamiento de lenguaje natural en inteligencia artificial. Aunque este tiempo estuvo impregnado de optimismo sobre las capacidades futuras de la inteligencia artificial, muchas expectativas resultaron excesivas en las décadas siguientes.
Hoy en día, la inteligencia artificial se ha convertido en una realidad cotidiana y un factor crítico en la competencia global. Las naciones líderes en este campo no solo tienen una ventaja económica, sino que también están mejor posicionadas en términos de seguridad nacional y participación efectiva en asuntos internacionales.
Mientras que los Estados Unidos lideran actualmente la carrera armamentística de la IA, China está también a la vanguardia y se está convirtiendo rápidamente en un cercano segundo. Por su lado, Canadá, Japón y Corea del Sur están avanzando significativamente en la tecnología de IA.
Al evaluar el estado actual de la inteligencia artificial en México, surgen preguntas sobre cómo nos comparamos en desarrollo y regulación de la IA ¿Estamos listos para los desafíos éticos y de seguridad de esta tecnología emergente?
Sorprendentemente, el 97% de las empresas mexicanas aseguran que la urgencia de desplegar tecnologías de inteligencia artificial ha crecido en los últimos seis meses. Este repentino aumento en la percepción de urgencia podría deberse al reconocimiento de la creciente importancia de la inteligencia artificial en el ámbito empresarial global y a la presión competitiva para adoptar tecnologías innovadoras.
Sin embargo, estas buenas intenciones chocan con obstáculos considerables. México se queda rezagado, no solo en inteligencia artificial, sino en áreas cruciales como la computación cuántica y la nanotecnología. Estas disciplinas son la vanguardia de la innovación y el progreso científico, y la distancia que separa a México de los líderes globales plantea cuestionamientos apremiantes sobre la inversión y el enfoque estratégico del país en estas áreas.
Por ejemplo, a pesar de la rápida expansión de la inteligencia artificial, solo el 15% de las empresas mexicanas están listas para adoptarla plenamente.
En términos de infraestructura, México se encuentra a la par del promedio latinoamericano, destacando en conectividad con la implementación de 5G, pero enfrentamos desafíos en la accesibilidad a internet y velocidad de descarga.
En el desarrollo de talento, sobresalimos en alfabetización en IA y en licenciados en computación a nivel latinoamericano, pero nuestro capital humano avanzado está por debajo del promedio regional.
A nivel internacional, México brilla en la participación en la definición de estándares, tanto en IOS como en organismos y comités internacionales, pero queda a la sombra en cuestiones de protección de datos y actualizaciones en ciberseguridad.
En respuesta a los desafíos actuales en inteligencia artificial (IA) en México, se hace necesario adoptar medidas específicas. La inversión estratégica en investigación y desarrollo es esencial para cerrar la brecha tecnológica y garantizar la competitividad del país en este campo.
La prioridad debe ser mejorar la educación y formación en habilidades relacionadas con la IA para cultivar un talento local calificado. Simultáneamente, es esencial implementar regulaciones efectivas que impulsen la innovación y, al mismo tiempo, salvaguarden los intereses éticos y de seguridad de la sociedad mexicana.
La carencia de avances en estas áreas podría tener consecuencias directas en la posición global de México, afectando no solo nuestro desarrollo económico sino la capacidad para participar de manera efectiva en asuntos internacionales durante esta nueva era de inteligencia artificial y tecnologías emergentes.