Las posibilidades del presidente Enrique Peña Nieto para dinamitar al Frente Ciudadano están prácticamente agotadas. Dicen los que saben que la cabeza de playa que tenía en el Frente era Héctor Bautista, líder de Alianza Democrática Nacional, muy cercano al PRI mexiquense y que operó muchas veces de acuerdo con el exgobernador del estado, Eruviel Ávila. Don Héctor fue quien puso a Juan Zepeda como candidato a gobernador para taponear apoyos y votos —con éxito, por cierto— para Delfina Gómez de Morena, y ahora estaba siendo utilizado para sabotear una eventual candidatura única del Frente. En Los Pinos no quieren una tercera candidatura fuerte en 2018, porque prefieren una contienda parejera con Andrés Manuel López Obrador que polarice al electorado, como ocurrió en el estado de México el año pasado, por lo que necesitaban sabotear al Frente. Don Héctor ya no podrá porque, dicen los que saben, cuando se fueron Dolores Padierna y René Bejarano del PRD, entre sus militantes que no se fueron, se vincularon a otras tribus perredistas que se fortalecieron y redujeron influencia a ADN, que se había convertido en la principal corriente perredista. Oséase, doña Dolores y don René, terminaron ayudando al partido del que se fueron protegiéndolo de Peña Nieto.