Wonder Woman: mujeres al mando

20 de Diciembre de 2024

Alejandro Alemán
Alejandro Alemán

Wonder Woman: mujeres al mando

alejandro aleman

El principal villano de Wonder Woman 1984 es un millonario (Pedro Pascal), rubio casi color naranja, que cuando llega a la Casa Blanca le promete al mundo que cambiará sus vidas, “todo lo que sueñen lo podrán tener”, y lo mejor es que será “sin hacer esfuerzo alguno”.

Así es, el villano de la segunda entrega de de Wonder Woman es el populismo. La Mujer Maravilla (Gal Gadot, imponente de nueva cuenta como amazona) deberá detener a un hombre que tiene fascinado al planeta entero con sus promesas de un mundo mejor. Por un momento parece que todo es real, pero pronto nuestra heroína se dará cuenta del engaño.

Originalmente planeada para estrenarse en 2019, es claro que a la directora y ahora también coguionista, Patty Jenkins, le interesaba decir algo sobre la administración Trump rumbo a las elecciones. La osadía no es menor: eligió uno de los juguetes más caros de DC para hacerlo.

Temáticamente, Wonder Woman 1984 está emparentada con The Dark Knight Rises (megalómanos vendrán a vendernos paraísos) pero estéticamente sigue abrevando de la mejor fuente posible: el Superman de Richard Donner (1978).

Así, con un inicio absolutamente arrebatador, de colores brillantes y acción trepidante, la Mujer Maravilla encuentra en las niñas a su mejor cómplice. “Esto es para ustedes”, pareciera decir la dupla Gadot-Jenkins, un guiño que la desmarca de la densidad impostada de Marvel y de los directores más obtusos de DC (si Snyder, te hablo a ti).

Las ambiciones de esta cinta no acaban ahí. La representación femenina en el cine de superhéroes ha sido históricamente deficiente. Si con Wonder Woman (2017) Jenkins demostró la viabilidad económica de una mujer como protagonista, con esta secuela demuestra que las superheroínas no tienen porqué ser simples mujeres “rudas” y “fuertes”.

Wonder Woman 1984 podría ser la primera cinta de superheroínas donde la protagonista no busca ser una calca de sus contrapartes masculinas (a pesar de cierto homenaje al Hombre de Acero). Diana Prince (el álter ego de la amazona) es una mujer frágil con conflictos auténticamente femeninos (el constante acoso de los hombres que la quieren ligar) y decisiones dolorosas que ponen en jaque su situación sentimental y su estatus de heroína.

Por supuesto, el filme tiene muchos fallos (ese guion, ese ritmo, esos efectos especiales que no terminan por convencer), pero estamos ante una cinta que arriesga en un género donde la reiteración (y la estulticia) usualmente se llevan el favor de la taquilla.

No hay marcha atrás, Jenkins y Gadot han demostrado que el ingrediente que le hace falta a este género, tambaleante y repetitivo, es más mujeres al mando.